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viernes, 31 de mayo de 2013

HEMEROTECA: Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)<, no hay riesgo de adicción debido al uso de medicamentos


Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH):               No hay riesgo de adicción        debido al uso de Ritalin




        Los niños que sufren de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tratados con Ritalin        o Adderall no tienen mayor riesgo de adicción al desarrollarse en adolescentes y adultos, muestra un estudio publicado el miércoles en los Estados Unidos ( Mychele Daniau )



     Los niños que sufren de Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tratados con Ritalin o Adderall no tienen mayor riesgo de adicción que otros adolescentes o adultos, demuestra un estudio publicado el miércoles en Estados Unidos.

     De acuerdo con estudios anteriores, de la Universidad de California en Los Angeles (oeste), los niños con este trastorno parecen tener una mayor propensión a consumir drogas, alcohol o fumar durante su crecimiento.

    Pero los investigadores no sabían si los fármacos utilizados provocaban esa adicción.
 
   Estos psicólogos analizaron los resultados de 15 estudios a largo plazo, tres de los cuales aún no han sido publicados.
 
   Para esta investigación, más de 2.500 niños que sufren de trastorno por déficit de atención con hiperactividad fueron seguidos hasta la adolescencia y la edad adulta.
 
   "Hemos encontrado que los niños que toman medicamentos no mostraron ni mayor probabilidad ni menor probabilidad de convertirse en alcohólicos o adictos a las drogas, por haber sido tratados con estos estimulantes", dijo Kathryn Humphreys, un psicólogo de la Universidad de California y autor principal del estudio publicado en JAMA de Psiquiatría del 29 de mayo.
 
    "No encontramos ninguna relación entre el uso de fármacos como Ritalin y el uso futuro del alcohol, el tabaco, la marihuana o la cocaína."
 
   Los niños tenían un promedio de ocho años, cuando comenzó la investigación y 20 años en el momento del último seguimiento.
 
    Son de diferentes partes de los Estados Unidos, pero también en Canadá y Alemania.
 
    "Por lo menos dos tercios de los niños con Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) tienen serios problemas en la escuela y para socializar, a menudo sufren de ansiedad y depresión en la adolescencia", dijo Steve Lee, profesor asistente de psicología en la Universidad de California.
 
    El Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) afecta a entre 5 y 10% de los niños en los Estados Unidos, proporciones que son similares en muchos otros países industrializados.
 
    Este trastorno es tres veces más común en niños que en niñas.
 
   Los síntomas incluyen la distracción, se aburren fácilmente, o la incapacidad para terminar una tarea simple.

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Traducción libre del francés
Fuente: http://www.leparisien.fr/laparisienne/sante/deficit-d-attention-pas-de-risque-de-toxicomanie-du-a-la-prise-de-ritaline-29-05-2013-2847577.php

HEMEROTECA: El Psiquiatra que "descubrió" el TDAH confesó antes de morir que es "una enfermedad ficticia"


El psiquiatra que "descubrió" el TDAH confesó antes de morir que "es una enfermedad ficticia"

23 de mayo de 2013 | 08:12 CET




Leon Eisenberg
    A la psiquiatría hace tiempo que se le ve el plumero. Son tantas las enfermedades y trastornos que se describen en sus manuales que hoy en día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar las alarmas al incluir las rabietas en el último Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, la biblia de los psiquiatras) y después de ver como el gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de salud mental, cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, porque es imposible que tantos niños estén mentalmente enfermos, aparecen unas declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.

El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia.

Los inicios del TDAH

      Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH sucedieron en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque claro, la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.

       En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia, Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”. Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.

       En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia” en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).

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     El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada. Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de metilfenidato (*)   . En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.

     El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo, decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta. Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia, si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela, si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado de un suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría”).

El negocio de la psiquiatría

      Como he dicho al principio de la entrada parece que la psiquiatría es un monstruo capaz de llevarse cualquier cosa por delante, con un hambre voraz, que no se detiene y que hará todo lo posible por tratar de conseguir que toda persona sana acabe tomando una u otra medicación para tratar su (no) enfermedad. Se les ve el plumero, y una prueba más de ello es que ya existe la próxima enfermedad que será difundida por toda la infancia: el trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva

     Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños. Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los “enfermos” niños de dos y tres años.

     Uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU. es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para dedicarlos a seguir investigando la enfermedad.

       Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la psiquiatría, para ver hasta qué punto se inventan las enfermedades para luego poder dar los fármacos que ya existen, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove  reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), es decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 (el 56%) tenía una o más relaciones financieras con las empresas de la Industria Farmacéutica.

¿Existe el TDAH?

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      Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno. Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer. 

      Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”, así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren probarlo todo y no dejarse nada, quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos.

     No digo que ninguno de estos niños no tengan nada. No digo que no necesiten ayuda, porque es muy probable que muchos de ellos tengan muchos problemas, pero nunca he creído en la existencia de un trastorno que afecte al 10% de los niños y mucho menos he creído en la cura milagrosa del metilfenidato (*), porque si bien los niños cambian su comportamiento, los problemas que hicieron que el niño funcionara de un modo no aceptado siguen ahí.

