+qFamilia
Por Marcos Zapata
Abordar el bullying, una obligación
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¿Qué hacer como padres, educadores y
cristianos? ¿Qué enseñar a nuestros jóvenes? ¿Serán nuestros hijos
candidatos a sufrir ciberbullying o ser un acosador?
Esta semana hemos quedado nuevamente estupefactos, al conocer que tras permanecer cuatro días en estado crítico por un intento de suicidio motivado por un presunto caso de ‘bullying’, una alumna de 16 años ha fallecido en el Hospital General Universitario de Ciudad Real.
La menor, de nacionalidad ecuatoriana, cursaba segundo de ESO en el instituto de Enseñanza Secundaria ‘Maestro Juan de Ávila’ donde, al parecer, sufría el acoso de algunas de sus compañeras, según ha relatado su padre. Con el fin de esclarecer los hechos y depurar responsabilidades “si las hubiera”, la administración autonómica abrirá una investigación, según avanzó el titular de Educación, Marcial Marín, quien explicó que el profesorado del centro hizo varios “intentos para integrar” a la adolescente fomentando su socialización, ya que, según los docentes, se trataba de una chica “callada” que “no mostraba mucho interés en relacionarse con los demás”.
Después de que el padre de la alumna se quejara ante la dirección del instituto del trato que recibía su hija, el orientador se entrevistó con ella y ésta le confesó que dos compañeras no paraban de molestarla, tras lo cual se reunió con esas estudiantes y sus progenitores. La conclusión a la que llegó dicho profesional es que no se trataba de un caso de “reiterado acoso entre iguales”, y, por tanto, no vio necesario trasladar a la menor a otro centro, indicó el consejero, quien apuntó que únicamente se le ofreció la posibilidad de cambiar de clase. Tampoco los profesores habían detectado indicios de que la chica podía estar siendo víctima de ‘bullying’ y, de hecho, sostienen que la adolescente nunca les comunicó que estaba siendo sometida a presiones o maltrato.
TIM RIBBERINK
Este mismo mes hemos sabido que los padres del joven holandés de 20 años Tim Ribberink , que se suicidó tras repetidos episodios de acoso por internet , han pedido a las autoridades que abran una investigación formal sobre lo ocurrido.
Los padres de Ribberink explicaron que optaron por publicar en la
esquela de su hijo una parte de la carta de despedida que les dejó para
evitar nuevas víctimas por estas prácticas. "Con incredulidad, ira y
tristeza decidimos incluir la carta de Tim, con la esperanza de que se
afronte el problema del acoso y que esto no vuelva a ocurrir", leyó en
nombre de los progenitores el pastor de la familia, Marinus van den Berg.
En esa declaración, los padres del muchacho reconocieron que sabían del acoso que su hijo sufrió en la escuela primaria, pero que estaban convencidos de que, tras esa fase, "se había hecho más fuerte". Sin embargo, desconocían que su hijo fuese acosado a través de internet también durante la secundaria y el inicio de sus estudios de Historia .
La esquela de Tim Ribberink, con parte de su carta de despedida:
"Toda mi vida he sido acosado y aislado. Vosotros sois fantásticos y espero que no os enfadéis", señalaba en la misiva, que el joven concluía con un emotivo "hasta que nos volvamos a ver". La familia reveló que esas palabras fueron escritas la mañana en la que se suicidó su hijo, al que definieron como un joven "cariñoso y atento" cuyo lema era "nunca, nunca hay que desistir".
"No queremos que haya culpables, sino que los jóvenes que acosan sean conscientes de las consecuencias que pueden acarrear sus hechos", según la declaración leída en nombre de los padres. Tras el suicidio del joven, la familia comunicó a la policía los hechos, indicando que un desconocido había usado en 2010 el nombre de su hijo en el sitio de internet especializado en el sector de la restauración, para hablar mal del local y del dueño de la heladería en la que él trabajaba a tiempo parcial.
El joven recibió el pasado verano en el mismo portal insultos que lo calificaban de "perdedor" y "homosexual", según el diario "De Telegraaf".
