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jueves, 24 de septiembre de 2015

Papa Francisco: Retos planteados al Congreso de los Estados Unidos de Norteamérica





Estos son los 8 retos que el Papa Francisco planteó al Congreso de Estados Unidos

Los retos que considera cruciales afrontar desde Estados Unidos: 

  • el extremismo ideológico; 
  • la crisis de los refugiados; 
  • la situación de los inmigrantes; 
  • la abolición de la pena de muerte; 
  • la función de los políticos; 
  • la necesidad de una economía solidaria y sustentable; y,
  • la defensa de la vida y la familia.

 
 El Papa Francisco ante el Congreso de Estados Unidos. Foto L'Osservatore Romano


WASHINGTON D.C., 24 Sep. 15 / 03:14 pm (ACI).- El Papa Francisco se convirtió este jueves en el primer Pontífice en ofrecer un discurso en el Capitolio de Washington D.C. En su histórico mensaje, dirigido a una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y el Senado, presentó los retos que considera cruciales afrontar desde Estados Unidos: el extremismo ideológico; la crisis de los refugiados; la situación de los inmigrantes; la abolición de la pena de muerte; la función de los políticos; la necesidad de una economía solidaria y la defensa de la vida y la familia.

Tras reconocer a Estados Unidos como “la tierra de los hombres libres y patria de los valientes”, citando el himno nacional, el Papa recordó que este año el país celebra aniversarios de algunos ilustres norteamericanos que “con su vida plasmaron valores fundantes que viven para siempre en el alma de todo el pueblo”. El Papa se refirió específicamente a Abraham Lincoln, Martin Luther King, Dorothy Day y Thomas Merton.

1. No a fundamentalismos ni reduccionismos simplistas

El Papa expresó su preocupación por la difícil situación social y política de este tiempo y destacó que “el mundo es cada vez más un lugar de conflictos violentos, de odio nocivo, de sangrienta atrocidad, cometida incluso en el nombre de Dios y de la religión. Somos conscientes de que ninguna religión es inmune a diversas formas de aberración individual o de extremismo ideológico”.

El Santo Padre rechazó cualquier tipo de fundamentalismo de índole religiosa y recordó que es necesario “combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar”.

Advirtió que “el reduccionismo simplista” divide la realidad en buenos y malos y señaló que “el mundo contemporáneo con sus heridas, que sangran en tantos hermanos nuestros, nos convoca a afrontar todas las polarizaciones que pretenden dividirlo en dos bandos”. La respuesta ante esta realidad, dijo el Santo Padre, debe ser la esperanza, la reconciliación, la paz y la justicia.

2. Salir de la "lógica del enemigo" ante inmigrantes

Luego de recordar que hace 50 años Martin Luther King protagonizó la histórica marcha de Selma a Montgomery en su la campaña por los plenos derechos civiles y políticos para los afro-americanos, el Santo Padre expresó su alegría porque Estados Unidos sigue siendo la tierra de los “sueños” para muchas personas.

Recordó nuevamente su origen como inmigrante y señaló que en los últimos siglos, millones de personas han llegado a Estados Unidos persiguiendo el sueño de poder construir su propio futuro en libertad.

“Nosotros, pertenecientes a este continente, no nos asustamos de los extranjeros, porque muchos de nosotros hace tiempo fuimos extranjeros. Les hablo como hijo de inmigrantes, como muchos de ustedes que son descendientes de inmigrantes”.

El Papa expresó la necesidad de construir una nación que salga de la “lógica del enemigo” para pasar a la lógica de la recíproca subsidiaridad.

3. No al "descarte" de los refugiados

El Santo Padre también abordó la crisis de los refugiados en todo el mundo “sin precedentes desde los tiempos de la II Guerra Mundial”.

El Papa exhortó a los congresistas a no dejarse intimidar por los números sino “más bien mirar a las personas, sus rostros, escuchar sus historias mientras luchamos por asegurarles nuestra mejor respuesta a su situación”. Destacó la necesidad de dar siempre una respuesta humana, justa y fraterna que evite la tentación contemporánea de “descartar” todo lo que moleste.

4. Vivir la “regla de oro” y defender la vida

El Santo Padre afirmó que en el Evangelio hay una “regla de oro” que permite afrontar estos retos y  que se encuentra en Mateo 7,12: “hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes”.

El Papa explicó que esta “regla de oro” brinda “un parámetro de acción bien preciso: tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros”.

El Papa Francisco recordó que parte de esta “regla de oro” es defender la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural. “La regla de oro nos recuerda la responsabilidad que tenemos de custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo”, enfatizó el Santo Padre.

5. Abolición mundial de la pena de muerte

Más adelante y en medio de los aplausos de los congresistas, el Papa se refirió a la necesidad de trabajar en diferentes niveles para lograr la abolición mundial de la pena de muerte. “Estoy convencido que este es el mejor camino, porque cada vida es sagrada, cada persona humana está dotada de una dignidad inalienable y la sociedad sólo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito”.

El Santo Padre recordó los continuos llamados de los obispos de Estados Unidos para la abolición de la pena capital: “No sólo me uno con mi apoyo, sino que animo y aliento a cuantos están convencidos de que una pena justa y necesaria nunca debe excluir la dimensión de la esperanza y el objetivo de la rehabilitación”.

6. Trabajar por una economía sustentable y solidaria

En el histórico discurso ante más de 500 parlamentarios, el Papa también expresó su preocupación por la situación de pobreza extrema que atraviesan muchas personas en el mundo y centró la solución en la creación de una economía solidaria.

“¡Cuánto se ha progresado, en este sentido, en tantas partes del mundo! ¡Cuánto se viene trabajando en estos primeros años del tercer milenio para sacar a las personas de la extrema pobreza! Sé que comparten mi convicción de que todavía se debe hacer mucho más y que, en momentos de crisis y de dificultad económica, no se puede perder el espíritu de solidaridad internacional”, dijo.

7. Ser buenos políticos y buscar el diálogo

En una referencia al avance de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, Francisco reconoció los esfuerzos que se han realizado en los últimos meses y que están ayudando a “superar las históricas diferencias ligadas a dolorosos episodios del pasado”.

El Santo Padre consideró que “cuando países que han estado en conflicto retoman el camino del diálogo, que podría haber estado interrumpido por motivos legítimos, se abren nuevos horizontes para todos. Esto ha requerido y requiere coraje, audacia, lo cual no significa falta de responsabilidad”.