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*)  Véanse también: "El metilfenidato -la cocaína de los niños- es un asunto de salud pública"    
                                   "Los efectos nocivos de los psicofármacos"

Fuente:  http://www.bebesymas.com/salud-infantil/el-psiquiatra-que-descubrio-el-tdah-confeso-antes-de-morir-que-es-una-enfermedad-ficticia

HEMEROTECA: Los efectos nocivos de los psicofármacos





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ROBERT WHITAKER Y LOS EFECTOS NOCIVOS DE LOS PSICOFÁRMACOS
Infocop |




El libro de Whitaker, Anatomy of an Epidemic: Magic Bullets, Psychiatric Drugs, and the Astonishing Rise of Mental Illness in America (Anatomía de una epidemia: panaceas, psicofármacos y el impactante ascenso de la enfermedad mental en EE.UU.) es más extenso y polémico que el libro de Irving Kirsch, tal y como subraya Marcia Angell, periodista del New York Review of Books, en la revisión que hace de su obra (The Epidemic of Mental Illness: Why?). 

Whitaker analiza todas las enfermedades mentales, no sólo la depresión y, si bien Kirsch concluye que los antidepresivos probablemente no son más eficaces que el placebo, Whitaker establece que tanto los antidepresivos como la mayoría de los fármacos psicoactivos no son sólo ineficaces, sino perjudiciales



Whitaker da cuenta de las alteraciones, a nivel cerebral, que puede suponer el consumo continuado de psicofármacos, tal y como han puesto en evidencia diferentes estudios científicos y tal y como ha sido reconocido por parte de algunos responsables de prestigiosas agencias de salud. Además, advierte de los peligros que adquiere la escalada de consumo de psicofármacos en la que se ve inmersa la mayor parte de los pacientes. Una espiral de consumo de la que es extremadamente difícil volver a salir.

Su análisis parte de la observación de que la progresión natural de la enfermedad mental ha manifestado un cambio en las últimas décadas. Mientras que hace unos años la esquizofrenia o los trastornos depresivos se caracterizaban por ser episodios autolimitados o episódicos, con una duración típica no mayor a seis meses y con largos periodos de normalidad entre las crisis, ahora estas condiciones son consideradas habitualmente crónicas y una carga para toda la vida. Según manifiesta Whitaker, entre las causas que han motivado este cambio se encuentran los psicofármacos, ya que todos ellos, incluso los que alivian los síntomas a corto plazo, causan daños cerebrales a largo plazo, cuya duración se prolonga más en el tiempo que los daños que se hubieran derivado de la progresión natural de la enfermedad mental, sin intervención farmacológica.

Whitaker trae a colación las declaraciones de Steve Hyman, exdirector del National Institute of Mental Health (NIMH) de EE.UU. y hasta hace poco rector de la Universidad de Harvard, quien reconoció que el consumo de fármacos psicoactivos prolongado en el tiempo produce "alteraciones sustanciales y de larga duración en la función neuronal".

Tal y como explica Whitaker, el consumo habitual de psicofármacos hace que el cerebro comience a funcionar de manera cualitativa y cuantitativamente distinta respecto a su estado normal. Tras varias semanas de consumo de fármacos psicoactivos, los esfuerzos del cerebro por compensar los cambios que éstos introducen a nivel neuronal comienzan a fallar y es entonces cuando se empiezan a manifestar los efectos secundarios asociados al medicamento, que son una señal de que el fármaco en cuestión está poniendo en marcha sus mecanismos de acción. De esta manera, por ejemplo, el consumo de antidepresivos inhibidores de recaptación de serotonina produce una concentración anormal y elevada del nivel de serotonina en el cerebro, que el organismo es incapaz de corregir si se prolonga su consumo en el tiempo, circunstancia que, a su vez, puede desembocar en episodios de manía. Por su parte, los antipsicóticos causan efectos secundarios que se asemejan a la enfermedad de Parkinson, debido a que disminuyen los niveles de dopamina, cuya carencia también se observa en este tipo de enfermedad. 

Para Whitaker el problema no termina aquí, ya que una vez que el paciente comienza a presentar efectos secundarios derivados del consumo de psicofármacos, a menudo acude al médico en busca de un tratamiento para aliviar estos nuevos síntomas, de tal manera que la mayoría de los pacientes acaban consumiendo un cóctel de psicofármacos para un cóctel de diagnósticos

Así, un episodio de manía desencadenado tras el consumo prolongado de antidepresivos puede dar lugar a un nuevo diagnóstico de trastorno bipolar y a un nuevo programa de tratamiento que incluye fármacos estabilizadores del estado de ánimo, como el Depakote (divalproex sódico, un anticonvulsivo), junto con otro antipsicótico, lo que genera nuevos efectos secundarios. Y así sucesivamente. Según Whitaker, este proceso en espiral hace que algunos pacientes puedan llegar incluso a tomar hasta seis psicofármacos distintos al día