AMANDA TODD
También fuimos conmocionados hace un mes por la trágica muerte de Amanda Todd , de 15 años de edad, un mes después de que la joven estudiante colgase en YouTube un vídeo en el que, sin pronunciar una palabra, simplemente con tarjetas escritas, explicaba el acoso que sufría desde hace tres años.
A los 12 años hizo top less ante un desconocido en una webcam. El video lo subieron a internet, sufrió bullying en diferentes institutos, su ciberacosador la persiguió por facebook ante sus nuevos amigos y compañeros de clases. Un mes antes de suicidarse, con 15 años, colgó este video. Una llamada de atención ante los peligros tecnológicos y del propio ser humano.
En el vídeo, de nueve minutos y titulado “Mi historia: lucha, acoso, suicidio, daño”, Amanda Todd explica que cuando tenía 12 años un desconocido que conoció a través de una vídeo-conversación la convenció para que le enseñase los pechos. Después de esto tan sólo recorrió un tortuoso camino que le llevó al suicidio tres años después.
Aunque estas dramáticas historias se han abordado desde este mismo medio, en el suicidio de Amanda Todd, y en El bullying no mata pero puede llevar a la muerte, quisiéramos hacer una aportación más, que nos suscitan muchas preguntas.
¿QUÉ PODEMOS HACER COMO PADRES Y EDUCADORES?
¿Qué podemos aportar desde nuestras iglesias a la disminución de tal barbarie? ¿Qué les debemos enseñar a nuestros jóvenes al respecto? ¿Qué está planteándose la sociedad en la que vivimos inmersos? ¿Serán nuestros hijos candidatos a sufrir ciberbullying? ¿Puede alguno de nuestros jóvenes en nuestras iglesias llegar a ser un acosador? ¿Cómo llega a suceder todo esto? ¿Podemos prevenir el acoso?
Intentaremos abordar este tema a lo largo de varias sesiones.
Dice el refrán, que quien le da la espalda a Dios, le da la cara al diablo, y socialmente lo vemos cada día en multitud de lugares, y como no, también en las relaciones entre los adolescentes y jóvenes.
Por ejemplo, hay una clara ausencia de juicio moral que ayude a regular las relaciones entre los iguales, que es lo que hace que se produzca maltrato intencionado de quienes se creen con poder hacia quien consideran más débil y/o blanco fácil de sus intenciones.
En este sentido, el objetivo en el plano educativo es claro, la formación del individuo en su educación moral, de forma que pueda llegar a regular su conducta y mantener relaciones interpersonales a partir de principios justos y universales y como educadores cristianos, en el contexto de nuestras iglesias debemos incidir en esta misma meta, teniendo los principios morales más válidos y realmente eficaces, escritos en la Palabra de Dios.
En el acoso por internet se resaltan más ciertas características del acoso presencial. La carencia de empatía en el agresor al contar con menos claves socioemocionales de respuesta de la víctima cuando dirige la agresión; un grado mayor de confusión en las víctimas al no contar con datos de procedencia de las agresiones, sobre todo en el cyberbullying, menos que en el bulllying presencial, y un menor grado de exposición del agresor al no tener que arriesgar nada para realizar las agresiones, al hacerlas desde el otro lado del teclado y con cierto grado de anonimato e imprevisibilidad.
Sorprendentemente la presión social del grupo se liga al sentimiento de pertenencia a una comunidad virtual, la desinhibición grupal, que también se da en el bullying presencial, y cierta uniformidad de actuación que viene favorecida por la tendencia de los individuos a regular su propia conducta conforme a la norma imperante en el grupo o marcada por quien tiene más influencia o poder dentro de él.
Pero también nos encontramos con características especiales asociadas al cyberbullying, que añaden un sufrimiento más marcado en las víctimas al permanecer más tiempo el objeto de burla o agresión en el medio virtual , una foto, un mensaje o una página web difamatoria, por ejemplo; y es marcadamente más amplio también que en el bullying presencial, el tamaño de la audiencia que tiene acceso al daño que producen los ataques de los agresores/as en sus blancos.