Para lograr estos objetivos Francisco consideró particularmente necesaria la participación de buenos políticos quienes, según dijo, “deben tener siempre en mente los intereses de todos y debe tomar el momento con un espíritu abierto y pragmático” y optar “por generar procesos más que por ocupar espacios”.

Destacó que el político debe ser un agente de diálogo y de paz y estar verdaderamente determinado a atenuar los conflictos armados. En este punto el Papa señaló el problema que genera la venta de armas letales y pidió terminar con el tráfico de armas que lleva consigo “un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de sangre inocente”.

8. Reaccionar ante amenazas contra la familia

Hacia el final de su discurso, el Papa se refirió al papel fundamental de la familia en la construcción del país y expresó su preocupación porque la familia “está amenazada, quizás como nunca, desde el interior y desde el exterior”.

“Las relaciones fundamentales son puestas en duda, como el mismo fundamento del matrimonio y de la familia. No puedo más que confirmar no sólo la importancia, sino por sobre todo, la riqueza y la belleza de vivir en familia”, denunció.

El Santo Padre se refirió especialmente a los jóvenes a quienes consideró los más vulnerables de la familia. “Muchos tienen delante un futuro lleno de innumerables posibilidades, muchos otros parecen desorientados y sin sentido, prisioneros en un laberinto de violencia, de abuso y desesperación”.

El Papa advirtió que “existe una cultura tal que empuja a muchos jóvenes a no poder formar una familia porque están privados de oportunidades de futuro. Sin embargo, esa misma cultura concede a muchos otros, por el contrario, tantas oportunidades, que también ellos se ven disuadidos de formar una familia”.

El Papa concluyó su discurso expresando su deseo de que el alma de la nación, basada en la libertad, la fe, el diálogo “siga tomando forma y crezca, para que los jóvenes puedan heredar y vivir en una tierra que ha permitido a muchos soñar. Que Dios bendiga a América”.

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Fuente: https://www.aciprensa.com/noticias/estos-son-los-8-retos-que-el-papa-francisco-planteo-al-congreso-de-estados-unidos-12542/

domingo, 13 de septiembre de 2015

El misterio de ISIS




El misterio de ISIS

por Anónimo
The New York Review of Books, 7-9-2015



El autor tiene una amplia experiencia en Oriente Próximo y ha sido un alto funcionario de un país de la OTAN. Respetamos los motivos del autor para mantener su anonimato.


Ahmad Fadhil tenía dieciocho años cuando murió su padre en 1984. Las fotografías sugieren que era relativamente bajito, regordete y llevaba unas grandes gafas. No era un estudiante especialmente malo –tuvo un notable de media en el instituto–, pero decidió dejar las clases. Había trabajo en las fábricas de confección y de piel en su ciudad natal de Zarqa (Jordania), pero él prefirió trabajar en una tienda de vídeos y ganó el dinero suficiente para poder pagarse algunos tatuajes. También bebía alcohol, consumía drogas y tenía sus más y sus menos con la policía. Su madre lo mandó por ello a una clase islámica de autoayuda. Esto le hizo sentar cabeza y lo situó en una senda diferente. Cuando Ahmad Fadhil murió en 2006 había puesto los cimientos de un Estado islámico independiente de ocho millones de personas que controlaba un territorio más extenso que la propia Jordania.

El ascenso de Ahmad Fadhil –o, como sería conocido más tarde en la yihad, Abu Musab al-Zarqawi– y el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés), el movimiento del cual él fue el fundador, resulta casi inexplicable. El año 2003, en el que empezó sus operaciones en Irak, parecía para muchos parte de una época prosaica y nada heroica de nuevas empresas nacidas al calor de Internet y un sistema de comercio global en lenta expansión. A pesar de  la invasión de Irak de aquel año, comandada por Estados Unidos, las fronteras de Siria e Irak se mantuvieron estables. El secular nacionalismo árabe parecía haber triunfado sobre las fuerzas más antiguas de la tribu y la religión. Diferentes comunidades religiosas –yazidíes, chabaquíes, cristianos, kakais, chiíes y suníes– seguían viviendo unas al lado de otras, como habían venido haciendo desde hacía un milenio o más. Los iraquíes y los sirios contaban con mejores ingresos, educación, sistemas sanitarios e infraestructuras, así como con un futuro aparentemente más halagüeño, que la mayoría de los ciudadanos del mundo en desarrollo. ¿Quién podría haber imaginado entonces que un movimiento fundado por un hombre de una tienda de vídeos en la Jordania provinciana arrancaría un tercio del territorio de Siria e Irak, haría añicos todas estas instituciones históricas y –tras derrotar a una combinación de ejércitos de una docena de los países más ricos de la tierra– crearía un miniimperio?

La historia es relativamente fácil de contar, pero mucho más difícil de comprender. Comienza en 1989, cuando Zarqawi, inspirado por su clase islámica de autoayuda, viajó de Jordania a Afganistan para «hacer la yihad». En el curso de la siguiente década luchó en la guerra civil afgana, organizó ataques terroristas en Jordania, pasó varios años en una cárcel jordana y regresó –con ayuda de al-Qaeda– para organizar un campo de entrenamiento en Herat, al oeste de Afganistán. Fue expulsado de Afganistán por la invasión de 2001 encabezada por Estados Unidos, pero volvió a las andadas gracias al apoyo del Gobierno iraní. Más tarde, en 2003 –con la ayuda de los partidarios de Saddam–, organizó una red de insurgencia en Irak. Al elegir como sus blancos predilectos los chiíes y sus lugares más sagrados, pudo convertir una insurgencia contra las tropas estadounidenses en una guerra civil entre chiíes y suníes.


En la actualidad, treinta países, entre los que se hallan Nigeria, Libia y las Filipinas, tienen grupos que afirman formar parte del movimiento


Zarqawi mruió en un ataque aéreo estadounidense en 2006. Pero su movimiento sobrevivió de forma harto improbable a la fuerza aniquiladora del despliegue de las tropas estadounidenses: ciento setenta mil soldados con un coste anual de cien mil millones de dólares anuales. En 2011, después de la retirada estadounidense, el nuevo líder, Abu Bakr al-Baghdadi, inició la expansión hacia el interior de Siria y restableció la presencia en el noroeste de Irak. En junio de 2014, el movimiento tomó Mosul –la segunda ciudad más grande de Irak– y en mayo de 2015 la ciudad iraquí de Ramadi y la ciudad siria de Palmira, mientras que sus aliados se hicieron con el aeropuerto de Sirte, en Libia. En la actualidad, treinta países, entre los que se hallan Nigeria, Libia y las Filipinas, tienen grupos que afirman formar parte del movimiento.

