LAS EMOCIONES SOCIALES PUEDEN SURGIR EN LA CORTEZA
ORBITOFRONTAL
Patricia Moren
Las emociones no
se emplazan en una sola parte del cerebro, aunque algunas son más importantes
en el inicio del cambio emocional, como las amígdalas cerebrales en relación al
miedo y la corteza orbitofrontal en emociones sociales como los celos, la
culpa, el orgullo, el amor o la vergüenza. De todo ello ha hablado el neurólogo
Ralph Adolphs, quien está convencido de que, con esfuerzo, podemos llegar a dominar
nuestra mente.
Las emociones no
se emplazan en una única estructura del cerebro, aunque hay algunas más
importantes que otras en el inicio del cambio emocional.
El cambio incide
en el cerebro y éste, una vez que se ha iniciado, lo puede registrar a modo de
sentimiento. Es la experiencia consciente de las emociones. Sobre ellas y su
relación con la mente ha hablado Ralph Adolphs, profesor del Departamento de
Neurología de la Universidad de Iowa (Estados Unidos). Este experto es uno de
los autores del libro "Emoción y conocimiento: La evolución del cerebro y la
inteligencia", publicado por Tusquets y la Fundación La Caixa.
Adolphs está
convencido de que las emociones, lejos de dominarnos, se pueden autorregular.
Prueba de ello es que los cirujanos son capaces de intervenir a un paciente
aparcando sus emociones en tanto dure el procedimiento quirúrgico. Según
estudios de Jesús Pujol, de la Universidad de Barcelona, la autorregulación de
las emociones depende de la maduración de la corteza prefrontal, una región del
cerebro que madura tarde en la vida y que puede inhibir y regular la actividad
de la amígdala, estudiada por Adolphs.
En sus trabajos
ha analizado la actividad cerebral de los pacientes neurológicos con lesiones
mediante resonancia magnética, y ha estudiado las miniestructuras cerebrales
implicadas en el inicio del cambio emocional: la amígdala, la corteza
orbitofrontal, el estrato ventral o las regiones corticales del hemisferio
derecho del cerebro.
En estudios
animales se ha constatado que las estructuras del estrato ventral son
importantes para procesar las emociones relacionadas con las recompensas y
motivaciones positivas.
Los trabajos de
Adolphs han comprobado que la amígdala se relaciona con emociones primarias
como el miedo frente a todos aquellos estímulos que tienen que ver con
situaciones amenazadoras o peligros potenciales del entorno.
¿Sólo de humanos?
En cambio, la
corteza orbitofronal estaría asociada con una clase de emociones, las emociones
sociales, particularmente desarrolladas en los seres humanos, como la
vergüenza, la culpa, la lástima, el orgullo y también el amor. Todas ellas son
muy complejas y parecen casi exclusivas del ser humano. ¿Pueden sentirlas los
animales?
Los perros pueden
sentir algo parecido a la culpa, dice Adolphs, mientras que los mamíferos
inferiores no pueden.
El investigador
Michael Tomaselo ha sugerido, según recordó Adolphs, que la capacidad de
generar una cultura depende de la capacidad básica de sentir empatía hacia
otras personas. Desde el punto de vista social, los simios son los animales que
parecen comportarse de un modo más similar a las personas y, aunque de forma
rudimentaria, podrían tener algún tipo de cultura.
"La
inteligencia humana surgió a raíz de esta capacidad básica de ponernos en la
piel de otra persona. Toda nuestra comunicación social y el lenguaje cumplen
con este cometido", según Adolphs. Parece que las mujeres podrían tener
más desarrollada esta capacidad de empatía y la inteligencia emocional o
social. Aunque es difícil definirla, "es aquélla que nos permite percibir
cómo se sienten los demás y expresar sentimientos o pensamientos que regulan la
interacción social con los otros".
La mujer, más empática
Es obvio que
existen diferencias en el modo de sentir y procesar las emociones entre hombres
y mujeres. A este respecto, la pregunta más difícil de responder hoy es si
dichas diferencias son fruto de condicionantes genéticos o influencias
culturales. El neurólogo Ralph Adolphs reconoce que ambos aspectos son
importantes, pero, al hablar de las diferencias innatas entre ambos sexos,
recuerda que el hombre tiene mayor volumen cerebral y las mujeres presentan una
asimetría diferente en los hemisferios izquierdo y derecho. Cuando responden a
cuestionarios, es cierto que las mujeres parecen más sensibles a la situación
emocional de otras personas en comparación con los hombres. Aunque la realidad
sea más compleja y esta afirmación no se pueda extrapolar a todo el género
femenino, de entrada las mujeres serían más empáticas que los hombres y
tendrían una mayor inteligencia social o emocional que éstos.
El investigador
David Skuse, que ha estudiado el síndrome de Turner, una enfermedad genética en
que los afectados presentan más copias del cromosoma X -más incluso que las
mujeres-, habría observado que los individuos con este síndrome presentan más
inteligencia social que las mujeres y los hombres, según ha referido Adolphs.
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Fuente: http://www.el-esceptico.org/leer.php?id=1571&autor=257&tema=13
URL: Diario Médico http://www.diariomedico.com/
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