La nueva generación de narcotraficantes
29/05/2012 - 04:01 AM
México, DF.- En septiembre de 2006, el ya mermado cártel de la
Familia Michoacana se dio a conocer en México arrojando cinco cabezas
humanas a una pista de baile en la ciudad de Uruapan. Unos meses antes,
una escena similar se había vivido en Acapulco con las de dos policías
que habían abatido a cuatro narcotraficantes. Desde entonces, la
brutalidad de los crímenes ha superado todo lo conocido.
Cuerpos desmembrados, cadáveres colgando de puentes, mensajes tallados en la piel de las víctimas, decenas de degollados... Los mexicanos se han tenido que acostumbrar a escenas dantescas, que ya no ocurren sólo en las localidades fronterizas, las que más se disputan los cárteles, sino que también han llegado a la capital.
Sin atención
El sistema judicial del país no ha encontrado el modo de llegar a estos criminales. La estrategia que emplea el Gobierno apunta a capturar a los capos, mientras que los autores de estas masacres, que se han vuelto cada vez más cotidianas, parecen quedar en un segundo plano de importancia.
Aunque sea difícil dar con los responsables directos de esos casos, parece en cambio posible hacerse una idea de qué tipo de personas son. La Dra. Feggy Ostrosky Solís, una las pocas profesionales que estudia el comportamiento psicológico de los criminales en México y autora del libro “Mentes Asesinas. La violencia en tu cerebro, tiene respuestas”.
Esta investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) contó a Infobae América que, de acuerdo con los estudios que realizó, la mayoría de los sicarios presentan un perfil de psicópatas.
“La psicopatía no es una locura, no es que oigan voces que les digan que vayan a matar; es un trastorno de personalidad que se presenta en el 1 a 6 por ciento de la población normal”, explicó, agregando que suelen ser mentirosos patológicos, por lo general superficialmente encantadores y con poca capacidad de empatía.
La especialista indicó, no obstante, que cada vez se observa más un segundo grupo, y que está compuesto por lo que ella llama sociópatas culturales. Se trata de jóvenes que no han tenido oportunidades verdaderas de estudio o trabajo y, despojados de valores sociales que guíen sus conductas, se convierten en presa fácil del crimen organizado. “Son las personas que no estaban destinadas a ser tan despiadadas, pero por efectos sociales se convierten en eso”, resume.
Ostrosky explicó cómo las fallas en las instituciones del Estado contribuyen a este problema. En México “hay ocho millones de jóvenes que han abandonado la escuela, que no sabe cómo retenerlos, y tampoco encuentran trabajo”. A ello se suma un segundo fenómeno, que es una sociedad que fomenta la acumulación de bienes materiales, “que entiende que quien más tiene, más vale”. Y es allí en donde actúa el crimen organizado, que les ofrecen grandes sumas de dinero por trabajos de sicario.
No hay educación
Existe, además, una segunda razón, que no es menos importante: la familia. Estos jóvenes suelen tener “madres solteras, sin cooperación paterna, y que como no están en la casa porque tienen que trabajar se vuelven muy permisivas para tratar de compensar esa falta. Entonces no hay enseñanza de valores, de autocontrol y autorregulación de los impulsos”, señaló.
“El ser humano atraviesa todo un proceso en el que tiene que aprender reglas de interacción. Y estas personas, por esas razones, apagan sistemas en el cerebro que nos hacen que respondamos con empatía, pero como no están educados en esa parte afectiva entonces funcionan como sociópatas”, advirtió la doctora, quien sin embargó destacó que “esas gentes a lo mejor podrían ser readaptadas con programas eficientes”.
Es por eso que los cárteles cada vez reclutan a más gente joven. “Porque es muy fácil hacerlo. Ellos no tienen con qué formar una conducta moral, porque tienen que tener una construcción a lo largo de la vida de factores emocionales, cognoscitivos y conceptuales. Y la situación que ha vivido México no es fácil”.
La violencia, un mensaje
En las últimas semanas, una serie de homicidios en masa ha regado de muertos a varios estados. En poco más de un mes, fueron hallados más de 100 cadáveres con visibles rastros de violencia. Las autoridades creen que se debe a una disputa entre los cárteles por el control de las rutas de tráfico de drogas. Y atribuyen la brutalidad de los crímenes a que son mensajes entre ellos.
