EL BARCO DE LOS TONTOS
(“Ship of fools", “El buque de
los necios”)
“El barco de los tontos” es una sátira aplicable a la actual Venezuela, que se dirige hacia su destrucción a menos que vire y cambie la dirección de su rumbo, orientándolo no hacia a aquello contra la cual va a chocar sino precisamente en la dirección contraria, arrojando y deshaciéndonos primero de los cuatro locos que nos conducen hacia ese desastre. Por supuesto, ese viraje se ve impedido por los vicios individuales y colectivos de los miembros de la sociedad, sus propios intereses personales y hasta por prejuicios, creencias y supercherías.
TED KACZYNSKI
É
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rase una vez un capitán y los oficiales de un barco que
estaban tan seguros de sí mismos y de cómo navegaban que se volvieron muy
arrogantes creyéndose capaces de cualquier hazaña en el mar, estaban tan
convencidos de que eran los mejores que se volvieron completamente locos y
viraron el barco hacia el norte, dónde encontraron aguas peligrosas minadas de
icebergs y témpanos helados, y siguieron con rumbo al norte solo para demostrar
lo brillantes que eran en el arte de navegar.
A medida que el barco se acercaba a latitudes más y más
altas, empezaron a surgir disputas entre la tripulación y no tardaron en
quejarse sobre las pésimas condiciones en las que vivían.
Marinero:
– ¡…Que me parta un
rayo ahora mismo sí éste no es el peor viaje en el que he estado nunca, la
cubierta está resbaladiza por el hielo, cuando estoy en el puesto de
observación las ráfagas de viento helado cortan mi chaqueta como si fueran
cuchillos, cada vez que arrío la vela de proa se me congelan los dedos y todo
por cinco chelines de mierda al mes…!
Pasajera:
– ¿Y tu crees que eso
es lo peor? yo no puedo dormir por las noches…a las mujeres en este barco nos
tocan menos mantas que a los hombres, ¡…es injusto…!
Marinero mexicano:
– ¡Váyanse a chingar la madre! Yo gano la mitad que los marineros
anglosajones, necesitamos mucha comida para mantenernos calientes con este
clima y a mi no me dan mi parte, a los anglos les dan más, y lo peor de todo es
que siempre me dan las órdenes en inglés en lugar de dármelas en español.
Marinero indio americano:
– Yo tengo más motivos para quejarme que nadie, si los
rostros pálidos no hubieran usurpado mis tierras ancestrales yo no estaría
navegando en estas gélidas aguas rodeado de icebergs, en lugar de eso estaría
remando plácidamente con mi canoa en un tranquilo lago, me merezco una
indemnización, o como mínimo deberían dejarme organizar unas timbas para poder
ganar algo de dinero.
Contramaestre:
– Ayer el primer oficial me llamó marica, solo porque chupo
pollas. ¡…Tengo el derecho a poder chuparla sin ser insultado por ello…!
Amante de los animales:
– No solo los humanos están siendo maltratados, ayer ví al
segundo oficial patear al perro en dos ocasiones.
Entre los pasajeros había un profesor de universidad y
frotándose las manos exclamó:
Profesor:
– ¡…Todo esto es
horrible, es inmoral, es racismo, sexismo,
maltrato animal, homofobia, y explotación de la clase obrera…! ¡Es
discriminación! Deberíamos tener justicia social: ¡Igualdad salarial para el
marinero mejicano, mejores salarios para toda la tripulación, compensaciones
para el indio, las mismas mantas para las mujeres, el derecho garantizado a
chupar pollas y no más patadas para el perro!
¡Si, si…! – Gritaron los pasajeros – ¡Eso, eso! – Gritó la
tripulación – ¡Es discriminación, tenemos que exigir nuestros derechos!
El grumete aclaró su
voz.
Grumete:
– Ejem…Todos tenéis
buenas razones para quejaros, pero me parece que lo que realmente importa es
dar media vuelta rumbo al sur, porque si seguimos yendo hacia el norte, está
claro que el barco se romperá tarde o temprano con los icebergs, y entonces tu
salario, tus mantas y tu derecho a chuparla no os servirán de nada porque todos
moriremos ahogados.
Pero nadie le prestó
atención porque solo era un grumete.
El capitán y sus oficiales habían estado escuchando y
observando desde la cubierta de popa, ahora sonriendo, guiñándose el ojo entre
ellos y a un gesto del capitán con la mano, el tercer oficial bajó hasta donde
la tripulación y los pasajeros estaban reunidos y se abrió paso entre ellos con
una expresión muy seria en su rostro, y dijo así:
Tercer Oficial – Nosotros los oficiales tenemos que admitir
que en este barco han sucedido hechos inexcusables, no nos habíamos percatado
de la gravedad del asunto hasta escuchar sus quejas. Somos hombres de bien y
queremos lo mejor para vosotros, pero… bien, el capitán es algo conservador en
sus formas y tal vez necesite un pequeño empujón para que hayan cambios
sustanciales, mi opinión personal es que sí ustedes protestan enérgicamente
pero sin violencia y sin violar ninguna de las normas de la nave, eso sacará al
capitán de su inercia y le forzará a afrontar los problemas de los que tan
justamente se quejan.
