La red oscura del Internet: pedofilia, narco, armas, artículos robados…
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Usuarios de Internet. Navegación vigilada. Foto: Miguel Dimayuga |
Debajo
de la imagen pública de internet corre subterránea una red oscura cuyos
mensajes, páginas, blogs y chats no se pueden rastrear. Ahí conviven hackers,
crackers, criptoanarquistas y ciberactivistas, pero también narcotraficantes y
pedófilos. En sus sitios se pueden adquirir productos ilegales: drogas y
hormonas, armas, pasaportes y tarjetas de crédito robados, fotos y videos
snuff… Sus transacciones se realizan con una moneda virtual y una regla única:
Encriptar la información y mantener el anonimato de los navegantes.
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- Sólo seudónimos aparecen en la llamada red oscura. Detrás de
ellos se esconden hackers, crackers, activistas de Anonymous y WikiLeaks,
disidentes políticos… pero también narcotraficantes y pedófilos.
Generada
por un flujo de transmisiones invisibles e irrastreables, la red oscura cuenta
con sus propias cultura, ideología y moneda. Hay una regla única: el anonimato
de sus navegantes y la encriptación de sus informaciones. En su seno gravitan
decenas de miles de páginas imposibles de encontrar con los motores de búsqueda
tradicionales.
The
Silk Road (La ruta de la seda) es sin duda la más famosa de esas páginas. Se
presenta como un mercado en línea clásico: los vendedores suben fotografías y
descripciones de sus productos mientras los potenciales compradores navegan,
comparan y eligen. Su especialización la diferencia de los portales de
compraventa tradicionales en internet: de los poco más de 10 mil productos que
ofrecía el miércoles 17, 6 mil 389 eran drogas ilegales.
Hay
muchos vendedores de sustancias prohibidas en la red oscura. Sin embargo
ninguno tiene tantos compradores como The Silk Road. Se estima que 1.2 millones
de dólares transitaron por esa página cada mes de 2012.
La
oferta es abundante: marihuana, heroína, cocaína, LSD, opio, metanfetaminas,
ketamina y otras decenas de variedades de pastillas, plantas, gotas, hormonas y
medicamentos. También se consiguen jeringas, inhaladores y material para montar
en un laboratorio de drogas casero.
Si
las cantidades se revelan relativamente escasas y los precios son más elevados
que en la calle, es porque se supone que los productos son de mejor calidad. La
mayoría de los vendedores radica en Inglaterra, Estados Unidos, Australia y
Alemania.
Las
drogas representan sólo una parte del negocio. También se venden réplicas de
relojes de marca y joyas de origen chino, libros, material informático,
aparatos electrónicos, servicios de hackers, billetes de 20 o 100 dólares,
acceso a portales pornográficos, ensayos, poesía… ¡y hasta comida!
En
el foro de discusión de The Silk Road hay más de 1 millón 110 mil comentarios
de usuarios que abordan 69 mil temas diversos (cifras del miércoles 17). Los
navegantes narran sus experiencias alucinógenas, se asesoran sobre las mejores
formas de esconder su identidad en internet o sobre cómo protegerse ante los
riesgos que corren al recibir drogas por correo.
Al
concluir una transacción, el comprador le proporciona al vendedor una dirección
y un nombre mediante un sistema de mensajería encriptada tipo TorMail. Por lo
general dan la dirección de una casa deshabitada y un nombre falso. El vendedor
toma precauciones para que los agentes y los temidos perros de las aduanas no
detecten el contenido del paquete: pone el producto en varias bolsas de
plástico selladas al vacío y lo manda por correo.
La
fiabilidad de la página se basa en la reputación de los vendedores, calificada
por los compradores. Éstos aprecian la rapidez del servicio, la forma de mandar
los productos y la cordialidad en la atención que reciben; o por el contrario,
se quejan de que un producto no fue entregado, lo cual disminuye las
probabilidades de que un vendedor siga ofreciendo su mercancía. Recientemente
un vendedor mexicano, La Fuente, generó descontento en los foros. Varios
compradores nunca recibieron sus paquetes de 225 gramos de marihuana.
Con
el seudónimo de Dread Pirate Roberts –una celebridad en la red oscura–, un
hacker fundó The Silk Road en febrero de 2011. Dos años después la Organización
de Estados Americanos se alarmó por su éxito, como consta en el reporte
Escenarios para el problema de las drogas en América 2013-2025.
“Es
uno de los desarrollos tecnológicos que plantean grandes desafíos a la eficacia
de los esfuerzos tradicionales de aplicación de la ley para frenar el
suministro de drogas”, señala el documento en referencia al portal.
