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domingo, 24 de noviembre de 2013

Kenia: Victoria para las niñas y los Derechos



 

 

En Kenia, una victoria para las niñas y los Derechos




Había algo deliciosamente casual sobre el poder irse al norte de Kenia, el 27 de mayo justo cuando el juez J.A. Makau leyó su muy esperada decisión respecto a un caso que podría alterar la condición de las mujeres y las niñas en Kenia, y tal vez en toda África.
Pero las luces vinieron sucesivamente. Y el Juez de la Corte Suprema en Meru declaró: “Al no hacer cumplir las leyes existentes para evitar la corrupción de menores, la policía ha contribuido al desarrollo de una cultura de tolerancia para la violencia sexual generalizada  contra las niñas y la impunidad. "  
Culpable.
Una extraordinaria historia de tenacidad y coraje, ingenio y supervivencia condujo a esta victoria. 
Tres años antes, 160 niñas entre las edades de 3 y 17 años demandaron al gobierno de Kenia por no protegerlas de ser violadas. Ahora habían hecho historia legal: A través de un recurso de inconstitucionalidad, responsabilizando al Estado por las políticas de tratamiento de las reclamaciones por deshonra y corrupción de menores,  las chicas se aseguraron el acceso a la justicia por sí mismas, al tiempo que obtuvieron protección legal contra la violación, beneficiando a los 10 millones de niñas en Kenia.
Una niña es violada cada 30 minutos en Kenia. Una de las razones es el pensamiento demente de los miles de hombres en África Subsahariana que creen que tener sexo con una niña los curará del VIH o del SIDA. De hecho, la creencia es que cuanto más joven es la niña, más fuerte la cura será.
Aunque existen leyes adecuadas en el Código Penal de Kenia para proteger a las niñas de lo que los kenianos llaman corrupción, existe una casi total impunidad para quienes perpetran estos actos. Las leyes no se cumplen y la práctica de la corrupción ha ido en aumento.
El noventa por ciento de las víctimas han sido violadas por personas a quienes conocen: Padres, tíos, hermanos, vecinos, maestros, sacerdotes. La misma gente cuyos roles es mantener a los niñas seguras.
Si la chica no se muere a causa de sus heridas, se enfrenta a ser abandonada. Nadie quiere tener nada que ver con una chica cuyo cuerpo fue profanado. Ellas pierden su oportunidad de ir a la escuela. Ellas probablemente enfermaran a causa de infecciones de transmisión sexual como el VIH, o pueden quedar embarazadas. Su infancia ha terminado. Ellas permanecerán en la pobreza, bajo condiciones míseras e insalubres.
Esto dio el coraje y la tenacidad a esas 160 niñas, para asumir que el sistema les había fallado. El 11 de octubre, cuando el caso fue a la Corte en Meru, sus Abogados marcharon manifestando por las calles desde la vivienda donde las chicas habían estado albergadas por el Palacio de Justicia. Las chicas querían marchar también, pero se les dijo que su identidad debía ser protegida y que debían permanecer en el albergue. Nada de eso”, dijeron. Marcharon al lado de sus defensores cantando "Haki yangu",  las palabras kiswahili para "Exijo mis derechos".
Entretanto, los Guardias de la Corte cerraron de golpe las puertas apenas se acercaban las chicas. Pero éstas traspasaron el cerco cantando aún "Haki yangu",  y luego comenzaron a reírse de la inversión en los roles que se estaba produciendo frente a ellas.
"Mira", se decían entre ellos, llamándose unos a otros. "¡Estos hombres que nos hacen daño y nos hicieron sentir avergonzadas ahora tienen miedo de nosotros!". Pronto las puertas se abrieron y las niñas y sus Abogados entraron en la Corte.
Sin embargo, el caso comenzó realmente cuando un grupo de Abogados provenientes de Kenia, Malawi, Ghana y Canadá se reunieron en la Facultad de Derecho Osgoode Hall de la Universidad de York, en Toronto, Ontario, y su discusión se volvió hacia el alarmante aumento de la violación en Kenia.
El precedente jurídico: Mujeres canadienses que habían demandado a su propio gobierno por no protegerlas a ellas, y habían ganado. Desde luego, las mujeres africanas les preguntaron cómo alcanzaron su victoria, y cuando las canadienses explicaron la fuerza de un recurso de inconstitucionalidad, las africanas decidieron entonces seguir adelante.
Esta acción fue la creación de Fiona Sampson, una canadiense que dirige una organización llamada “El Efecto de Igualdad”, que utiliza las normas internacionales de derechos humanos para mejorar las vidas de las niñas y las mujeres. Ella se asoció con Mercy Chidi, Directora de un refugio en Meru llamado “Ondas Internacionales”. Juntas,  ellas sabían que ya era hora de hacer frente al problema: La impunidad de los violadores y el fracaso del sistema de justicia para condenarlos.
El viaje de estas niñas han tomado es sobre chicas que se atreven a romper tabúes y hablar sobre asalto sexual. Se trata de las Abogadas de dos lados del mundo que apoyan a las jóvenes en su búsqueda de justicia. Se trata de niñas a quienes se les dijo que no tenían ningún derecho, pero insistieron en lo que hacen. Y es la reacción de retroceso que las mujeres y niñas de todo el mundo han estado esperando.
Dentro de las 48 horas de la decisión del tribunal keniano, Fiona Sampson escuchó decir a la gente en medio de docenas de países, que también desean cursar la misma acción. Duró siglos, pero se acabó la fiesta.

Sally Armstrong,  periodista canadiense, es la autora de “Ascent of Women: Our Turn, Our Way — A Remarkable Story of World-Wide Change.”("Subida de la Mujer: nuestra vuelta, nuestra vía. Una historia notable del cambio a nivel mundial.")


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Fuente: http://www.nytimes.com/2013/06/05/opinion/global/in-kenya-a-victory-for-girls-and-rights.html?_r=0
Traducción libre 

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