Whitaker además advierte que este consumo abusivo de psicofármacos da lugar a una atrofia cerebral, tal y como ha quedado manifiesto en los estudios realizados por Nancy Andreasen, una prestigiosa neurocientífica y psiquiatra que ha sido galardonada por su línea de investigación en el análisis del funcionamiento neuronal de personas con trastorno mental a través de técnicas de neuroimagen. Según uno de los hallazgos del equipo de Andreasen, el consumo de psicofármacos está asociado a un "encogimiento" del cerebro y este efecto está directamente relacionado con la dosis y la duración del tratamiento farmacológico. En declaraciones al New York Times, Andreasen señaló que "el consumo de psicofármacos impide que la corteza prefrontal reciba la entrada de lo que necesita y empieza a experimentar apagones. Lo que se traduce en síntomas psicóticos. Esto también hace que la corteza prefrontal se atrofie lentamente".

Otra de las circunstancias que para Whitaker evidencia las consecuencias nocivas del consumo de psicofármacos se observa en la dificultad que entraña el proceso de retirada de este tipo de medicamentos. Bajar la dosis de un psicofármaco es un proceso sumamente delicado, según Whitaker, porque cuando se retira, los mecanismos de compensación que había desarrollado el cerebro durante su consumo, continúan manteniéndose a pesar de la desaparición del agente que los activó. Así Whitaker explica, por ejemplo, que cuando se realiza el proceso de retirada del antidepresivo Celexa (citalopram hidrobromuro), un inhibidor selectivo de recaptación de serotonina, los niveles de este neurotransmisor caen de forma precipitada ya que las neuronas presinápticas no están liberando las cantidades normales de serotonina y las neuronas postsinápticas no tienen suficientes receptores para ella. Del mismo modo, cuando un antipsicótico se suspende, se pueden disparar los niveles de dopamina. Los síntomas producidos por la retirada de psicofármacos se confunden a menudo con recaídas de la enfermedad original, lo que puede llevar a los psiquiatras a reanudar el tratamiento farmacológico, tal vez incluso con dosis aún más elevadas, advierte Whitaker, quién se siente indignado por lo que él considera un efecto iatrogénico, es decir, involuntario e introducido médicamente. 

Whitaker define este proceso de consumo abusivo de psicofármacos como "la epidemia de la disfunción cerebral", epidemia que se ha expandido principalmente con la nueva generación de antipsicóticos "atípicos", tales como Zyprexa (olanzapina), causantes de graves efectos secundarios. A este respecto invita a la reflexión a sus lectores mediante el siguiente ejemplo:

"Imagina un virus que aparece de repente en el mundo y que provoca que las personas duerman doce o catorce horas al día. Las personas infectadas se mueven con cierta lentitud y parecen desconectadas emocionalmente. Muchas de ellas ganan bastante peso. A menudo, sus niveles de azúcar en sangre se elevan, al igual que sus niveles de colesterol. Un número de afectados por la enfermedad, entre los que se incluyen, inexplicablemente, niños y adolescentes, se convierten en diabéticos en un breve plazo de tiempo... El gobierno ofrece cientos de millones de dólares a los científicos de las mejores universidades para que descifren el funcionamiento interno de este virus, quienes afirman que la razón por la que causa estas disfunciones globales radica en que bloquea gran cantidad de neurotransmisores cerebrales (dopaminérgico, serotoninérgico, muscarínico, adrenérgicos e histaminérgicos). Todas esas vías neuronales se ven comprometidas. Mientras tanto, los estudios de resonancia magnética que encontramos en un período de varios años, demuestran que el virus contrae la corteza cerebral y que esta contracción provoca deterioro cognitivo. Un atemorizado público clama por una cura.
Ahora, dicha enfermedad, de hecho ha afectado a millones de niños y adultos norteamericanos. Se acaban de describir los efectos del antipsicótico más vendido, Zyprexa, de los laboratorios Eli Lilly".

La evidencia proporcionada por Whitaker para argumentar su planteamiento varía en calidad, debido a las dificultades inherentes que conlleva acceder a muestras reales de pacientes donde se puedan comparar los efectos de una progresión natural de un trastorno mental, esto es, sin que se haya administrado ningún tipo de tratamiento farmacológico durante un periodo de 50 años desde la aparición de los primeros síntomas. No obstante, según manifiesta Marcia Angell, las reflexiones que aporta este investigador, si bien no llegan a ser tan concluyentes como las de Irving Kirsch (gracias a su aplicación del método científico) "no dejan de ser sugerentes".

Los críticos a este punto de vista podrían argumentar, comenta la periodista, que los efectos secundarios que provoca el consumo de psicofármacos "son el precio que debe pagarse para aliviar el sufrimiento causado por una enfermedad mental" (tal y como sugiere Nancy Andreasen implícitamente en su investigación sobre la pérdida de tejido cerebral debido al tratamiento antipsicótico a largo plazo). Pero para Marcia Angell este argumento merece una reflexión: "si estuviéramos seguros de que los beneficios de los psicofármacos superan con creces los daños que provocan, este sería un potente argumento, ya que no hay duda de que muchas personas se encuentran afectadas gravemente por alguna enfermedad mental. Pero como Kirsch, Whitaker y Carlat argumentan de manera convincente, es probable que estas expectativas no se correspondan a la realidad (...) Al menos, tenemos que dejar de creer que los psicofármacos son el mejor y único tratamiento para la enfermedad mental y el sufrimiento psicológico. Tanto la psicoterapia como el ejercicio físico han demostrado ser tan eficaces como los psicofármacos para la depresión y sus efectos son más duraderos; sin embargo, por desgracia, no existe una industria para impulsar estas alternativas".