Aunque ha cambiado su nombre en siete ocasiones y ha tenido cuatro líderes, el movimiento sigue tratando a Zarqawi como su fundador, y continúa propagando la mayor parte de sus creencias originales y sus técnicas terroristas. The New York Times se refiere a él como «el Estado Islámico, también conocido como ISIS o ISIL [Estado Islámico de Irak y el Levante, por sus siglas en inglés]». Zarqawi también lo llamaba «Ejército del Levante», «Monoteísmo y Yihad», «al-Qaeda en Irak» y «Consejo Consultivo de los Muyahidines en Irak». (Un movimiento que se ha hecho famoso por su empleo del marketing raramente se ha preocupado de contar sistemáticamente con una sola denominación.) Voy a simplificar los numerosos cambios de nombre y de liderazgo y me referiré a él en todo momento como «ISIS», aunque ha evolucionado, por supuesto, durante sus quince años de existencia.

El problema, sin embargo, radica no en hacer una crónica de los éxitos del movimiento, sino en explicar cómo algo tan improbable resultó posible. Las explicaciones que se ofrecen con tanta frecuencia para su ascenso –la ira de las comunidades suníes, el apoyo logístico prestado por otros Estados y grupos, las campañas del movimiento en los medios sociales, su liderazgo, sus tácticas, su gobierno, su flujo de ingresos y su capacidad para atraer a decenas de miles de combatientes extranjeros– no consiguen acercarse siquiera a ofrecer una teoría convincente del éxito del movimiento.

El libro The Unraveling. High Hopes and Missed Opportunities in Iraq, de Emma Sky, por ejemplo, un relato hábil, matizado y con frecuencia divertido de sus años como funcionaria civil en Irak entre 2003 y 2010, ilustra la creciente ira de los suníes en Irak. Muestra cómo las políticas estadounidenses, del tipo de la desbaazificación de 2003, supusieron el comienzo de la alienación de los suníes, y cómo este sentimiento se vio exacerbado por las atrocidades cometidas por las milicias chiíes en 2006 (día tras día se dejaban tirados en las calles de Bagdad una cincuentena de cuerpos, asesinados por taladradoras que les perforaban los cráneos). Sky explica los pasos a menudo imaginativos que se dieron para recuperar la confianza de las comunidades suníes durante el levantamiento de 2007, y la marginación a que sometió una vez más a esas comunidades el primer ministro iraquí, Nouri al-Maliki, después de la retirada estadounidense en 2011, con sus órdenes de encarcelamiento para los líderes suníes, con su discriminación y su brutalidad, y con el desmantelamiento de las milicias suníes.

Pero muchos otros grupos insurgentes, muy diferentes de ISIS, parecían haberse encontrado con frecuencia en una posición mucho más fuerte para haberse convertido en los vehículos dominantes de la «ira suní». Los suníes de Irak sintieron en un principio una mínima simpatía por el culto a la muerte de Zarqawi y por la imposición de códigos sociales de la Alta Edad Media que alentaba su movimiento. La mayoría quedaron horrorizados cuando Zarqawi hizo volar el edificio de Naciones Unidas en Bagdad; cuando difundió una filmación en la que él personalmente serraba la cabeza de un civil estadounidense; o cuando destruyó con una explosión el gran santuario chií de Samarra y mató a centenares de niños iraquíes. Después de que organizara tres ataques simultáneos con bombas contra hoteles jordanos –matando a sesenta civiles que asistían a un banquete de boda–, los líderes de mayor edad de su tribu jordana y su propio hermano firmaron una carta pública en la que lo repudiaban. The Guardian no estaba más que haciéndose eco de las ideas al uso cuando puso fin al obituario de Zarqawi con estas palabras: «En última instancia, su brutalidad empañaba cualquier tipo de aura, ofrecía poco más que nihilismo y repelía a los musulmanes de todo el mundo».

Soldado del ISIS posando ante una cámara

Otros grupos insurgentes parecían también más eficaces. En 2003, por ejemplo, los baazistas laicos eran más numerosos, estaban mejor equipados, mejor organizados y eran unos jefes militares más experimentados; en 2009, la milicia del «Despertar Suní» contaba con mucho mejores recursos y su movimiento armado se hallaba más profundamente enraizado en el ámbito local. En 2011, el Ejército Libre Sirio, que acogía en sus filas a antiguos oficiales del régimen de Assad, resultaba un líder de la resistencia en Siria mucho más plausible; y otro tanto puede decirse de la milicia más extremista Jabhat-al-Nusra en 2013. Hassan Hassan y Michael Weiss muestran en ISIS. Inside the Army of Terror, por ejemplo, que al-Nusra estableció vínculos mucho más estrechos con grupos tribales en el Este de Siria, llegando incluso al extremo de que sus combatientes contrajeran matrimonio con mujeres tribales.

Este tipo de grupos han echado a veces la culpa de su fracaso y su falta de éxito, y del auge de ISIS, a la falta de recursos. El Ejército Libre Sirio, por ejemplo, ha insistido desde hace mucho tiempo en que habría podido suplantar a ISIS si sus líderes hubieran recibido más dinero y más armas de países extranjeros. Y los dirigentes de Amanecer Suní en Irak defienden que perdieron el control de sus comunidades únicamente porque el Gobierno de Bagdad dejó de pagarles sus salarios. Pero no existe ninguna prueba de que ISIS recibiera inicialmente más dinero o armas que estos grupos; más bien al contrario.

El relato de Hassan Hassan y Michael Weiss sugiere que gran parte del apoyo inicial al movimiento del Estado Islámico fue limitado porque se hallaba inspirado por ideólogos que despreciaban ellos mismos a Zarqawi y a sus seguidores. El dinero de al-Qaeda que sirvió de ayuda a Zarqawi en sus comienzos en 1999, por ejemplo, era, según sus propias palabras, «una miseria en comparación con lo que al-Qaeda era capaz de desembolsar económicamente». El hecho de que no le dieran más reflejaba el horror de bin Laden ante las matanzas de chiíes perpetradas por Zarqawi (la madre de bin Laden era chií) y el desagrado que le producían sus tatuajes.