Dicho esto, el tercer oficial se dirigió hacia la popa. A su
paso, los pasajeros y la tripulación le gritaban a sus espaldas “moderado”
“reformista” “títere del capitán” pero sin embargo hicieron lo que éste les
dijo; se reunieron todos juntos en la cubierta de popa, insultaron a los
oficiales y exigieron sus derechos:
–
“Quiero mejor salario y condiciones de trabajo”, gritó
el marinero
–
“Igualdad de mantas para las mujeres”, exclamó la
pasajera
–
“quiero recibir
mis órdenes en Español”, gritó el mexicano
–
“quiero el
derecho a organizar timbas”, gritó el indio
–
“No quiero que me llamen marica por chupar pollas”, dijo
el contramaestre
–
“No más patadas al perro”, exclamó el amante de los
animales
–
“Revolución ya”,
gritó el profesor.
El capitán y los oficiales se reunieron durante unos
minutos, sonriendo, asintiendo y guiñando el ojo unos a otros todo el tiempo.
Entonces el capitán se dirigió a la parte delantera de la cubierta de popa y
con aires de gran benevolencia, anunció que el salario de los marineros
ascendería a 6 chelines al mes, el salario del mexicano ascendería a dos
tercios del salario de un marinero anglo y la orden de arriar velas se la
darían en español, las mujeres recibirían una manta más, el indio podría
organizar timbas los sábados por la noche, al contramaestre no se le llamaría
marica siempre que chupe pollas en la estricta intimidad y el perro no sería
pateado a menos que hiciera algo muy malo como por ejemplo robar comida de la
cocina.
Los pasajeros y la tripulación celebraron esas concesiones
como una gran victoria pero a la mañana siguiente volvieron a sentirse
insatisfechos.
Marinero:
– Seis chelines al mes es una miseria y todavía se
me congelan los dedos al arriar las velas.
Mexicano:
– Todavía no gano lo mismo que los anglos y no
recibo suficiente comida para aguantar este frío.
Pasajera:
– Las mujeres aun no tenemos suficientes mantas
para mantenernos calientes
Los demás tripulantes y pasajeros siguieron con quejas
similares y el profesor les iba azuzando más.
Cuando terminaron el grumete tomó la palabra, esta vez
gritando para que no pudieran ignorarlo.
Grumete:
– Es realmente terrible que pateen al perro solo por robar
un chusco de pan de la cocina, que las mujeres no tengan las mismas mantas, que
el marinero se congele los dedos por seis chelines y no veo porque el
contramaestre no puede chupar pollas. Pero… ¿habéis visto que grandes son ahora
los icebergs? ¿Y lo fuerte que sopla ahora el viento? ¡Tenemos que dar media
vuelta hacia el sur porque si seguimos hacia el norte vamos a morir ahogados en
estas aguas heladas!
Contramaestre:
– Oh sí es horrible ir tan al norte, pero, ¿por qué tengo
que chuparla escondido en el armario? ¿Por qué tengo que aguantar que me llamen
marica? ¿Acaso no soy tan bueno como los demás?
Pasajera:
– Navegar hacia el norte es terrible y es por eso que
necesitamos más mantas para mantener el calor, ¡Exijo las mismas mantas para
las mujeres ahora!
Profesor:
– Es absolutamente cierto que navegar hacia el norte impone
grandes dificultades en todos nosotros. Pero el cambio de rumbo hacia el sur
sería poco realista, no se puede dar marcha atrás al reloj, tenemos que
encontrar una forma madura de enfrentar la situación.
Grumete:
– Mira, si dejamos que esos cuatro locos se
salgan con la suya vamos a morir ahogados. Cuando la nave se encuentre fuera de
peligro, entonces podremos preocuparnos por las condiciones de trabajo, las
mantas para las mujeres y el derecho a chupar pollas, pero primero tenemos que
hacer que el buque dé la vuelta rumbo al sur, si nos juntamos, hacemos un plan
y le ponemos valor podemos salvarnos, no necesitamos ser muchos, con seis u ocho bastaría, podemos entrar en la cubierta de
popa, tirar por la borda a esos lunáticos y virar el barco hacia el sur.
Profesor:
– No creo en la violencia. (Dijo severamente, levantando la
cabeza)
Contramaestre:
– El uso de la violencia no es ético
Pasajera:
– Me aterroriza la violencia
El capitán y los oficiales habían estado observando y
escuchando todo el tiempo. A una señal del capitán, el tercer oficial bajó a la
cubierta principal. Anduvo entre los pasajeros y la tripulación, diciéndoles
que todavía había muchos problemas en el barco.
