El momento oscuro de Venezuela: hambre, apagones y un
gobierno paralizado
Por NICHOLAS CASEY y PATRICIA TORRES
30 mayo 2016
Publicado en The New York Times
Publicado en The New York Times
CARACAS — ¿Los tribunales? Cerrados la mayor parte del
tiempo. ¿Las oficinas para registrar un negocio? Igual. ¿El ministerio público?
Se ha transformado en una venta de alimentos para empleados del gobierno.
Poco a poco, Venezuela ha comenzado a paralizarse.
Los habitantes de este país llevan años acostumbrados a una
aguda escasez, incluso de alimentos básicos. Sin embargo, Venezuela continúa
adentrándose en territorio inexplorado. Hace poco el gobierno adoptó una medida
desesperada para ahorrar electricidad: decretó el cierre temporal de muchas de
sus oficinas que ahora solo trabajan dos días por semana (de 7:30 de la mañana
a 13:00).
Pero eso solo es una muestra de los males del país. La
electricidad y el agua están racionadas por lo que enormes regiones del país
han sufrido la escasez de ambos recursos durante meses.
Muchas personas no pueden hacer llamadas internacionales
desde sus teléfonos debido a un conflicto entre el gobierno y las compañías
telefónicas por las tarifas y regulaciones cambiarias. Coca-Cola Femsa, la
compañía mexicana que embotella Coca-Cola en el país, ha paralizado la
producción de refrescos debido a la escasez en el suministro de azúcar.
La semana pasada las protestas se tornaron violentas en
varias regiones del país donde los manifestantes exigían que se volvieran a
abastecer a los supermercados. El viernes el gobierno dijo que la medida
implementada en sus oficinas continuará por otros 15 días.
“Se han experimentado muchos problemas, pero algo que no se
había visto son estas protestas cuya finalidad es, simplemente, obtener
alimentos”, dijo David Smilde, un analista de la Oficina en Washington para
Asuntos Latinoamericanos, una organización de derechos humanos.
La creciente crisis económica —alimentada por los bajos
precios del petróleo, el principal producto de exportación del país; una sequía
que ha paralizado la generación de energía hidroeléctrica, y la caída en la
producción manufacturera y agrícola— se ha convertido en una intensa crisis
política para el presidente Nicolás Maduro.
Este mes declaró un estado de emergencia, el segundo de
2016, y ordenó la realización de ejercicios militares, al citar amenazas
externas. Sin embargo, el cerco sobre el presidente se estrecha cada vez más.
Algunos funcionarios estadounidenses dicen que las múltiples
crisis han hecho que Maduro caiga en desgracia con los miembros del Partido
Socialista Unido de Venezuela (PSUV), su propio partido. Según los
funcionarios, los militantes podrían volverse en su contra, lo que provocaría
el caos en las calles.
Antiguos aliados como Brasil, cuya presidenta Dilma Rousseff
fue removida de su cargo este mes mientras espera para ser enjuiciada, ahora
critican abiertamente a Venezuela. José Mujica, el expresidente de Uruguay,
dijo hace unos días que Maduro está “loco como una cabra”.
Las tensiones regionales llegaron a su punto crítico la
semana pasada cuando Maduro declaró en televisión y reprendió a la Organización
de Estados Americanos (OEA), que ha criticado el manejo de la crisis económica
y política del gobierno venezolano. Maduro arremetió contra Luis Almagro, el
secretario general de la organización, diciendo que es un “traidor desde hace
tiempo” y acusándolo de ser un agente de la CIA.
Almagro le respondió con una carta abierta en la que le hace
una fuerte crítica y aboga para que Maduro permita que se realice el referendo
revocatorio que la oposición está convocando para destituirlo.
“Traicionas a tu pueblo y a tu supuesta ideología con tus
diatribas sin contenido”, escribió Almagro. “Negar la consulta al pueblo,
negarle la posibilidad de decidir, te transforma en un dictadorzuelo más, como
los tantos que ha tenido el continente”.
Mientras este enfrentamiento continúa, Mariángel González,
de 32 años y madre de dos hijas, está más preocupada por los efectos de la
crisis gubernamental en su vida cotidiana. Ahora las escuelas públicas no
trabajan los viernes para ahorrar energía eléctrica. Así que estaba haciendo
fila con su hija mayor en un cajero automático, mientras su esposo cuidaba a la
otra niña en casa.
