Dinámica social, Vigencia Social de la Ley y Control Social del Individuo
Fundamerced - 21-04-2013
Vivimos en sociedad, y para vivir en sociedad hemos de
ajustar a determinados parámetros nuestra conducta observable o
comportamiento manifiesto; esos parámetros son el instrumento que
garantizarán que en sociedad existirá el Orden que se requiere para que
todos los miembros de esa sociedad puedan alcanzar sus propios fines
particulares, y qué es o se constituye entonces en la “garantía” de mis
propios derechos así como en la “garantía” del derecho de todos y de
cada uno de los restantes miembros de la sociedad. Por supuesto, la
dinámica social impide que todos y cada uno de los aspectos de nuestra
cotidianeidad estén regulados por normas jurídicas, pero esto no impide
que sean toda esa casuística estén regulados mediante otros mecanismos jurídicos, a saber, los
principios generales del derecho, por poner un ejemplo; en otras
oportunidades ocurre que por torpeza dejamos de legislar respecto a
determinados aspectos, o derogamos normas que regulaban situaciones
concretas pero no sustituimos esas normas por otras: En el caso
específico que se refiere al del duelo, antiguo modo arraigado en antaño
para limpiar el honor, combatiendo contra el ofensor, pero que en una
sociedad cómo la nuestra carecería de objeto y de sentido, principiando
porque aquél “honor” de épocas pretéritas es inexistente, aparentemente; sin embargo, no puede
ser eliminado de nuestra legislación, por cuanto el combate a duelo forma parte de la indiosincracia humana,
y en cualquier momento a alguién se le ocurre usarlo (de hecho, en
nuestros recintos penitenciarios es usual observar este tipo de combate, al cual
denominan “coliseo”; o sea, aún se conserva y se practica en nuestra
sociedad), además de constituir a simple vista una circunstancia que
habría de actuar como atenuante, por haber actuado el sujeto empujado o
impelido por la necesidad de eliminar aquello que le mancilló su honor.
De modo pues, no es que nuestra ley penal consagra el duelo, o lo
permite, no; nuestra ley penal, y así ocurre en toda Iberoamérica,
consagra que quién hiera o mate a otro en duelo será castigado con una
sanción relativamente menor a aquella que se aplica por matar o herir a
otro; no la consagra, la considera una atenuante.
Del mismo modo, quisiera mencionar los casos respecto a la
mendicidad, la prostitución, el dedicarse a la vagancia, ser de
carácter pendenciero o dedicarse a los juegos de envite y azar, todos
tipificados penalmente, más no aplicados, por carecer de vigencia
social, y en consecuencia un gentío dedicado a labores de tahúr,
proxenetas, mendigos, etc. Empero, la Ley está allí, para ser cumplida,
para ser observada; cayó en desuso, pero allí está. Es una falta
achacable a quienes administran justicia y a quienes diseñan los
programas de políticas públicas; algo así como eliminar un recinto
penitenciario, sin construir primeramente otro que sirva para albergar a
la población penitenciaria: Una torpeza, cómo lo fue en su momento la
derogación de la Ley contra Vagos y Maleantes, debido a que era
violatoria de Derechos Humanos y, por tanto, inconstitucional; una
torpeza cómo lo fue también el haber eliminado el Reten de Catia,en Caracas, que
aumentó en su época el hacinamiento carcelario.
Sin
embargo, quieres conocer la posición de FUNDAMERCED respecto a otros
temas mucho más álgidos, cómo lo es la legalización de drogas. Para
darte respuesta, retomaré el argumento ya expuesto: Todo individuo
debe ajustar su propio comportamiento manifiesto a las correspondientes
pautas exigibles en su sociedad; siendo así, será la Ley quién
determinará cómo habrá de comportarse en sociedad todo individuo; y para
determinar cuál habrá de ser ese comportamiento primeramente habrá de
establecer cuál es el tipo de sociedad que quiere promover, pues de esa elección dependerá el contenido tanto de la socialización como de la resocialización de todos los individuos.
En apretujada síntesis, no se trata de sí estamos o no en contra del
matrimonio gay, o en contra de reconocerles a los gays los mismos
derechos patrimoniales, sociales y económicos gozados por las parejas
heterosexuales, estén o no unidos en matrimonio; se trata más bién de
tratar de conservar ese “orden” que se supone me garantiza la Ley, pues
de una parte se pretende feminizar a toda la sociedad, conduciéndola a una especie de abominable sodomización, y de otra parte se estaría posibilitando que los pedófilos y pederastas también pretendan “amar”
impúberes pero sin riesgo de ser sancionados ni perseguidos: ¿Tienes
hijos… o sobrinos? Aceptemos hoy una abominación, y mañana tendremos que
aceptar otra abominación parecida. Sí hoy aceptamos el matrimonio gay,
mañana tendremos que aceptar el matrimonio entre adultos y niños
(apenas hablen, pues el “amor” lo podrán consentir hasta con la
mirada), así como tendremos que aceptar igualmente que se casen tres
personas entre sí al mismo tiempo (tribadismo) o que un hombre despose varias mujeres (poligamia), o que una mujer se despose con varios machos (poliandria). [y aún me faltaría agregar aquellos cuya parafilia son los animales: Los zoofilos, los que yacen con animales !...]
¿Legalización de drogas?
Primeramente hemos de establecer que es aceptable socialmente, pues
suponemos que sí el alcohol provoca daños a nivel social (ausentismo
laboral, accidentes de tránsito, homicidios, lesiones, etc.), las drogas
igualmente provocarán graves daños, toda vez que alteran al
individuo, al igual o mucho más que el alcohol. Sin embargo, sí suponemos
que una abominación es “aceptable” por qué así nos lo hacen suponer hasta por TV,
careceremos entonces de un adecuado criterio para discernir qué es lo
que nos conviene cómo sociedad; y esa falta de adecuado criterio será
mucho más grave cuándo advertímos que aún restringiendo el tráfico de
drogas no sabemos ni hemos podido controlar siquiera a los conductores
que irresponsablemente deambulan por nuestras calles, chocando y matando
gente por doquier. Tenemos Ley, pero en el papel; y cuándo la aplican,
la aplican unos autómatas, ignorantes hasta del propósito y razón del
espíritu de la Ley.
¿Legalizar drogas?
Será nuestro acabóse como sociedad; no hemos podido lidiar con unos
cuántos malandros, por respetarles los derechos humanos, mucho menos
podremos lidiar con los millares de zombies que surgirán cuándo las
drogas circulen libremente por nuestras calles.
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