Criptomoneda
En
The Silk Road las transacciones no se realizan por medios tradicionales, sino
mediante la criptomoneda bitcoin (BTC), cuyo uso es directo, anónimo e
irrastreable.
Cuando
el hacker conocido por el seudónimo de Satoshi Nakamoto lanzó la moneda virtual
en enero de 2009, sólo 50 BTC circulaban en internet y cada una valía un dólar.
El miércoles 17 transitaban más de 11 millones 412 mil BTC que se intercambian
por 97 dólares cada uno. El pasado 16 de abril la bitcoin alcanzó el valor
histórico de 266 dólares.
La
cantidad total de BTC que circulan en la red equivale a mil 110 millones de
dólares. El miércoles 17 se realizaron más de 39 mil transacciones con esta
moneda.
El
BTC funciona como un pago en efectivo por internet. Gracias al sistema de
intercambio de datos de computadora a computadora peer to peer (P2P) la
transacción no pasa por ningún intermediario, banco, agencia de crédito o
servidor tipo Paypal o Western Union. A diferencia de otras monedas virtuales,
la bitcoin no está atada al dólar; su inventor la reivindicó independiente y
apolítica.
Una
cadena de seguridad encriptada garantiza el anonimato al momento de utilizarla.
Cada dueño de BTC tiene un “monedero virtual” dotado de una llave privada. Al
efectuar una transacción directa entre un usuario y otro, la moneda se
transfiere en un bloque encriptado. Ese bloque pasa a través de una larga
cadena de verificación –la red de usuarios– que a su vez certifica la
transacción.
Se
puede comparar internet con un océano. En la superficie “flotan” 46 mil
millones de páginas accesibles vía Google (cifras de julio de 2013). Según
Peter Schmidt, su director, el motor de búsqueda tenía registrado sólo 0.004%
de los datos de internet en 2008. Debajo de esta superficie se encuentran el
llamado “internet profundo” y las redes privadas, que funcionan en circuito
cerrado.
El
internet profundo se compone de todas las páginas que Google no enlista, cuyo
acceso está restringido al público mediante contraseñas. Ello ocurre con
Facebook, por ejemplo. Pero el internet profundo también alberga las páginas
escondidas que constituyen la red oscura.
Atravesar
la cebolla
Para
navegar en internet de manera anónima se necesita descargar e instalar
programas de “refugio de datos” tales como HavenCo, Freenet o The Onion Router,
mejor conocido con las siglas TOR.
Roger
Dingledine, Nick Mathewson y Paul Syverson, ingenieros informáticos
estadunidenses, lanzaron el proyecto TOR el 20 de septiembre de 2002 con el
apoyo financiero del Laboratorio de Investigación Naval del Departamento de Estado,
cuyo objetivo era proteger sus datos.
En
vez de conectar una computadora a un servidor –lo que registra la huella
digital del usuario y del mensaje–, TOR encripta la información del usuario y
luego la manda a través de una serie de nodos, una red internacional de
computadoras que imita las capas de una cebolla. Se vuelve muy complicado
remontar el camino hacia su punto de partida. Al apagar TOR este punto de
partida desaparece, lo que hace totalmente imposible rastrear el camino.
Entre
varios de sus usos TOR permite a disidentes políticos acceder a páginas como
YouTube o Facebook desde países cuyos regímenes censuran internet, como China.
El
sistema de navegación evolucionó en el Proyecto TOR, que reúne hoy muchos
servicios. Programadores crearon un sistema de mensajería electrónica
(TorMail), y de Chat (Torchan), así como el equivalente anónimo de Facebook
(Torbook), todos encriptados y anónimos.
A
partir de esta tecnología se formó la red oscura en 2004, cuyas páginas llevan
nombres de dominios libres (.onion), siempre cambiantes. Como las páginas no
están relacionadas en los motores de búsqueda, sólo se puede acceder a ellas
copiando en TOR la dirección exacta del URL.
Los
hackers –las personas interesadas en entender y solucionar problemas informáticos–
consideran la red oscura como una herramienta neutra. “Es la ideología del
software libre: que pueda ser utilizado para cualquier fin”, explica en
entrevista con Proceso José María Serralde, consultor tecnológico en educación
y militante defensor de la ideología del software libre.
El
experto reconoce que en un espacio libre donde el anonimato todo lo permite,
“obviamente van a surgir problemas de cualquier tipo: pedofilia y prostitución
internacional, narcotráfico o redes que realizan cyberhacking muy avanzado.
Pero el uso que hacemos de la tecnología es producto de nuestra cultura y
nuestra moral, no es culpa de la herramienta”.