¿PUEDE ALGÚN JOVEN EN NUESTRAS IGLESIAS SER UN ACOSADOR?
Es fácil entender que el agresor no presenta un perfil único, y por supuesto el de un perturbado a nivel mental o psicológico, que es lo que queremos creer, para tranquilizarnos acerca de aquellos que nos rodean. Hay que entender el marco, al tratarse de acoso en la red, cyberbuying, estamos hablando de una forma indirecta de agresión, siendo un medio que facilita la aparición de perfiles de agresores indirectos, que buscan la seguridad a la hora de atacar. Tal vez jamás acosarían presencialmente, pero internet les ofrece el encubrimiento necesario para cometer abusos sin riesgo. En cualquier caso, el agresor es un menor que no tiene una escala de valores conforme a un código moralmente aceptable y en el que priman o se instalan con facilidad constantes como el abuso, el dominio, el egoísmo, la exclusión, el maltrato físico, la insolidaridad o la doble moral. Muchos de ellos se han socializado en entornos familiares sin pautas de educación moral, con modelos de ejercicio de autoridad desequilibrados, autoritarios, inexistentes o permisivos, o, incluso, en modelos en los que los menores mismos han sido la autoridad y que han generalizado abusivamente a otras situaciones.
Pero también encontramos la otra cara de la moneda, menores con habilidades sociales correctas, un prototipo de Dr Jekyll, pero con una doble moral que les lleva a vivir en el cinismo y la mentira, mostrando la cara de Mr, Hyde, su cara oculta, en la red.
Haciendo un ejercicio de reducción, podemos describir varios de los aspectos que nos describes el perfil del menor acosador:
· Baja tolerancia a la frustración e impulsividad.
· Dificultad para cumplir las normas.
· Inclinación mayor al uso de medios violentos.
· Muy reactivos cuando se sienten provocados.
· Sin empatía hacia las víctimas.
· Autoestima alta.
· Reacciones agresivas unidas a fortaleza física.
· Necesidad de dominar a otros.
· Fracaso escolar.
¿SERÁN NUESTROS HIJOS CANDIDATOS A SUFRIR CYBERBULLYING?
Pensando en la víctima, tampoco hay un perfil único de menor, y en un sentido clásico podemos pensar en aquellos que:
· Presentan dificultades para defender sus propios derechos.
· Con escasa red social y pocos amigos.
· Bajo concepto de sí mismos
· Con dificultades de interacción social.
Sin embargo también nos encontramos con otro perfil totalmente distinto : el del alumno brillante y seguro de sí, objeto de la burla de un agresor o un grupo, que lo acosan presencialmente o virtualmente. El que, por cualquier razón, raza, sexo, incapacidad física, se convierte en irritante, y por tanto en objetivo de la violencia. Y podríamos hablar de los que sufren la violencia del “vacío”, perdiendo toda su red de amigos, nadie les habla, nadie les apoya. O de los que tienen que sufrir la humillación y el maltrato para ser aceptados en el grupo social.
El riesgo es muy real, como hemos visto en los tres casos descritos , ya que se desarrollan estados emocionales negativos, tales como ansiedad, baja autoestima, depresión, indefensión, apariencia triste, mal humor e ideas suicidas. En ellos se manifiesta disgusto, miedo, soledad, frustración, estrés, irritabilidad, somatizaciones, trastornos del sueño y/o altos niveles de estrés permanente. Al mismo tiempo, evita la escuela y presenta dificultades en concentrarse, experimenta una disminución en su rendimiento académico, pérdida de interés por las actividades sociales y tendencia al distanciamiento y al aislamiento.
¿CÓMO LLEGA A SUCEDER TODO ESTO?
Hay señales, o rastros, que podemos seguir como padres y educadores que nos deben poner alerta frente a un posible acoso, y que son conductas significativas, mantenidas en el tiempo.