“En este momento mi hija mayor debería estar en la escuela
primaria y la más pequeña en el kínder”, dijo. “Hemos tenido que inventarnos
nuevas rutinas”.
González, es una abogada independiente, y hasta hace poco
vivía como la clase media. Pero dice que el colapso gubernamental la ha dejado
sin trabajo y a su familia sin comida.
“La niña más grande, que entiende lo que sucede, me dice:
‘¿Qué hay, mamá: pan, arepas o nada?’”. La mujer dice que hace poco la familia
cenó pasta con kétchup.
Para Vanessa Arneta, quien comparte un departamento con
siete familiares, la mayor dificultad son los cortes de agua que solo llega un
día a la semana, los jueves, a su barrio de San Antonio de los Altos.
Ese día se reparten las tareas a toda prisa. Un sobrino se
ducha mientras otro lava los platos, cuenta Arneta. Uno de sus hermanos lava el
baño mientras alguien más llena baldes de agua. Sin embargo, Arneta menciona
que el agua es de color café y enferma a su familia.
Muchos venezolanos dicen que sufren irritaciones en la piel
por bañarse con esa agua o por no poder hacerlo, ni lavar sus sábanas y toallas.
“Su cuerpo está lleno de pequeñas burbujas que duelen horrible”, dijo Arneta de
una de sus hermanas.
Las escuelas públicas de Venezuela cierran los
viernes, en otro esfuerzo por ahorrar electricidad. Credit Meridith Kohut para The New York Times |
El gobierno de Venezuela afirma que los problemas son
provocados por una “guerra económica” declarada por las élites que acumulan las
provisiones, además de los esfuerzos del gobierno estadounidense por
desestabilizar al país.
Sin embargo, la mayoría de los economistas concuerdan en que
Venezuela padece los efectos de años de mala administración económica, lo que
se manifiesta en una excesiva dependencia del petróleo y los controles de
precios que han paralizado la producción de muchas empresas.
Algunos venezolanos canalizan sus frustraciones en protestas
contra el gobierno. Los opositores de Maduro, quienes ahora controlan la
Asamblea Nacional, realizan protestas semanales para que se convoque un
referendo.
El miércoles pasado, los manifestantes se enfrentaron a la
policía que disparó gas lacrimógeno y recibió ataques con botellas y piedras.
“La situación económica de este país está colapsando”,
comentó Pablo Parada, un estudiante de derecho que participó la semana pasada
en una huelga de hambre frente a la oficina de la OEA en Caracas. “Ahora hay
personas que pasan hambre”.
Parada dijo que el propósito de su huelga de hambre era
presionar a la OEA para que inste a los funcionarios venezolanos a que permitan
que el referendo se realice este año. Es la única forma en la que cree que el
país podría recuperarse.
Ahora en Caracas hay menos tráfico porque muy poca gente
sale de sus casas debido a la falta de dinero o de empleo. Hace poco, en los
edificios gubernamentales del centro de la ciudad, los peatones pasaban de
largo porque casi todos los edificios —incluyendo varios museos, la oficina del
registro público y el seguro social— estaban vacíos, como si fuera un día
festivo.
Los únicos que trabajaban eran los guardias.
“Ahora esto está en las manos de Dios”, dijo uno de los
guardias llamado Luis Ríos. Otros señalan lo absurdo que resulta cerrar
servicios para ahorrar la energía gubernamental.
“Yo no veo que ahorren energía de esta forma”, comentó
Youheinz Linares, una madre divorciada de 38 años, quien cuidaba de sus hijos,
un viernes en el que no hubo escuela.
“En la escuela hay 40 niños con una bombilla en un salón”,
dijo. “Ahora tienes 40 niños en sus casas con las luces, los televisores,
tabletas, videojuegos y computadoras encendidas todo el día. Es ilógico”.
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Fuente: http://www.nytimes.com/es/2016/05/30/el-momento-oscuro-de-venezuela-hambre-apagones-y-un-gobierno-paralizado/?em_pos=small&emc=edit_bn_20160530&nl=boletin&nl_art=0&nlid=74283157&ref=headline&te=1
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