Portales
de mercado negro como The Silk Road, Black Market Reloaded o Atlantis sólo
forman una parte ínfima de la red oscura. Como en el internet “tradicional”,
los contenidos se dividen en portales, páginas, foros y blogs.
La
navegación al azar –uno hace clic en una dirección sin saber a dónde llegará–
puede rápidamente volverse repulsivo al caer en páginas o foros pedófilos. Varios
directorios, como el Wiki Escondido, registran un número limitado de páginas
por temas. Unas proporcionan “servicios financieros”, como la compra de
tarjetas de crédito robadas y monedas falsas, las apuestas en línea o el lavado
de bitcoins. Otras ofrecen servicios comerciales, lo que incluye la entrega de
diversos productos ilegales o robados, como material electrónico o pasaportes,
pero también la renta de los servicios de un cracker para robar información,
piratear sistemas o enviar spam (basura).
El
Wiki Escondido dedica espacios específicos para páginas de venta de drogas y
hormonas, así como para páginas “eróticas”. En esta sección incluye los
portales pedófilos como Lolita City, que abriga 100 gigas de contenido.
Otras
páginas son engañosas: proponen servicios estrafalarios como asesinatos,
prostitución o fraude fiscal, entre muchos otros. En unos foros se intercambian
fotos y videos snuff, supuestas grabaciones de torturas o asesinatos que los
adolescentes comentan con entusiasmo.
“La
red oscura es un espejo de nuestra sociedad; en cualquier canal tienes una
radiografía instantánea de ella (…) Ahí ves a la cultura bruta, sin gobernanza
cultural”, comenta Serralde.
Internet
revolucionario
Sin
embargo, la red oscura también alberga canales de chat de transmisión por
internet que usan los activistas de Anonymous, así como miembros y seguidores
de WikiLeaks. Los partidarios de la internet política y libre recurren a los
foros y canales anónimos para debatir, compartir información y planear acciones.
“Las
revoluciones o los cambios sociales no sucederán en Twitter. Eso es impensable.
Pero en el anonimato pueden ocurrir cosas”, remarca Serralde.
El
pasado 6 de junio el ex-integrante de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense
Edward Snowden dio a conocer el Programa de Revisión Instrumental para el
Monitoreo de Sistemas (PRISM, por sus siglas en inglés), con el que Estados
Unidos espió las telecomunicaciones a escala mundial durante “al menos siete
años”, según reconoció la senadora demócrata por California Dianne Feinstein.
La
revelación de PRISM puso al descubierto que los gigantes de internet, como
Facebook, Microsoft, Apple, Yahoo o Twitter, entregaron datos de sus usuarios a
las agencias de inteligencia estadounidense.
Ante
la indignación de muchos internautas surgieron en la red iniciativas como
prism-break.org o stopwatching.us, cuyo propósito es evadir el sistema de
vigilancia estadounidense, y en los que se propuso la navegación alternativa
con el uso de programas libres.
La
red oscura hace realidad la ideología cypherpunk, cuyos seguidores denuncian el
control de las grandes corporaciones y los gobiernos sobre internet. Ellos
tienen por ideal la instauración de internet como un espacio libre de cualquier
autoridad –económica, política o moral– gracias al software libre, el anonimato
y la encriptación.
En
diciembre de 2010 Anonymous llevó a cabo la Operación Devolución, que consistió
en atacar los portales de Mastercard y del servicio de pago en línea Paypal,
tras el rechazo de estas empresas de proporcionar sus servicios a WikiLeaks, lo
que redujo 95% los ingresos d e la organización, según afirma ésta en su portal.
En
la red oscura hay varias páginas que hospedan “versiones espejo” de WikiLeaks.
Éstas resultan ser copias exactas del código de la página original, con libre
acceso y disponibles para su descarga. Esto hace infructuosos los intentos de
desconectar el portal de la organización, ya que muchos activistas conservan su
código en sus máquinas y discos duros.
Serralde
dice que los cypherpunks luchan a favor de una red regida por el software
libre, cuyo código está a la vista de todos. Según ellos el software libre es
la garantía que permite fomentar una sociedad horizontal y transparente.
Para
crear un software, un programador escribe líneas de texto en lenguaje
informático. La computadora lee estas líneas para ejecutar el programa. El
conjunto de estas líneas se llama código fuente del software. Cuando un
programador termina su software, puede ocultar el código y vender el programa o
puede dejar el código a disposición de todos para que otros programadores lo
mejoren y lo difundan a su vez de forma libre.
Serralde
deplora que los gigantes de internet –como los que colaboran con el gobierno de
Estados Unidos en el programa PRISM– mantengan sus códigos en secreto, por lo
que se hace imposible saber cómo utilizan los datos de los usuarios.