Aunque los iraníes prestaron a Zarqawi ayuda médica y un refugio seguro cuando era un fugitivo en 2002, pronto perdió sus simpatías al enviar a su propio suegro con un chaleco suicida para matar al ayatolá Mohammad Baqir al-Hakim, el representante político iraní de mayor rango en Irak, y al hacer saltar por los aires uno de los más sagrados santuarios chiíes. Y aunque el Estado islámico se ha apoyado durante más de una década en las capacidades técnicas de los baazistas y del general sufí iraquí Izzat al-Douri, que controlaba una milicia baazista clandestina tras la caída de Saddam, esta relación ha estado plagada de tensiones. (No es ningún secreto el desprecio que siente el movimiento por el sufismo, que se ha traducido en su destrucción de santuarios sufíes, o su aversión hacia todo aquello que propugnan los nacionalistas baazistas árabes laicos.)

El liderazgo de ISIS tampoco ha sido especialmente atractivo o competente, ni se ha caracterizado por sus elevados principios, aunque hay que mostrar una cierta indulgencia con la comprensible repugnancia de los biógrafos. Mary-Anne Weaver, en un artículo escrito en 2006 para The Atlantic, describe a Zarqawi como «apenas instruido», «un bravucón y un matón, un traficante y un bebedor compulsivo, e incluso, al parecer, un proxeneta». Weiss y Hassan lo llaman un «intelectual de poca monta». Jessica Stern y J. M. Berger, en ISIS. The State of Terror, escriben que este «matón convertido en terrorista» y «estudiante mediocre […] llegó a Afganistán como una nulidad». Weaver describe sus «operaciones chapuceras» en Jordania y cómo se valió de un «desdichado aspirante a colocador de bombas». Stern y Berger explican que a Bin Laden y sus seguidores no les gustaba porque «eran en su mayor parte miembros de una educada elite intelectual, mientras que Zarqawi era un rufián sin apenas educación que se daba ínfulas de otra cosa».
Si los escritores tienen mucho menos que decir sobre el actual líder, al-Baghdadi, se debe a que su biografía, como admiten Weiss y Hassan, «aún planea no muy por encima del nivel del rumor o la especulación, en parte difundidos, de hecho, por propagandistas yihadistas rivales».


Weaver describe a Zarqawi como «apenas instruido», «un bravucón y un matón, un traficante, un bebedor compulsivo y un proxeneta»


El modo característico de ISIS de afrontar la insurgencia –desde ocupar territorio a combatir con ejércitos regulares– tampoco constituye una ventaja evidente. Lawrence de Arabia aconsejó que los insurgentes habían de ser como una neblina –en todas partes y en ninguna parte–, sin intentar nunca ocupar terreno o malgastar vidas en batallas contra ejércitos regulares. El presidente Mao insistió en que las guerrillas deberían ser peces que nadasen en el mar de la población local. Este tipo de opiniones son los corolarios lógicos de la «guerra asimétrica» en la que un grupo más pequeño, aparentemente más débil –como ISIS– se enfrenta a un poderoso adversario como los ejércitos estadounidense e iraquí. Esto se ve confirmado por los estudios de más de cuarenta insurgencias históricas realizados por el ejército estadounidense, que sugieren una y otra vez que ocupar territorio, librar batallas campales y alienar las sensibilidades culturales y religiosas de la población local acaba comportando consecuencias fatales.

Pero este tipo de tácticas son exactamente parte de la estrategia explícita de ISIS. Zarqawi perdió a miles de combatientes cuando trataba de hacerse con el control de Faluya en 2004. Malgastó las vidas de sus terroristas suicidas en pequeños ataques constantes y –al imponer los castigos más draconianos y los códigos sociales más oscurantistas– indignó a las comunidades suníes a las que decía representar. Los combatientes de ISIS se sienten ahora claramente atraídos por la capacidad del movimiento para controlar territorio en lugares como Mosul, tal y como confirma una entrevista en el reciente documental de la BBC Mosul:Living with Islamic State, de Yalda Hakim. Pero no está claro que esta táctica –por más seductora que sea, y por más que se encuentre asociada en este momento con el éxito– se haya vuelto mucho menos arriesgada.

El comportamiento del movimiento, sin embargo, no ha pasado a ser menos temerario o tácticamente estrambótico desde la muerte de Zarqawi. Un cálculo estadounidense de Larry Schweikart apuntaba que habían muerto cuarenta mil insurgentes, alrededor de doscientos mil habían resultado heridos y veinte mil capturados antes incluso de que Estados Unidos incrementara sus ataques en 2006. En junio de 2010, el general Ray Odierno afirmó que el ochenta por ciento de los cuarenta y dos dirigentes de mayor rango del movimiento habían sido asesinados o capturados, por lo que sólo quedaban ocho en libertad (y Estados Unidos afirmó haber acabado el pasado 18 de agosto con la vida del considerado como el número dos de ISIS, Fadhil Ahmad al-Hayali). Pero tras la retirada estadounidense en 2011, en vez de reconstruir sus redes en Irak, los hombres que quedaban vivos de sus maltrechas fuerzas decidieron acometer una invasión de Siria, y se enfrentaron no sólo al régimen, sino también al bien asentado Ejército Libre Sirio. Atacaron a la facción siria del movimiento –Jabhat-al-Nusra– cuando se escindió. Encolerizaron a al-Qaeda en 2014 al matar a su emisario de mayor rango en la región. Provocaron deliberadamente que decenas de miles de milicianos chiíes se unieran a la lucha en el bando del régimen sirio y más tarde desafiaron a la Fuerza Quds (la unidad de elite de los Guardianes de la Revolución en Irán) al avanzar sobre Bagdad.

A continuación, al tiempo que se enfrentaban ya a estos nuevos enemigos, el movimiento abrió otro frente en agosto de 2014 con su ataque en Kurdistán, provocando las represalias de las tropas kurdas, que hasta entonces se habían mantenido al margen de la contienda. Decapitó al periodista estadounidense James Foley y al trabajador social británico David Haines, provocando con ello la intervención de Estados Unidos y el Reino Unido. Enfureció a Japón al exigir cientos de millones de dólares por un rehén que ya estaba muerto. Acabó 2014 organizando un ataque suicida sobre Kobane, en Siria, soportando más de seiscientos ataques aéreos estadounidenses, lo que causó miles de bajas entre los combatientes de ISIS, sin que hubieran podido conquistar nuevo territorio. Cuando, en una fecha tan reciente como el pasado mes de abril, el movimiento perdió Tikrit y parecía estar en declive, la explicación parecía evidente. Los analistas estuvieron a punto de concluir que ISIS había perdido porque era temerario, abominable, en exceso ambicioso, luchaba en demasiados frentes, carecía de un verdadero apoyo local, se mostraba incapaz de traducir el terrorismo en un programa popular y se veía inevitablemente superado por los ejércitos regulares.