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Fuente: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=3843

HEMEROTECA: Descubridor del TDAH confesó antes de morir que es un trastorno ficticio



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El descubridor del déficit de atención confesó antes de morir que el TDAH es un trastorno ficticio


Publicado: 25 may 2013 | 17:08 GMT Última actualización: 29 may 2013 | 13:36 GMT


El descubridor del déficit de atención confesó antes de morir que es un trastorno ficticio
Corbis


      Siete meses antes de morir, el famoso psiquiatra estadounidense Leon Eisenberg, quién descubrió el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), afirmó que se trata de "un ejemplo de enfermedad ficticia". 

      Esta afirmación, hecha por el destacado médico, fue publicada por el semanario alemán 'Der Spiegel'.

     Los primeros intentos de explicar la existencia de este trastorno fueron llevados a cabo en los años 30. En aquel momento, los médicos que trataban a niños con un carácter inquieto y con dificultad para concentrarse les diagnosticaban el síndrome posencefálico, pese a que la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.

     Fue precisamente Leon Eisenberg quien en los años 60 volvió a hablar de dicho trastorno. En el año 1968 incluyó la enfermedad en el 'Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales'.

harvard.edu
                               
      Uno de los principales logros de Eisenberg fue conseguir que la gente creyera que el TDAH tiene causas genéticas. El sentimiento de culpa de los padres desaparece de esa forma al pensar que el niño ha nacido así y el tratamiento con medicamentos es menos cuestionable. Sin embargo, pocos meses antes de su muerte, confesó que lo que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de establecer las razones psicosociales que pueden provocar determinadas conductas, un proceso que lleva tiempo por lo que "prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido".

   Después de estas revelaciones se puede mencionar otro estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove. Según esta profesional, de los 170 miembros del grupo que trabaja con el 'Manual de los trastornos mentales', el 56% tenía una o más relaciones financieras con empresas de la industria farmacéutica

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Fuente:  http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4587&cat=44

jueves, 30 de mayo de 2013

HEMEROTECA:El debate mundial generado por el DSM-5



       El debate mundial generado por el DSM-5
Infocop |




Jamás en la historia se había hablado tanto de ningún otro libro de la medicina. La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) – DSM-5, la denominada “biblia de la psiquiatría”, ha iniciado su lanzamiento inmerso en una gran polémica y en un momento en que la comunidad científica, los profesionales y el público general muestran su preocupación ante los intereses de las compañías farmacéuticas y su influencia en el quehacer de la psiquiatría. A este respecto, no hay que olvidar que el precio del manual asciende a los 199 dólares, una cifra muy superior a la de su anterior versión, constituyendo la principal fuente de ingresos para la Asociación Americana de Psiquiatría.
El debate, erróneamente reducido y explicado -en algunos medios de comunicación- como un enfrentamiento entre profesionales de la psiquiatría y la psicología, nace del mismo gremio de la psiquiatría. De hecho, uno de los más acérrimos opositores al DSM-5 es Allen Frances, psiquiatra y presidente del grupo de trabajo del DSM-IV (la versión anterior), quien desde hace varios años lleva manifestando su recelo hacia la ampliación de diagnósticos que recoge el DSM-5. En un artículo del Psychiatric Times, del 26 de junio de 2009, Frances ya escribía: "el DSM-5 será una bonanza para la industria farmacéutica, pero a costa de un enorme sufrimiento para los nuevos pacientes falsos positivos que queden atrapados en la excesiva amplia red del DSM-5".



















Sí bién Allen Frances continúa mostrando abiertamente sus críticas (ahora a través de una activa cuenta en twitter), e incluso ha publicado un libro en el que habla sobre los peligros de la medicalización de la vida cotidiana, que ha salido a la venta este mes de mayo (titulado Saving Normal), la polémica entre detractores y defensores del DSM se ha avivado recientemente tras las declaraciones de otro prestigioso neurocientífico y psiquiatra, Thomas Insel, director del Instituto Nacional de Salud Mental de EE.UU. (National Institute of Mental Health - NIMH).