Pese
al escándalo que generó la revelación de PRISM, estas compañías juraron no
saber del programa de espionaje ni haber entregado de forma sistemática los
datos a la agencia de inteligencia.
“Lo
que ellos dicen no me importa. El código es la ley. Si no veo el código, es
como firmar un contrato sin saber qué hay detrás”, deplora Serralde. “No sé lo
que hacen con tantos datos míos, y cuando digo ‘tantos’ no es exageración.
Tienen mis twits, mi información, mis fotos, pero no sé para qué los quieren”.
El
propio Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acaba de copublicar el libro
"Cypherpunks: Libertad y futuro del internet" en el cual afirma su adhesión al
ideal del internet libre y critica el control de la red por empresas y
gobiernos.
Satoshi
Nakamoto, creador de la bitcoin, también se reivindica como cypherpunk.
Concibió su criptomoneda bajo un ideal libertario, independiente de los bancos
y de las instituciones gubernamentales. Cuando se estableció el uso de la
moneda, el seudónimo Satoshi Nakamoto desapareció. El creador de la bitcoin
seguirá siendo un desconocido.
Gracias
al P2P cada persona interactúa directamente con las otras en “un sistema que
trabaja como una organización colectiva”, precisa la Fundación Bitcoin. Esta
fundación fue creada en septiembre de 2012 con el propósito de mejorar el
código abierto de la moneda, que es en sí misma un software.
Al
participar en la bitcoin los programadores aportaron una nueva herramienta a la
ideología del software libre: un sistema monetario.
“Bitcoin
es una abstracción más”, analiza Serralde. “Existe sólo en la imaginación de la
gente que cree en ella”. Resulta que se usa tanto por motivaciones políticas
como forma para ingresar dinero y permitir los negocios millonarios en la red
oscura.
“No
importan tus motivaciones, eres un revolucionario”, declara The Dread Pirate
Roberts, administrador de The Silk Road, en sus instrucciones a los vendedores.
“Tus acciones llevan satisfacción a quienes fueron oprimidos durante demasiado
tiempo. Siéntete orgulloso de lo que haces”, agrega.
Autorregulación
A
pesar del anonimato, normas estrictas regulan la página de mercado negro: queda
prohibido vender armas y cualquier tipo de contenido pedófilo. “Es un refugio
seguro donde viene gente civilizada en paz por beneficio mutuo”, precisa el
administrador de The Silk Road, quien advierte a los compradores: “Debes
entender los riesgos de poseer y usar lo que compras aquí”.
No
es el caso de todos los portales equivalentes a The Silk Road que florecen en
la red oscura. Black Market Reloaded, su competencia directa –aunque con mucho
menor asistencia– permite la venta de armas.
El 14 de octubre de 2011, integrantes del grupo
Anonymous lograron apagar el portal pedófilo Lolita City y publicaron los
nombres de mil 589 de sus visitantes.
Para Serralde este hecho reveló que internet libre
tiene autorregulación; es decir: sus propios integrantes lo controlan, mientras
“en un sistema de control (que no sea una red oscura) no hay permiso para la
autorregulación, sólo existe la regulación vertical por parte de las
autoridades”.
Ni los pedófilos ni los narcotraficantes esperaron
la formación de la red oscura para instalarse en internet. Ya en 2002 el diario
El Universal publicó un reportaje en el que describía transacciones de drogas
en línea, aunque éstas requerían mayor logística: un punto de encuentro en la
Ciudad de México, varios números de celulares y mucha incertidumbre.
Un documento que publicó la Subdirección de
Política Exterior de la Cámara de Diputados en octubre de 2006, titulado
Regulación jurídica del internet, también reveló el problema: “El fraude
cibernético, la piratería de software, la intrusión a sistemas de cómputo, el
hackeo y la venta de armas y drogas por internet son amenazas para la
sociedad”.
El futuro augura nuevos retos para las autoridades.
El profesor Lee Cronin, investigador de la Universidad de Glasgow, está
llevando a cabo un software libre para permitir ensamblar medicamentos
directamente en casa gracias a una tinta química compatible con las famosas
“impresoras 3D”, las cuales permiten reproducir físicamente un producto. Los
patrones de estructuras moleculares para que la máquina los “imprima” se descargarán
por internet. Uno puede apostar que pronto se difundirán “recetas” de drogas
ilegales, como hoy se puede encontrar fórmulas para “imprimir” armas de fuego
en su totalidad.
“Lo único que nos aporta internet es catálisis,
velocidad. Todo el resto lo tienes idéntico ahí afuera, al salir a la calle. No
hay nada más”, resume Serralde.
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Fuente: http://www.proceso.com.mx/?p=348354