Algunos analistas han centrado, por tanto, sus explicaciones no en la estrategia militar del movimiento, conducente en apariencia a la autoderrota, sino en sus cabezas rectoras y sus ingresos, su apoyo de la población y su dependencia de miles de combatientes extranjeros. AymennJawad al-Tamimi, que forma parte del Foro de Oriente Próximo, ha explicado en recientes entradas de blog cómo en algunas ciudades ocupadas, como Al Raqa en Siria, el movimiento ha creado complejas estructuras de servicios civiles, haciéndose con el control incluso de  los servicios de basura municipales. Describe los ingresos que obtiene de las rentas locales y los impuestos de bienes inmuebles, así como el procedente del alquiler de antiguas oficinas estatales iraquíes y sirias para negocios privados. Muestra cómo esto ha procurado a ISIS una base amplia y solvente de ingresos, que se ve complementada por el contrabando de petróleo y el robo de antigüedades, tan bien descrito por Nicolas Pelham en un reciente artículo publicado en The New York Review of Books.

El poder de ISIS se ve ahora reforzado por el impresionante arsenal que el movimiento ha hecho suyo tras la huida de los ejércitos iraquí y sirio, que incluye tanques, Humvees e importantes piezas de artillería. Informes de The New York Times, The Wall Street Journal, Reuters y Vice News durante los últimos doce meses han mostrado que muchos suníes de Irak y Siria piensan ahora que ISIS es el único garante posible del orden y la seguridad en medio de la guerra civil, y la única defensa con que cuentan contra los brutales castigos de los Gobiernos de Damasco y Bagdad.

Pero también aquí las pruebas son confusas y contradictorias. El documental de Yalda Hakim para la BBC plantea que la brutalidad descarnada es el secreto del dominio de ISIS. En su libro The Digital Caliphate, Abdel Bari Atwan, sin embargo, describe (en palabras de Malise Ruthven) una «organización bien gestionada que combina la eficacia burocrática y la experiencia militar con un sofisticado empleo de la información tecnológica». Zaid Al-Ali, en su excelente análisis de Tikrit, habla de la «incapacidad para gobernar» de ISIS y del colapso total del suministro de agua, la electricidad, los colegios y, en última instancia, de la población bajo su gobierno. Las «explicaciones» que hacen referencia a los recursos y el poder acaban resultando circulares. El hecho de que el movimiento haya podido granjearse el apoyo aparente, o la aquiescencia, de la población local, y controlar el territorio, los ingresos de los gobiernos locales, el petróleo, los monumentos históricos y las bases militares ha sido una consecuencia del éxito del movimiento y de su monopolio de la insurgencia. No es una causa del mismo.

En ISIS. The State of Terror, Stern y Berger ofrecen un fascinante análisis del empleo del vídeo y los medios sociales por parte del movimiento. Han rastreado cuentas individuales de Twitter, mostrando cómo los usuarios no dejaban de cambiar sus nombres de usuario en esta red social, se aprovechaban del Mundial de Fútbol mediante la inserción de imágenes de decapitaciones en el chat y creaban nuevas aplicaciones y bots automatizados para incrementar su número. Stern y Berger muestran que a finales de 2014 estaban activas y en línea al menos cuarenta y cinco mil cuentas favorables al movimiento, y describen cómo sus usuarios intentaban burlar a los administradores de Twitter cambiando las banderas del movimiento de sus fotos de perfil por gatitos. Pero esto suscita simplemente la cuestión de por qué la ideología y las acciones del movimiento –por grande que sea la fluidez con que se produzcan y comuniquen– se han revestido desde un principio de un atractivo popular.

Tampoco ha habido explicaciones mucho más satisfactorias de qué es lo que atrae a los veinte mil combatientes extranjeros que se han unido al movimiento. En un principio, se echó la culpa al Gobierno británico del gran número que habían llegado procedentes de Gran Bretaña por haber hecho esfuerzos insuficientes para asimilar a las comunidades de inmigrantes; luego se culpabilizó a Francia por las excesivas presiones gubernamentales en pos de la asimilación. Pero lo cierto es que estos nuevos combatientes extranjeros parecían surgir de cualesquiera sistemas políticos o económicos imaginables. Procedían de países muy pobres (Yemen y Afganistán) y de los países más ricos del mundo (Noruega y Qatar). Los analistas que han defendido que los combatientes extranjeros son creados por la exclusión social, la pobreza o la desigualdad deberían reconocer que surgen en igual medida de las democracias sociales de Escandinavia y de las monarquías (un millar de Marruecos), los Estados militares (Egipto), las democracias autoritarias (Turquía) y las democracias liberales (Canadá). No parecía importar que un gobierno hubiese liberado a miles de islamistas (Irak) o los hubiese encarcelado (Egipto), que se hubiese negado a permitir que un partido islamista ganara unas elecciones (Argelia) o permitido que fuera elegido un partido islamista. Túnez, que tuvo la transición más satisfactoria de la Primavera Árabe para la instauración de un gobierno islamista elegido democráticamente, proporcionó, sin embargo, más combatientes extranjeros que ningún otro país.

¿Por qué la ideología y las acciones del movimiento se han revestido desde un principio de un atractivo popular?


El incremento de combatientes extranjeros tampoco se produjo de resultas de algunos cambios recientes en las políticas nacionales o en el islam. Nada fundamental se había modificado en el trasfondo de la cultura o las creencias religiosas entre 2012, cuando no había prácticamente ninguno de estos combatientes extranjeros en Irak, y 2014, cuando había ya veinte mil. El único cambio es que había de repente un territorio que se encontraba disponible para atraerlos y acogerlos. Si el movimiento no se hubiera hecho con el control de Al Raqa y Mosul, muchos de estos hombres podrían haber seguido simplemente con sus vidas sometidas a diversos grados de tensión: como granjeros en Normandía o como trabajadores municipales en Cardiff. Una vez más quedamos en manos de la tautología: ISIS existe porque puede existir y ellos están allí porque están allí.