Esta clase de afirmaciones ha motivado un debate sobre la cobertura informativa que se hace de los casos. De hecho, en marzo de 2011 muchos medios asumieron un compromiso de moderar el modo en que se informa de ese tipo de noticias para evitar ser un canal de comunicación al servicio de los criminales.
Cuerpos desmembrados, cadáveres colgando de puentes, mensajes tallados en la piel de las víctimas, decenas de degollados... Los mexicanos se han tenido que acostumbrar a escenas dantescas, que ya no ocurren sólo en las localidades fronterizas, las que más se disputan los cárteles, sino que también han llegado a la capital.
Sin atención
El sistema judicial del país no ha encontrado el modo de llegar a estos criminales. La estrategia que emplea el Gobierno apunta a capturar a los capos, mientras que los autores de estas masacres, que se han vuelto cada vez más cotidianas, parecen quedar en un segundo plano de importancia.
Aunque sea difícil dar con los responsables directos de esos casos, parece en cambio posible hacerse una idea de qué tipo de personas son. La Dra. Feggy Ostrosky Solís, una las pocas profesionales que estudia el comportamiento psicológico de los criminales en México y autora del libro “Mentes Asesinas. La violencia en tu cerebro, tiene respuestas”.
Esta investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) contó a Infobae América que, de acuerdo con los estudios que realizó, la mayoría de los sicarios presentan un perfil de psicópatas.
“La psicopatía no es una locura, no es que oigan voces que les digan que vayan a matar; es un trastorno de personalidad que se presenta en el 1 a 6 por ciento de la población normal”, explicó, agregando que suelen ser mentirosos patológicos, por lo general superficialmente encantadores y con poca capacidad de empatía.
La especialista indicó, no obstante, que cada vez se observa más un segundo grupo, y que está compuesto por lo que ella llama sociópatas culturales. Se trata de jóvenes que no han tenido oportunidades verdaderas de estudio o trabajo y, despojados de valores sociales que guíen sus conductas, se convierten en presa fácil del crimen organizado. “Son las personas que no estaban destinadas a ser tan despiadadas, pero por efectos sociales se convierten en eso”, resume.
Ostrosky explicó cómo las fallas en las instituciones del Estado contribuyen a este problema. En México “hay ocho millones de jóvenes que han abandonado la escuela, que no sabe cómo retenerlos, y tampoco encuentran trabajo”. A ello se suma un segundo fenómeno, que es una sociedad que fomenta la acumulación de bienes materiales, “que entiende que quien más tiene, más vale”. Y es allí en donde actúa el crimen organizado, que les ofrecen grandes sumas de dinero por trabajos de sicario.
No hay educación
Existe, además, una segunda razón, que no es menos importante: la familia. Estos jóvenes suelen tener “madres solteras, sin cooperación paterna, y que como no están en la casa porque tienen que trabajar se vuelven muy permisivas para tratar de compensar esa falta. Entonces no hay enseñanza de valores, de autocontrol y autorregulación de los impulsos”, señaló.
“El ser humano atraviesa todo un proceso en el que tiene que aprender reglas de interacción. Y estas personas, por esas razones, apagan sistemas en el cerebro que nos hacen que respondamos con empatía, pero como no están educados en esa parte afectiva entonces funcionan como sociópatas”, advirtió la doctora, quien sin embargó destacó que “esas gentes a lo mejor podrían ser readaptadas con programas eficientes”.
Es por eso que los cárteles cada vez reclutan a más gente joven. “Porque es muy fácil hacerlo. Ellos no tienen con qué formar una conducta moral, porque tienen que tener una construcción a lo largo de la vida de factores emocionales, cognoscitivos y conceptuales. Y la situación que ha vivido México no es fácil”.
La violencia, un mensaje
En las últimas semanas, una serie de homicidios en masa ha regado de muertos a varios estados. En poco más de un mes, fueron hallados más de 100 cadáveres con visibles rastros de violencia. Las autoridades creen que se debe a una disputa entre los cárteles por el control de las rutas de tráfico de drogas. Y atribuyen la brutalidad de los crímenes a que son mensajes entre ellos.
Esta clase de afirmaciones ha motivado un debate sobre la cobertura informativa que se hace de los casos. De hecho, en marzo de 2011 muchos medios asumieron un compromiso de moderar el modo en que se informa de ese tipo de noticias para evitar ser un canal de comunicación al servicio de los criminales.
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Fuente: http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/la-nueva-generacion-de-narcotraficantes
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