Delincuentes
y no-delincuentes. Cambio paradigmático
Fundamerced. 16-10-2013
La
Criminología tiene como objeto distinguir porqué se delinque. Tratando de
encontrar la distinción, tratando de encontrar el elemento que distingue al delincuente
de aquél que no es delincuente, quienes se dedican a encontrar esa distinción
han señalado diversos elementos como el factor etiológico de la criminalidad:
atavismos, protuberancias craneales, cromosomas, factores socio-económicos,
etc. Sopesando todos esos estudios e investigaciones, todos muy enjundiosos y exhaustivos,
pareciera que nada quedase por investigar, dado que hasta existen estudios comparativos
entre gemelos univitelinos, unas veces indicando que la criminalidad vendría
dada por factores fenotípicos, otras veces indicando que el genotipo es
decisivo, e independientemente de sí esos gemelos se criaron juntos o no; hasta
el eximio Jean Pinatel afirmó que la sociedad es criminógena, pero es que eso
ya lo había afirmado la Iglesia, cuando afirmó que el “pecado” residía en las
estructuras sociales de toda sociedad.
Suponemos entonces
que estamos cómo en la época de Colón, creyendo que la Tierra es plana, y que
herviremos al cruzar la línea ecuatorial, o nos despeñaremos en cualquier
momento hacia un insondable abismo sí avanzamos demasiado más allá de las
costas…No existe un criminal “nato” como especie, ni lo podremos distinguir en
base a sus características ni peculiaridades…existe sí un núcleo “criminal” en
la personalidad de todas las personas, compuesto por su carga de agresividad,
labilidad, egocentrismo e indiferencia afectiva, y qué será en definitiva el elemto determinante
para el paso al acto criminal. No se trata entonces de una especie a la cuál podamos
categorizar por características externas, pues es inexistente; se trata más bién
de un individuo cuyas peculiaridades lo predisponen a delinquir.
Ahora
bién, para enredar más la cuestión: ¿Qué
es delinquir? Repetidamente se ha afirmado que el delito es una construcción
socio-cultural, y sí: No toda conducta o comportamiento es delito en toda
cultura, entendida ésta tanto en el espacio como en el tiempo, ni siquiera el
homicidio, puesto que las muertes producidas en una contienda militar no son “asesinatos”,
cómo pareciera no serlo tampoco el aborto.
Entonces,
esta misma “relativización einsteniana” implica el que sí vamos a distinguir
quién delinque y quién no, incurramos entonces también en otros errores, pues
esa carencia de objetividad implicará un grave sesgo cognitivo al momento de
calificar un acto como delito. La universalidad
debería implicar que el homicidio es un crimen, sea que se cometa contra un
enemigo de la patria, o contra un extraterrestre; bástese que sea contra un ser humano, sin distingo de su raza, género u orientación sexual.
Entonces,
para saber “porqué” se delinque, primeramente hemos de conocer “qué” es delito,
pero sí “delito” es una construcción socio-cultural estamos en un embrollo, pues las pautas culturales son
dinámicas y dispares, cómo podríamos ilustrarlo con la sodomía: un acto exquisito en algunas
culturas, execrable para otras, delito hasta no hace mucho en las sociedades
occidentales, y ahora fomentado como sublime por los pedófilos pederastas, los
virginistas y los sadomasoquistas. En definitiva, habida cuenta de la
aplicabilidad de las nociones del libre albedrío y el consentimiento –más no de
la existencia de esas nociones- suponemos igualmente que sí un niño de corta
edad consiente en mantener coito anal tampoco será delito, sí así es aceptado
por la sociedad; sin embargo, a juicio de Garofalo, es una aberración, por contrariar
los sentimientos de la nobleza humana.
Por tanto, hemos
de volver a las fuentes, y volver a colocar todo en su lugar: Delito debe ser
delito; delincuente debe ser delincuente. La permisividad y los eufemismos nos
han conducido al caos social.
Necesitamos pues un cambio de paradigma, es inexistente el “hombre
delincuente”; no existe. Existe sí el sujeto violento, el sujeto que al
comunicarse o interrelacionarse lo hace violenta y agresivamente; el sujeto que
agrede y maltrata, el sujeto que autoritariamente somete a otro arbitrariamente;
el sujeto incapaz de refrenarse o reprimirse y que lesiona al pisotear los demás,
el “tóxico”, la “cuaima” o como quiera que se le denomine, y en éstos están comprendidos
los psicópatas, los sociópatas y toda la gama de perturbados que deambulan por doquier, así no estén etiquetados como
delincuentes: Son violentos y no aptos para convivir pacíficamente en sociedad.
La máscara que los encubre es eso, una máscara; y en cualquier momento se les
cae, dejando mostrar su verdadera personalidad, un ser violento.
¿Qué
debería estudiar la Criminología? La violencia, el mobbing.
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