Finalmente, hace un año, parecía plausible echar buena parte de la culpa del ascenso del movimiento a la desastrosa administración de Irak por parte del anterior primer ministro iraquí al-Maliki. Pero esto ya no sirve. En el curso del último año, ha sido nombrado primer ministro un nuevo dirigente, más constructivo, moderado y más proclive a las políticas de inclusión, Haider al-Abadi; el ejército iraquí ha sido reestructurado bajo el mando de un nuevo ministro de Defensa suní; los antiguos generales han sido apartados de sus cargos; y los gobiernos extranjeros han competido para proporcionar equipamiento y formación. Unos tres mil asesores y formadores estadounidenses han aparecido en Irak. Estados Unidos, el Reino Unido y otros países han lanzado formidables ataques aéreos y han llevado a cabo una vigilancia minuciosa. La Fuerza Quds iraní, los Estados del Golfo y los peshmergas kurdos se han unido a la lucha sobre el terreno.

Por todas estas razones, se esperaba que el movimiento fuera expulsado y perdiera Mosul en 2015. En cambio, en mayo, se hizo con Palmira en Siria y –de manera casi simultánea– con Ramadi, situada a más de quinientos kilómetros en Irak. En Ramadi, trescientos combatientes de ISIS expulsaron a millares de soldados iraquíes bien entrenados y fuertemente equipados. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Ashton Carver, observó:

Las fuerzas iraquíes simplemente no mostraron ninguna voluntad de combatir. De hecho, eran inmensamente superiores en número a sus contendientes y, aun así, no combatieron.


El movimiento controla ahora un «Estado terrorista» mucho más extenso y mucho más desarrollado que nada de lo que evocara George W. Bush en el cenit de la «guerra global contra el terrorismo». La posibilidad de que los extremistas suníes se hicieran con el control de la provincia iraquí de Anbar se utilizó luego para justificar un incremento de ciento setenta mil soldados estadounidenses y el gasto de más de cien mil millones de dólares anuales. Ahora, años después de aquello, ISIS controla no sólo Anbar, sino también Mosul y la mitad del territorio de Siria. Sus adláteres controlan amplias franjas del norte de Nigeria y zonas significativas de Libia. Cientos de miles de personas han sido asesinadas y millones se han visto desplazadas; horrores inimaginables incluso para los talibanes –entre ellos la reintroducción de la violación de menores por la fuerza y la esclavitud– han quedado legitimados. Y esta catástrofe no sólo ha disuelto las fronteras entre Siria e Irak, sino que ha dado lugar a las fuerzas que ahora luchan en la guerra subsidiaria entre Arabia Saudí e Irán en Yemen.

La prueba más clara de que no comprendemos este fenómeno es nuestra sistemática incapacidad para predecir –y aun menos controlar– estos nuevos fenómenos. ¿Quién predijo que Zarqawi crecería en fuerza después de que Estados Unidos destruyera sus campos de entrenamiento en 2001? Parecía improbable para casi todo el mundo que el movimiento lograría reagruparse con tanta rapidez después de su muerte en 2006 o, una vez más, tras el repentino auge en 2007. Ahora sabemos cada vez más cosas sobre el movimiento y sus miembros, pero esto no impidió que la mayoría de los analistas creyesen tan recientemente como hace tres meses que las derrotas en Kobane y Tikrit habían inclinado la balanza en contra del movimiento, y que era improbable que tomaran Ramadi. Hay algo que se nos está escapando.


David Haines, secuestrado por el ISIS

Parte del problema puede consistir en que los comentaristas siguen prefiriendo centrarse en explicaciones políticas, económicas y físicas, como la discriminación antisuní, la corrupción, la falta de servicios gubernamentales en los territorios conquistados y el uso de la violencia por parte de ISIS. Los ciudadanos occidentales raramente se ven obligados, por tanto, a centrarse en el apabullante atractivo ideológico de ISIS. Me quedé sorprendido cuando vi que incluso un opositor sirio de ISIS se emocionaba profundamente al ver un vídeo que mostraba cómo ISIS destruía la «frontera Sykes-Picot» entre Irak y Siria, establecida desde 1916, y cómo se veía luego la reunión de tribus divididas. Me sentí intrigado por la condena lanzada por Ahmed al-Tayeb, el gran imán de al-Azhar, uno de los más venerados clérigos suníes de todo el mundo: «Este grupo es satánico: habría que amputarles sus miembros o habría que crucificarlos». Me quedé desconcertado por la elegía de bin Laden por Zarqawi: su «historia vivirá para siempre con las historias de los nobles […]. Por más que hayamos perdido a uno de nuestros más grandes caballeros y príncipes, estamos contentos de haber encontrado un símbolo […]».

Pero la «ideología» de ISIS constituye también una explicación insuficiente. Al-Qaeda comprendía mejor que nadie la peculiar combinación de versos coránicos, nacionalismo árabe, historia de los cruzados, referencias poéticas, sentimentalismo y horror que pueden animar y mantener este tipo de movimientos. Pero incluso sus líderes pensaban que la manera concreta de Zarqawi de hacer las cosas era irracional, culturalmente inapropiada y carente de atractivo. En 2005, por ejemplo, los dirigentes de al-Qaeda enviaron mensajes aconsejando a Zarqawi que dejara de dar publicidad a los horrores que cometía. Utilizaban una jerga estratégica moderna –«más de la mitad de su batalla está librándose en el campo de batalla de los medios»– y le dijeron que la «lección» de Afganistán era que los talibanes habían perdido porque habían confiado –al igual que Zarqawi– en una base sectaria demasiado limitada. Y los dirigentes de al-Qaeda no fueron los únicos yihadistas salafistas que supusieron que el grueso de sus partidarios preferían enseñanzas religiosas a vídeos truculentos (del mismo modo que al-Tayeb daba al parecer por hecho que un movimiento islamista no quemaría vivo a un piloto árabe suní en una jaula).