Tal y como hemos informado en Infocop, tan sólo unas semanas antes de la presentación oficial del DSM-5, T. Insel emitió un comunicado en el que criticaba la falta de validez del DSM, y anunciaba que el NIMH se desligaba de este sistema de clasificación, alentando públicamente a los científicos a no utilizarlo y anunciando su pretensión de desarrollar un nuevo sistema de diagnóstico basado en biomarcadores y no en juicios clínicos (denominado Research Domain Criteria). En sus declaraciones, T. Insel desprestigiaba el manual de la Asociación Americana de Psiquiatría, al afirmar que el DSM “no se puede considerar una biblia, sino tan sólo un diccionario”. Unos días después, el 6 de mayo, el presidente del Grupo de Trabajo del DSM-5 de la Asociación de Americana de Psiquiatría, David Kupfer, respondiendo a dichas afirmaciones, expresaba sus recelos hacia el modelo biologicista que defiende el director del NIMH, teniendo en cuenta la falta de evidencias tras más de 30 años de investigación: “hemos estado diciendo a los pacientes durante varias décadas que estamos a la espera de encontrar unos biomarcadores. Todavía seguimos esperando”, criticaba D. Kupfer. Finalmente, en un intento de volver las aguas a su cauce, el NIMH publicó una declaración conjunta con la Asociación Americana de Psiquiatría, aclarando que ambas instituciones comparten su compromiso de mejorar el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos mentales. “Los pacientes, las familias y las aseguradoras pueden estar seguros de que existen tratamientos eficaces disponibles y que el DSM es el recurso clave para ofrecer la mejor atención disponible”, vela dicha declaración.
No obstante, la polémica -lejos de disolverse- ha disparado un aluvión de críticas y debates en todo el mundo, y prueba de ello es que los grandes medios de comunicación internacionales, como The New York Times, The Guardian, The Economist, Daily News o Scientific American, se han hecho eco durante estos días de las distintas opiniones vertidas por los expertos hacia este manual. En tan sólo un mes, han salido a la venta dos libros, “Saving Normal” (de F. Allen) y “The Book of Woe” (de Gary Greenberg), se han publicado cientos de artículos y se han lanzado importantes campañas de recogida de firmas a escala mundial, advirtiendo de los peligros que entraña el uso del DSM-5 y solicitando la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica.

El debate está dividiendo al gremio de la psiquiatría y aunque el punto candente se sitúa en EE.UU., se está extendiendo con rapidez en Europa, -sobre todo, en el Reino Unido- e incluso está calando de lleno en el mundo árabe. De esta manera, la cadena de TV Al Jazeera ha emitido hace unos días una entrevista con Robert Whitaker, periodista de investigación experto en el área de la medicina y la ciencia, y autor del libro Anatomy of an Epidemic (Anatomía de una epidemia), -del que ya hemos hablado en Infocop (ver: Robert Whithaker y los efectos nocivos de los psicofármacos ), y Allen Frances. En dicha entrevista, Allen Frances apuntó que los diagnósticos “siempre se expanden, nunca se reducen” y se abordaron aspectos tan trascendentes como los perjuicios que genera la expansión de las categorías diagnósticas y su asociación con el aumento de la medicalización de la población.

El debate mundial que ha abierto el cuestionamiento del DSM-5 supone un replanteamiento de los cimientos en los que se sustenta la psiquiatría, por lo que está siendo considerado como una revolución histórica en salud mental (ver: Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental 2). Sin embargo, llama la atención que este tema aún no haya tenido la repercusión mediática que se merece en nuestro país.

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Fuente: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4587&cat=44

Psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE, apoyando modelo de rehabilitación en salud mental


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Los psiquiatras se suman a la abolición del DSM y el CIE y apoyan el modelo de rehabilitación en salud mental