· Falta a clase de forma no justificada, o justificándolas con reiteradas escusas.
· Falta de concentración en el estudio.
· Se distancia del grupo de iguales.
· Cambios en sus hábitos alimenticios.
· Cambios repentinos de humor.
· Cambio súbito, por defecto o exceso, en el uso de las TIC (móvil, ordenador)
Es de resaltar que la edad es un factor determinante a la hora de entender como comienza el ciberbullying. Podemos encontrar dos tipos de víctimas en función del tramo de edad, que condicionarán la respuesta al acoso:
Primeramente están los menores que están iniciándose en el uso de las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación), para los cuales representa ese uso un ritual de paso a una edad, para ellos sinónimo de madurez y crecimiento. En estos menores, el acoso o violencia tenderá a ser ocultado por miedo a la prohibición del uso del ordenador o móvil, o que se le obligue a cerrar sus perfiles de las redes sociales, lo cual abocaría al menor a la exclusión del grupo . Por eso los cambios de conducta tenderán siempre hacia la ocultación de sentimientos y de los hechos, hacia sus padres y a la ocultación de sus hábitos de uso de las TIC. Procurará que sus padres no estén presentes cuando navegue, aumentando su aislamiento social y familiar.
En segundo lugar están los menores adolescentes, que en contraste con los anteriores, manifiestan la supuesta madurez en el uso de los móviles, tablets y demás fauna digital. A su modo de entender, sus padres no saben, ni sabrán jamás, utilizar las TICs, por lo tanto sus problemas los resuelven ellos solos, o con sus amigos, que sí saben. Esto genera una falsa seguridad , se sienten invulnerables, lo cual les lleva a manifestar con mayor facilidad ansiedad, impaciencia, falta de respeto a los padres y agresividad, sobre todo cuando se les pide cuentas acerca de lo que aparece escrito en su red social; también hacen cambios repentinos de humor después de navegar en la red. Aunque hay una lógica privacidad y sentido de intimidad que todo adolescente presenta respecto a sus perfiles, debemos distinguir esto, de un rechazo frontal a responder preguntas, a dar cuentas, o a mantener una conversación acerca de sus relaciones o contactos en internet. Ellos llegan a pensar que pueden manejar las situaciones que están viviendo, y en lugar de pedir ayuda lo que hacen es perpetuar en el tiempo el acoso, lo cual ahondará el dolor y la sensación de que no hay solución posible.
En resumidas cuentas, a través de la observación podremos constatar cambios en las conductas, en el estado de ánimo y cambios en el uso de las TICs, que nos ayudarán, como padres, educadores y líderes de jóvenes, a detectar y hacer visible la posible situación de acoso.
No es difícil observar esos cambios en los hábitos de los que hablamos: en el uso del móvil u ordenador, en la asistencia a clase, por dejar sus hobbies a un lado, en el bajo rendimiento escolar. Por cambios en el estado de ánimo: cambio repentino de estado de humor, tristeza, apatía, agresividad inusual. Cambios en su red social: deja amistades, chatea con gente desconocida, no se defiende de bromas públicas, aislamiento, no sale de casa. Cambios somáticos: aumento o pérdida de peso, mareos frecuentes, ataques de ansiedad, diarreas, enfermedad repentina cuando tiene que enfrentar alguna situación. Y podemos seguir exhaustivamente de cambios en su aspecto, en el uso de sus pertenencias y más aspectos, pero lo importante, en este limitado lugar, no es hacer una pormenorización de las conductas, sino que aprendamos a estar alertas, sin caer en conductas obsesivas ni paranoicas, para detectar a tiempo cualquier conato de acoso presencial o en la red.
En el próximo artículo seguiremos aportando respuestas a las preguntas que nos hemos hecho, especialmente la relativa a la prevención.
Marcos Zapata
Presidente Comisión Familia y Educación
Alianza Evangélica Española.
Fuente: http://www.protestantedigital.com/ES/Familia21/articulo/15501/Abordar-el-bullying-una-obligacion
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