Una buena parte de lo que ha hecho ISIS contradice claramente las intuiciones y los principios morales de muchos de sus partidarios. Y tenemos la sensación –gracias a las cuidadosas entrevistas de Hassan Hassan y Michael Weiss– de que sus partidarios son al menos parcialmente conscientes de esta contradicción. Una vez más, podemos enumerar los diferentes grupos externos que han prestado ayuda económica y apoyo a ISIS. Pero no hay conexiones lógicas de ideología, identidad o intereses que hubieran de unir a Irán, los talibanes y los baazistas entre sí o con ISIS. Cada caso sugiere más bien que instituciones que se hallan absolutamente divididas en el ámbito de la teología, la política y la cultura improvisan perpetuamente asociaciones de conveniencia que son letales e incluso contraproducentes.

Los pensadores, tácticos, soldados y dirigentes del movimiento que conocemos como ISIS no son grandes estrategas; sus políticas son con frecuencia caprichosas, temerarias, incluso ridículas; al margen de si su gobierno es, como algunos defienden, habilidoso, o, como insinúan otros, desastroso, no está traduciéndose en un genuino crecimiento económico o una justicia social sostenible. La teología, los principios y la ética de los dirigentes de ISIS no son ni robustos ni justificables. Nuestra pala analítica choca muy rápidamente con la piedra.

A menudo he sentido la tentación de defender que simplemente necesitamos más y mejor información. Pero esto supone infravalorar la extraña y desconcertante naturaleza de este fenómeno. Por tomar un único ejemplo, hace cinco años ni siquiera los más austeros teóricos salafistas defendían la reintroducción de la esclavitud; pero ISIS la ha impuesto en la práctica. Nada desde el triunfo de los vándalos en el norte de África romano había parecido tan repentino, incomprensible y difícil de dar la vuelta como el ascenso de ISIS. Ninguno de nuestros analistas, soldados, diplomáticos, altos cargos de inteligencia, políticos o periodistas ha alumbrado aún una explicación lo suficientemente rica –incluso a posteriori– para haber predicho el auge del movimiento.

Nos ocultamos esto con teorías y conceptos que no resisten un examen profundo. Y no vamos a remediarlo simplemente con la acumulación de más hechos. No está claro si nuestra cultura puede llegar a desarrollar el conocimiento, el rigor, la imaginación y la humildad suficientes para comprender el fenómeno de ISIS. Pero de momento deberíamos admitir que estamos no sólo horrorizados, sino anonadados.

Copyright © 2015 by The New York Review of Books
Traducción de Luis Gago
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Fuente: http://www.revistadelibros.com/articulos/el-misterio-de-isis

sábado, 12 de septiembre de 2015

Simposio Internacional del Observatorio de la Cautividad



I Simposio Internacional del Observatorio de la Cautividad


Fundamerced
Caracas, 12 de septiembre de 2015 

En el marco de preparación para conmemorar y celebrar los 800 años de fundación de la Orden Mercedaria, la Curia General de la Orden efectuará el I Simposio Internacional del Observatorio de la Cautividad, a ser realizado en Roma durante los días 14 al 16 de septiembre; participarán los Superiores/as Generales de la familia mercedaria, especialistas en diversas disciplinas pertenecientes a la Orden de la Merced, así como a otras órdenes e institutos, al igual que los expertos que integrarán el Primer Comité Académico.


Los temas a tratar serán los siguientes:

  • Cristianos Perseguidos 
  • Tráfico y Trata de Personas
  • Violencia de Género
  • Educación Liberadora
  • Pobreza
  • Pastoral Penitenciaria
  • Presencias de Frontera 
  • Inmigrantes

Se espera la asistencia y participación desde 4 continentes, provenientes desde 23 países, dónde la familia mercedaria tiene presencia a través de 152 comunidades, representadas a su vez por unos 800 frailes, innumerables estudiantes de votos solemnes, las monjas o hermanas mercedarias, las fraternidades laicales y el numerosísimo laicado mercedario, todos distribuidos así:

  • En Europa, dos provincias en España (Aragón y Castilla) y una en Italia (Provincia Romana)
  • En América seis provincias (Perú, Chile, Argentina, Ecuador, México y Brasil).
  • Las vicarías: Puerto Rico, Venezuela, Centroamérica y Estados Unidos.
  • Las delegaciones: Mozambique, Camerún, Angola, Bolivia, Colombia, Honduras, USA (Provincia de México) e India.
En este mismo evento, será presentada la página web del Observatorio de la Cautividad. 


Esta es la misión redentora, carisma mercedario, reflejado en el lema “…Tu libertad no tiene precio…” y al cual el Papa Francisco se refirió al bendecir a nuestra Orden: “…Sigan trabajando juntos en favor de los cristianos perseguidos y los nuevos esclavos, que para su rescate fueron fundados”.

Por supuesto, a consecuencia de graves y groseros eventos que actualmente acaecen en diversas partes del mundo, ese carisma mercedario emerge como una vía para practicar ese cuarto voto: Las nuevas formas de cautividad, liberándo al más débil en la fe; y que se dan allí dónde concurran las siguientes condiciones: 

  •       que sea opresora y degradante de la persona humana; 
  •       que nazca de principios y sistemas opuestos al evangelio; 
  •       que ponga en peligro la fe de los cristianos; y 
  •       que ofrezca la posibilidad de ayudar, visitar y redimir a las personas que se encuentran dentro de ella.

De modo pues, hemos de observar entonces que no toda violencia estará comprendida entre aquellas a las que aplica el carisma; pero, para no extendernos, podríamos expresar que estarán comprendidas todas aquellas formas de violencia en las cuales la víctima es acosada, hostigada, perseguida y hasta asesinada pero por su condición de cristiana, a causa de su credo religioso, y que serían los casos evidentes de persecusiones aún en desarrollo en países tales como Nigeria, Siria, Egipto, Irak, India, Filipinas, etc., ejecutada principalmente por fundamentalistas islámicos.  



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Fuente: "Saludo de Fiesta de Cristo Redentor 2015", Maestro General Fr. Pablo Bernardo Ordoñe, O. de M., (Prot. MG 019 – 2015) del 9-07-2015; consultado en http://www.ordenmerced.org/index.php/es/novedades/item/340-saludo-fiesta-de-cristo-redentor-2015

Ayotzinapa: La tragedia de Iguala, las 10 mentiras de Peña Nieto



La tragedia de Iguala, las 10 mentiras de Peña Nieto

 

Por Jenaro Villamil


El informe de los expertos del Grupo Interdisciplinarios de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos constituyó no un “elemento más” en la investigación sobre la tragedia de Iguala sino el golpe central a una operación política, jurídica y policiaca para darle “carpetazo” a uno de los expedientes de desaparición forzada más escalofriantes de los últimos años.