Un amplio grupo de psiquiatras, liderados por el doctor S. Timimi, han enviado una petición formal al Colegio de Psiquiatras de Reino Unido en la que solicitan la abolición de los sistemas de clasificación diagnóstica, CIE y DSM. La petición se ha acompañado de una campaña de recogida de firmas en la plataforma Change.org, que, en el momento de redactar este artículo, contaba con el apoyo de más de 1.000 firmantes en tan sólo dos días tras su lanzamiento. En declaraciones a los medios, S. Timimi ha afirmado que: “El proyecto del DSM no se puede justificar, ni en sus principios teóricos ni en la práctica. Tiene que ser abandonado para que podamos encontrar formas más humanas y eficaces de responder a la angustia mental”.
En el comunicado, titulado “No más etiquetas diagnósticas” (No more psychiatric labels), realizan una revisión exhaustiva de los motivos y de la evidencia científica en la que sustentan esta posición, estableciendo las siguientes conclusiones:
  • Los diagnósticos psiquiátricos no son válidos.
  • El uso de los diagnósticos psiquiátricos aumenta la estigmatización.
  • La utilización de diagnósticos psiquiátricos no ayuda a la decisión sobre el tratamiento a elegir.
  • El pronóstico a largo plazo de los problemas de salud mental ha empeorado.
  • Estos sistemas imponen las creencias occidentales sobre los trastornos mentales en otras culturas.
  • Existen modelos alternativos, basados en la evidencia, para proporcionar una atención eficaz en salud mental.
El escrito, supone una declaración sin tapujos, de lo que estos psiquiatras consideran acerca del quehacer de su trabajo y del futuro de la salud mental.La psiquiatría se encuentra atrapada en un callejón sin salida”, aseguran en la introducción al texto. La recopilación de estudios científicos sobre epidemiología, las investigaciones transculturales y los ensayos clínicos de eficacia del tratamiento “ponen de relieve hasta qué punto los datos son inconsistentes con el modelo médico dominante, basado en diagnósticos, y considerado como el paradigma organizativo de la práctica clínica”. “El uso continuado de los sistemas de clasificación diagnóstica para la realización de la investigación, la formación, la evaluación y el tratamiento de las personas con problemas de salud mental es incompatible con un enfoque basado en la evidencia, capaz de mejorar los resultados”. Por tanto, “ha llegado el momento de facilitar que la teoría y la práctica en salud mental superen este estancamiento, eliminando los sistemas de clasificación diagnóstica CIE y DSM”.
En relación con la etiología de los trastornos mentales, el comunicado señala que “el fracaso de la investigación científica básica para revelar cualquier disfunción biológica específica o cualquier marcador fisiológico  o psicológico que sirva para identificar un determinado diagnóstico psiquiátrico es sobradamente reconocido”. “La única excepción importante a la falta de apoyo sobre la etiología de un diagnóstico es el trastorno por estrés postraumático, que atribuye los síntomas al resultado directo de un trauma”. Además, existe un amplio cuerpo de evidencia que vincula los episodios psiquiátricos, considerados como más graves, como las alucinaciones auditivas y la psicosis, a situaciones de trauma y abuso, incluyendo el abuso sexual, el físico y el racial, la pobreza, el abandono y el estigma”. Por este motivo, “es importante tratar de comprender las experiencias psicóticas dentro del contexto de la historia de vida de la persona. No hacerlo puede resultar perjudicial porque empaña y añade confusión acerca de los orígenes de las experiencias y conductas problemáticas, teniendo la posibilidad de ser entendidas”.
Los autores del texto se muestran preocupados ante la falta de validez de los sistemas de clasificación diagnóstica y manifiestan que  “el hecho de que la investigación científica básica no haya podido establecer ningún marcador biológico específico para ningún diagnóstico psiquiátrico, pone de manifiesto que los sistemas de clasificación actuales no comparten el mismo valor científico para pertenecer a las ciencias biológicas que el resto de la medicina”. Sin embargo, afirma el comunicado, “nuestra incapacidad para encontrar correlatos biológicos no debe ser vista como una debilidad. En lugar de empeñarnos en mantener un línea de investigación científica y clínicamente inútil, debemos entender este fracaso como una oportunidad para revisar el paradigma dominante en salud mental y desarrollar otro que se adapte mejor a la evidencia.
A este respecto, el documento recoge los estudios y meta-análisis que avalan la eficacia de determinadas intervenciones psicológicas, así como las investigaciones sobre el efecto placebo asociado a los psicofármacos, afirmando que el modelo biologicista en enfermedad mental está obsoleto. El desequilibrio bioquímico en el que se basa el tratamiento farmacológico en salud mental, “no se ha podido demostrar”, según señala.
Asimismo, detallan los graves perjuicios que puede suponer para las personas ser tratadas bajo la perspectiva biológica (la estigmatización, la falta de búsqueda de las verdaderas causas del problema, la confianza ciega en la medicación…), así como los riesgos y la falta de eficacia del tratamiento farmacológico, citando las investigaciones, incluso realizadas por la Organización Mundial de la Salud, que evidencian, al comparar transculturalmente poblaciones de personas con trastorno mental que no habían recibido ningún tratamiento farmacológico con personas con trastorno mental que sí lo habían recibido, que  “los pacientes con trastorno mental, fuera de EE.UU. y Europa, presentan unas tasas de recaída significativamente más bajas y son significativamente más propensos a alcanzar una plena recuperación y menor grado de deterioro a largo plazo, aunque la mayoría haya tenido un acceso limitado o nulo a medicación antipsicótica”.
“En resumen, parece que actualmente contamos con una evidencia sustancial que muestra que el diagnóstico en salud mental, como cualquier otro enfoque basado en la enfermedad, puede estar contribuyendo a empeorar el pronóstico de las personas diagnosticadas, más que a mejorarlo”, señala el documento. “Por lo tanto, la única conclusión basada en la evidencia que se puede extraer es que los sistemas psiquiátricos diagnósticos formales, como el DSM y el CIE, deberían abolirse.
Como alternativa, el grupo de psiquiatras que ha elaborado el documento, propone la implantación de nuevos paradigmas, basados en la evidencia, “que pueden ser desarrollados e implementados fácilmente”, e instan a la colaboración y el debate conjunto con otros profesionales de la psicología, sociología, filosofía, medicina, etc. Concluyen su comunicado, enumerando los siguientes “buenos puntos de partida”, tanto en la búsqueda de factores causales como en la realización de la práctica clínica:
  • Etiología: las investigaciones sobre la estrecha asociación entre situaciones traumáticas, sobre todo, en la infancia y adolescencia, y trastornos mentales como la psicosis, dan cuenta de que los factores contextuales deben integrarse en la investigación.
  • Práctica Clínica: Si bien los resultados sobre la eficacia del tratamiento farmacológico no ha mejorado en 40 años de investigación, existen otras alternativas, “en áreas tan diversas como los servicios de psicoterapia, los servicios comunitarios en salud mental, abuso de sustancias e intervención con parejas”, que han incorporado el peso que juega la alianza terapéutica o el apoyo social en la eficacia de la intervención, mejorando la eficacia de las resultados. Determinados movimientos basados en un enfoque de “recuperación” o “rehabilitación”, en vez de en un modelo de enfermedad y de clasificación diagnóstica, así como los programas que defienden un modelo integrado de atención a la salud mental y física, “son buenos ejemplos de cómo la evidencia puede incorporarse para facilitar un cambio de la cultura institucional”.
En definitiva, el texto supone un reconocimiento formal de las aportaciones y de la eficacia de las intervenciones psicológicas, así como del paradigma biopsicosocial y del enfoque basado en la rehabilitación, que defiende esta rama de la ciencia. Lo insólito del documento, es que es un hito que esta afirmación esté siendo avalada por un grupo de psiquiatras, comprometidos con su profesión y preocupados por mejorar la atención que se presta en salud mental.