Tercer oficial:
– Hemos avanzado mucho, pero aún queda mucho por hacer. Las
condiciones de trabajo para los marineros preferentes siguen siendo difíciles,
el mexicano aún no recibe el mismo salario que los anglosajones, las mujeres
aún no tienen las mismas mantas que los hombres, montar una timba los sábados
por la noche es ciertamente una mísera compensación por las tierras robadas, es
injusto que el contramaestre tenga que chupar pollas en el armario y el perro
aun es pateado a veces, creo que deben dar otro empujoncito al capitán. Sería
bueno que organizaran otra protesta siempre que ésta sea pacífica y sin
violencia.
A medida que el tercer oficial volvía hacia la popa los
pasajeros y la tripulación le iban insultando y gritando, pero sin embargo,
hicieron lo que dijo y se reunieron frente a la cubierta de popa para organizar
otra protesta. Despotricaban con el puño en alto, incluso alguien lanzó un
huevo podrido contra el capitán (que lo esquivó hábilmente)
Después de escuchar sus quejas, el capitán y los oficiales
se reunieron apiñándose, durante la reunión se guiñaron el ojo unos a otros
sonriendo. Entonces el capitán se dirigió a la parte delantera de la cubierta
de popa y anunció que a los marineros se les darían guantes para mantener
calientes los dedos, el marinero mexicano recibiría un salario igual a las tres
cuartas partes del salario de un marinero anglosajón, las mujeres recibirían
otra manta más, el marinero indio podría organizar timbas los sábados y
domingos por la noche, al contramaestre se le permitiría a chuparla
públicamente por la noche, y nadie podía patear al perro sin un permiso
especial del capitán.
Los pasajeros y la tripulación estaban extasiados con esta
gran victoria revolucionaria, pero a la mañana siguiente volvieron a sentirse insatisfechos
y comenzaron los murmullos sobre las injusticias de siempre.
El grumete esta vez
estaba furioso.
Grumete:
– Sois idiotas, ¿no
veis lo que el capitán y sus oficiales están haciendo? os mantienen ocupados
con vuestras quejas triviales sobre mantas, salarios y el perro pateado para
que no penséis en lo que realmente va mal en este barco: Que estamos yendo cada
vez más hacia el norte y moriremos ahogados, sí solo algunos de vosotros
entrarais en razón, nos juntaríamos y tomaríamos la cubierta de popa giraríamos
el barco y así nos salvaríamos. Pero lo único que hacéis es quejaros sobre
cosas insignificantes como las condiciones de trabajo, los juegos de mierda y
el derecho a chuparla.
Los pasajeros y la tripulación se indignaron.
Mexicano:
– ¿Insignificante?... ¿Te parece insignificante que yo cobre
sólo las tres cuartas partes de las que cobra un marinero anglo?
Contramaestre:
– ¿Cómo puedes decir que mi queja es trivial? ¿Sabes lo
humillante que es que te llamen marica?
Amante de los animales:
– Patear al perro no es insignificante, es brutal,
despiadado y cruel.
Grumete:
– Bien, entonces no son quejas insignificantes y triviales,
patear al perro es cruel y brutal y que te llamen marica es humillante, sin
embargo, en comparación con nuestro problema real, en comparación con el hecho que el barco siga yendo hacia el norte,
vuestras quejas se convierten en
insignificantes y triviales porque si no conseguimos que el barco de la vuelta
rápido todos moriremos.
Profesor:
– ¡Fascista!
Pasajera:
– ¡Contrarrevolucionario!
Y todos los pasajeros y tripulación fueron uno a uno
llamándole fascista y contrarrevolucionario, lo dejaron de lado y siguieron
hablando sobre salarios, mantas para las mujeres, el derecho a chupar pollas y de
cómo maltratan al perro. El barco siguió rumbo al norte y al cabo de un rato
fue aplastado entre dos icebergs. Todos murieron ahogados.
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Ted Kaczynski (UNABOMBER)
Ted Kaczynski se graduó en la Universidad Harvard en 1962 y
acto seguido se matriculó en la Universidad de Míchigan para realizar un máster
y un doctorado en matemáticas. La especialidad de Kaczynski era una rama del
análisis complejo llamada teoría de funciones geométricas. Su tesis doctoral se
titulaba "Boundary Functions" (funciones límite), y con ésta resolvía
en menos de un año un problema matemático que uno de sus profesores en Michigan
no fue capaz de resolver, y que sólo podía ser entendida y comprendida por unas
10 ó 12 personas. Impartió clases de matemáticas durante unos tres años, primero
en Michigan y luego en Berkeley, California. Fue una mente brillante, muestra de
ello su “Ship of fools” cuya lectura disfrutó, y el cual puede descargar aquí. . También escribió “La sociedad industrial y su futuro “, mejor conocido como "MANIFIESTO DE UNABOMBER"
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