La persistencia de los familiares, abogados y sobrevivientes de los 43 estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa, así como una movilización intensa de la opinión pública en contra de la malograda “verdad histórica” que intentó plantar el gobierno de Enrique Peña Nieto explican la dimensión nacional e internacional que ha cobrado este informe del pasado 6 de septiembre.

Ya está en marcha una contraofensiva mediática del gobierno de Peña Nieto para desestimar este informe. Como la “verdad histórica”, la “respuesta histérica” de los medios y columnistas afines a la línea gubernamental sólo agravan la herida que ha producido este caso.

De manera contundente este informe devela, al menos, 10 mentiras en torno al manejo del caso de los 43 normalistas de Ayotzinapa:

1.- La Incineración en Cocula.-“Con base en estas evidencias, el GIEI descarta las declaraciones de la cremación en Cocula como veraces”. Esta frase, respaldada en las investigaciones de 6 meses, en los peritajes y en la evaluación de las evidencias prácticamente hechó por tierra el thriller relatado por Jesús Murillo Karam en su fatídica conferencia de prensa del viernes 7 de noviembre de 2014.

Murillo Karam reiteró el 27 de enero de 2015 que, a partir de las 386 declaraciones, “ésta es la verdad histórica: los normalistas fueron calcinados, están muertos”.

No le corresponde al GIEI decir qué fue lo que sucedió sino recomendar una investigación más apegada a la realidad, al sentido común y a las evidencias.

2.- El “Carpetazo”.-Los expertos del GIEI insistieron en todo su informe que al no existir certezas sobre la incineración de los 43 normalistas y graves contradicciones sobre los responsables materiales e intelectuales, así como el móvil del ataque a los normalistas, no se puede dar “carpetazo” a un expediente abierto.

Ahora, el gobierno de Enrique Peña Nieto y la PGR han insistido que el caso sigue abierto, pero olvidan mencionar que durante más de siete meses el propio primer mandatario le ha insistido al país y a los familiares de las víctimas que “superen” y acepten lo sucedido.

3.- La No Protección de los Normalistas.-No se trató de un ataque fortuito, resultado del temor de las autoridades de Iguala de la irrupción de los normalistas en la fiesta de la “pareja imperial”. El informe del GIEI subraya que desde su salida de la Escuela Normal hasta su llegada a Iguala, los estudiantes de Ayotzinapa fueron vigilados y seguidos por el ejército, la Policía Federal, la policía estatal y elementos de la policía municipal.
 
4.- Sí hay evidencias de la participación del ejército.-En sus conferencias del 7 de noviembre de 2014 y del 27 de enero de este año, Murillo Karam insistió que “no hay ni una sola evidencia” de la participación del ejército en la tragedia de Iguala.

Ahora sabemos que sí hay evidencias de su participación en los escenarios de vigilancia, de persecución y de agresión a los normalistas. Quizá no sean los responsables de su desaparición, pero integrantes del 27 batallón de Iguala estuvieron enterados y hubo, al menos, omisión y negligencia.

5.- Sí hubo un quinto autobús.-Los normalistas y otros testigos mencionaron una y otra vez la existencia de un quinto autobús. La PGR y la procuraduría estatal negaron y destruyeron evidencias de la existencia de este autobús. La existencia de este autobús es clave para conocer no sólo el móvil sino la mecánica de los hechos.

Los expertos del GIEI han sugerido que este quinto autobús tuviera goma de opio. Guerrero produce el 60 por ciento de toda la goma de opio del país, esencial para la heroína. En 56 municipios del norte de Guerrero se siembra goma de opio. Es una industria que, según cálculos de la DEA, genera 1 mil millones de dólares anualmente.

6.- Ataque coordinado por “alguien”.-En el ataque a los normalistas estuvieron involucrados varios cuerpos de seguridad pública, coordinados desde el C4 por “alguien” de aspecto “atlético”, según algunos testimonios recuperados del expediente. La gran incógnita es quién es este personaje. La gran mentira es que no se trató de un ataque por confusión sino deliberadamente planeado.

7.- Evidencias desaparecidas.-Desde el 17 de agosto, los integrantes del GIEI advirtieron como “hecho grave” que las evidencias de ropa de los normalistas desaparecidos no se les haya comunicado a los familiares y señaló su preocupación por “la pérdida de pruebas del caso”. Entre ellas, “la existencia en su momento de una videograbación de la escena de la intervención policial que dio lugar a la desaparición de un grupo de normalistas en el escenario de la salida de Iguala, cerca del Palacio de Justicia”. Parece que tales evidencias fueron destruidas.

Estos hechos demuestran que no hubo rigor ni imparcialidad en las indagatorias realizadas por la procuraduría.

8.- Respeto a los Derechos Humanos.- En su tercer informe de gobierno, Enrique Peña Nieto mencionó en más de 200 ocasiones el término “derechos humanos” y presumió grandes avances de su administración en esta materia. Tan sólo el caso de los estudiantes de Ayotzinapa demuestra que las más graves violaciones se han cometido con la participación directa o con la franca omisión de las fuerzas armadas y policiales del país.

El GIEI ha confirmado que no se han atendido a los heridos y a los familiares de los jóvenes asesinados.

9.- Agresión y desaparición de los normalistas están conectadas.-En el relato de los sucesos, los expertos del GIEI destacan que no se deben desconectar ni desvincular los dos hechos claves de la larga noche de Iguala del 26 y 27 de septiembre: el de la agresión y el de la desaparición. Hay “enormes contradicciones” entre los peritajes y los testimonios. Además, definir el destino de 43 muchachos no pudo haber sido tan rápido como relató la “verdad histórica” de Murillo Karam.

10.- Investigación no concluida.-Las 20 recomendaciones del GIEI subrayan que no se puede dar por concluída y mucho menos cerrada la investigación de los 43 normalistas. La gran mentira estaba encubierta en una “exhaustiva” investigación que, ahora vemos, fue la construcción de una versión a modo que no encaja ni con la realidad, ni con el más elemental sentido común.

Regeneración, 10 de septiembre del 2015.
Artículo publicado en http://homozapping.com.mx/

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Fuente: http://regeneracion.mx/opinion/la-tragedia-de-iguala-las-10-mentiras-de-pena-por-jenaro-villamil/