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Fuente: http://www.infocop.es/view_article.asp?id=4586&cat=44 

miércoles, 29 de mayo de 2013

HEMEROTECA: Reo con tendencia pedófila pide absolución del delito de abuso sexual

 

 El Periódico de Aragón. Noticias de Zaragoza, Huesca y Teruel

 

TRIBUNALES

Un reo con tendencia pedófila pide que le absuelvan de abusos

Fiscalía solicita para él cuatro años de prisión por toquetear a una niña de 4 años



E. B. D. 28/05/2013


Rafael R.I. se dirige, ayer, a la sala de vistas de la Audiencia.     Rafael R. I. sufre "una pedofilia no excluyente, con tendencia de impulsos sexuales hacia menores, que implican trastornos sexuales y de identidad social", según los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA). No obstante, mantiene su facultad de entender y controla su voluntad.

     Ayer se sentó en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza para hacer frente a una petición, por parte de la Fiscalía, de cuatro años de prisión por un delito continuado de abusos sexuales por, presuntamente, haber sometido a tocamientos en sus partes íntimas en repetidas ocasiones, entre diciembre del 2011 y mayo del 2012, a una sobrina nieta de cuatro años en su casa de Pina.

     Su abogado defensor, Javier Peregrina, solicitó su absolución alegando que ese trastorno debe ser considerado como una circunstancia eximente de la responsabilidad penal.

     No obstante, también pidió al tribunal que, en caso de ser desestimada esa propuesta, trate la pedofilia como una semieximente o una atenuante que le rebaje la pena.

    La defensa también solicitó atenuar la condena porque ha indemnizado a la víctima --ha pagado 7.000 euros-- y porque confesó los hechos nada más ser detenido.

   La Fiscalía, que inicialmente pedía seis años, redujo su solicitud de pena a cuatro al aceptar la reparación. La familia de la niña, representada por la abogada Carmen Alquézar, pidió la condena del acusado.

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Fuente: http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/un-reo-con-tendencia-pedofila-pide-que-le-absuelvan-de-abusos_857522.html#EnvioNoticia

martes, 28 de mayo de 2013

HEMEROTECA: "La moral humana proviene de los monos"


martes 28 de mayo del 2013 09:35

"La moral humana viene de los simios"

Es la evolución y no la religión la que determina los comportamientos morales de los individuos, plantea un polémico libro

martes 28 de mayo del 2013 09:35


Los bonobos y los chimpancés se reconcilian después de pelear con un par que consideran valioso.


(BBC Mundo). Ni Jesús ni Rousseau ni Hobbes. Más bien la mona chita, o Darwin, para los más letrados, tendrían que ver con la moral.

     La moral humana tiene un pasado evolutivo ligado al comportamiento social, no religioso ni filosófico. Así lo plantea el primatólogo y profesor Frans de Waal en su último libro “El bonobo y el ateo”.

     “Muchos de los patrones que consideramos ‘morales’ vienen de la evolución de las especies”, le explica De Waal a BBC Mundo.

     Basado en 40 años de observación de primates, De Waal asegura que lo que los seres humanos denominamos como “moral” está mucho más cerca del comportamiento social de los simios que a una imposición divina o una decisión filosófica.

       Para el científico, la moral no pasa por una decisión que se toma o que se impone desde arriba -filosofía, religión o incluso autoridad- sino que es innata al comportamiento social humano. No sólo eso: no es exclusiva, sino que viene como parte del “paquete social” que también puede encontrarse en otros animales como nuestros parientes primates.

      Según el autor, los dos pilares de la moral: reciprocidad y justicia, por un lado y empatía y compasión por el otro, están presentes en el comportamiento social de los simios, el cual es ampliamente retratado en el libro.

ÉTICA PRIMATE

     Lo anterior está relacionado con los dos grados de moralidad que De Waal distingue en el comportamiento de estos animales. La primera, denominada moral “uno a uno”, tiene que ver con cómo un individuo espera ser tratado.

