FUNDAMERCED

martes, 7 de abril de 2015

Venezuela: Subculturas delincuentes




SUBCULTURAS DELINCUENTES

      
                      


Fundamerced
 7-04-2015


El video que antecede a estas líneas corresponde a la genuina manifestación de dolor que puede percibirse en innumerables barriadas populares en Venezuela, por la muerte de un ser querido; pero éste es el duelo expresado por una subcultura determinada.


Últimamente, han convertido en virales en las redes sociales videos grabados por periodistas extranjeros, registrando cómo es la violencia en Venezuela, cómo sobreviven sus pobladores al desabastecimiento, cómo se enfrentan a la inseguridad, cómo es la vida en las cárceles y, en fin, registrando en imágenes como es la cotidianeidad en nuestra sociedad; por supuesto, muchos de esos videos han sido descalificados, criticados duramente: Se aduce que no reflejan la realidad, acusándolo de falsos y de constituir meras dramatizaciones tarifadas, elaborados conforme a un guión. El lector sabrá discernir la verdad.


No obstante, sostenemos que en todos esos videos subyace un trasfondo material verídico, aún cuando hayan sido realizados por periodistas profesionales, cómo es el caso del filmado por el Cabo Vadillo, o el más reciente de "Amazonas Clandestino", dónde unas prostitutas entrevistadas en un burdel afirman que viven con mayor seguridad en medio de un campamento minero ubicado en mitad de la selva, sólo por cuánto allí se respeta y se teme a unos pandilleros que imponen el orden a costa de sangre y de fuego; por supuesto, ese trasfondo es mucho aún más verídico cuando es realizado no por periodistas profesionales, sino por cualquier persona que tenga en su poder una cámara: Es el caso de la series "CARCEL O INFIERNO", posteadas en este blog, filmadas en una cárcel venezolana; o el caso del video clip de los "K-ATEDRATIKOS", filmado igualmente en otra cárcel venezolana, así como es el caso de los innumerables videos subidos al canal “Youtube” con temática análoga: Reina el caos y la anarquía, pero aún en ese estado anómico existe un orden preestablecido, impuesto al estilo de la "ley de la selva", la ley del más fuerte.


Ahora bién, ¿qué nos transmiten todos esos videos? Que efectivamente existen esas subculturas, que estas subculturas se manifiestan con sus propios valores, y qué esos valores difieren de los valores que deberían “dominar” en una sociedad, dada su inidoneidad para coexistir y convivir pacíficamente en sociedad. Ya no se trata de sí una subcultura tiene o no derecho a expresarse conforme a sus propios valores; se trata más bién de “evitar” de algún modo que esa subcultura persista en expresarse del modo cómo lo ha venido haciendo, por colidir con esa coexistencia y convivencia pacífica que se requiere en toda sociedad, por perturbar evidentemente el orden y la paz social qué es requerido para que todos los miembros de la sociedad puedan desenvolverse libremente, sin temor a ser víctima de vejamen alguno.

Desde bluego, cuándo nos referimos a subcultura, no nos estamos refiriendo a un simple arito o un zarcillo insertado en la oreja, o la mala costumbre de hurgarse la nariz en público, no; nos referimos a usos y costumbres cuya práctica daña y erosiona toda convivencia social pacífica, y nos referimos a un extenso sector de la población cuyos hábitos de vida no son cónsonos con las pautas sociales exigibles en una sociedad decente, que cuándo se lleva el pan a la boca es por habérselo ganado con el sudor de su frente: Llegados a cierta etapa de su vida, los miembros de estas subculturas no estudian, no trabajan, permanecen constantemente en el ocio e indefectiblemente transitan por la senda del crimen, para poder proveerse sustento. Vale decir, poseen proclividad criminal, y no porqué sean pobres o porqué el color de su piel sea distinta a la blanca caucásica, sino en razón de carecer del incentivo para forjarse un futuro mediante un oficio u ocupación digna que les permita labrarse un futuro digno, y por carecer asimismo del estímulo necesario para apartarse precisamente de ese estilo de vida desadaptado socialmente.


Entonces, no es que la delincuencia se esté colombianizando en Venezuela, cómo aseguró un ministro de justicia, sino que se está dejando a la delincuencia a su libre arbitrio, tomándole fotos para el "Facebook"; tampoco puede soslayarse el problema, minimizándolo, afirmando que las altas cifras de homicidio corresponden a ajustes de cuentas entre delincuentes o a enfrentamientos de éstos contra las fuerzas de seguridad y que las decapitaciones ocurren por motivos pasionales, como afirmó un ministro, con motivo de las 15 decapitaciones ocurridas sólo durante 2014. En Venezuela, muchos han advertido que ahora la aspiración social pareciera ser ingresar a una cárcel, que se ha dejado libre a la violencia, que la edad de ingreso al mundo criminal ha bajado a los quince años así como que en esas subculturas "matar da prestigio y poder",  pero aún así el Estado más bien pareciera fomentar la proclividad criminal, creando unas "zonas de paz" para que las bandas delincuentes deambulen a sus anchas sin interferencia alguna de las fuerzas policiales, sin desarmarlas, asegurando a toda costa la defensa pública de los delincuentes cuando caen presos, recluyéndolos en recintos para que así refuercen sus lazos de amistad y compañerismo y hasta su propia proclividad criminal, permitiéndoles que prosigan su actividad criminal desde las propias cárceles, sin someterlos a ningún proceso de resocialización y liberándolos a escasos dos años de su respectiva captura, independientemente de la causa por la cual haya sido encarcelado, para evitar la congestión y consabido hacinamiento de los escasas cárceles que aún quedan en funcionamiento, a la vez que evitarles perjuicio a sus derechos humanos a causa del retardo procesal, en lo que vernáculamente se conoce como plan cayapa, pero que en definitiva implica que es el propio quién decide a su arbitrio que hacer durante el tiempo que permanezca encarcelado, en vez de decidirlo una sana politica criminal impuesta por el estado: Son los pranes quienes mandan en las cárceles, y son quienes imponen su propia voluntad y su propio criterio.


Por tanto, no es un hecho aislado ese episodio de unos jóvenes blandiendo armas y disparándolas, para despedir a un deudo suyo; es un hecho reiterado, una constante; pero reiterado y constante en esa subcultura, esa subcultura que poco a poco se extiende para arropar a toda la sociedad venezolana, impregnándola con sus desviadas pautas: La vida fácil, la de obtener y disfrutar de todo sin esfuerzo alguno, sea por engaño o por rapiña. Fue así como fue asesinada nuestra querida Mónica Spear, pero fue así también como fue asesinado el Capitán Otaiza, un revolucionario, por toparse una oscura madrugada con unos zagaletones.  En Venezuela, la impunidad impera, e imperará mientras subsista esa apatía ante la violencia, que impide hasta desarmar efectivamente a los delincuentes, incrementándose evidentemente los niveles de violencia por esa misma impunidad. El objetivo no debería consistir entonces en pacificarlos dado que en puridad de conceptos los "delincuentes" no son unos "rebeldes", luchando por un ideal político; son delincuentes, criminales, y por tanto deben ser desarmados, enjuiciados y resocializados.

Sí hemos de vivir en sociedad, que todos se ajusten a la Ley. Desde luego, la desadaptación social ha de ser erigida nuevamente como criterio para discernir quién delinque y quién se comporta de un modo socialmente aceptable; solo así prevalecerían los derechos humanos, no tanto del individuo, sino el de todos los miembros de la sociedad como colectivo, pisoteado por los derechos humanos de unos cuántos desadaptados.

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