        Los estudios de De Waal, así como los de otros investigadores, han comprobado que chimpancés y bonobos respetan el concepto de propiedad y tratan a sus pares según la escala de jerarquía.

        Sin embargo, muchas otras especies parecieran regirse por un sistema parecido. Entonces, ¿cuándo un comportamiento social se vuelve moral?

        La clave es que estos primates esperan que se les respeten sus “derechos” y ser tratados según su grado jerárquico. Como animales sociales, muestran gratitud e incluso pueden tomar venganza, dependiendo del comportamiento de otros hacia ellos.

        El segundo grado de moralidad se denomina “preocupación social” y tiene relación con un concepto más abstracto, que involucra el sentido de armonía de la comunidad o grupo como un todo. Aunque bastante rudimentario, los simios sí muestran ciertas formas de reconocimiento de este grado de moralidad al compartir su comida, tranquilizar a sus vecinos o incluso “intervenir” en peleas de terceros para evitar disturbios en la comunidad.

       En una charla TED dictada por De Waal previo al lanzamiento del libro, el autor explicó que una de las cosas que más le llamó la atención de los primates que estudió fue su afán por reconciliarse luego de una pelea. “El principio es que tienes relaciones valiosas que resultan dañadas por el conflicto, por lo que tienes que hacer algo al respecto”, explicó en esa ocasión.

        Todo, siempre en miras a la aceptación -y cooperación- social.

     Los humanos, tal como nuestros parientes simios, evolucionamos en pequeños grupos donde la cooperación se volvió fundamental. Tal como ellos, también, ser sensible a las necesidades, intenciones y ánimos de nuestros pares se volvió una necesidad vital. Y eso, según de Waal, no tiene nada que ver con una decisión o un mandato superior, sino con la básica supervivencia.

    “Los seres humanos tenemos todo tipo de intereses egoístas y conflictos individuales que necesitamos resolver para lograr una sociedad cooperativa. Por eso es que tenemos moral, y las abejas u hormigas no”, señaló De Waal en una entrevista.

        Sin embargo, tampoco es que la moral provenga de una especie de Leviatán hobbesco.

        “El concepto de ‘el hombre es un lobo para el hombre’ es bastante injusto. Tanto para los lobos, que son animales bastante cooperativos, como para la humanidad que también es bastante más cooperativa y empática que lo que suele decirse”, aseguró el científico en su charla TED.

POLÉMICA RELIGIOSA
 
       Ni Dios ni la filosofía entonces habría influido en el desarrollo del comportamiento moral.

    Sin embargo las teorías de De Waal, basadas en sus descubrimientos, no caen muy bien entre filósofos, antropólogos e incluso economistas, según el mismo De Waal ha contado.

     “Ellos decidieron en su mente que la justicia es un concepto muy complejo y que los animales no pueden tenerlo. Hubo un filósofo incluso que nos escribió quejándose de que era imposible que los monos tuvieran un sentido de equidad, ya que la equidad es un concepto inventado durante la Revolución Francesa”, relató el científico en su charla TED.

      Y hoy se ha visto envuelto en otra polémica. Esta vez con religiosos. O no religiosos, para ser exactos.

        “La religión no es irrelevante, pero no es la base de la moralidad”, le dice De Waal a BBC Mundo.

       Originario de los Países Bajos, De Waal le cuenta a BBC Mundo que el libro es también una reacción a una sociedad como la estadounidense, donde la mayoría de las personas asocian directamente la moral con la religión.

     En su libro, el científico dedicó un capítulo completo al ateísmo. “Estoy por un rol reducido de la religión, con menos foco en Dios todopoderoso y más foco en la potencialidad humana”, escribe. Pero eso parece no ser suficiente para los ateos.

    Prominentes representantes del ateísmo como PZ Myers y AC Grayling han criticado duramente el libro, molestos no sólo porque De Waal es un científico que no “demoniza” la religión, sino que además critica al ateísmo, advirtiendo sobre los peligros de convertirlo en un dogma tan fuerte como la propia religión.

    “Creo que deberían calmarse un poco”, le dice De Waal a BBC Mundo, poniendo paños fríos a la discusión.

    “Si Dios existe es una pregunta interesante, pero no es la pregunta de mi libro y tampoco es una pregunta que un científico va a poder contestar”, concluye.

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Fuente:  http://elcomercio.pe/actualidad/1582121/noticia-moral-humana-viene-simios

lunes, 27 de mayo de 2013

CRIMINOGENICA. Segunda respuesta a un pedófilo: Pedofilia y pederastia en la mente de un pedófilo virtuoso



CRIMINOGÉNICA


Segunda respuesta a un pedófilo: PEDOFILIA Y PEDERASTIA En la mente de un pedófilo virtuoso


-I-

    “Pedofilia”, etimológicamente deriva del término griego παιδοφιλια, paidophilia, y éste de παις-παιδος, páis-paidós, «muchacho» o «niño», y φιλíα filía, «amistad». Esta palabra, paidophilia, fue acuñada por los poetas griegos como un sustituto de «paiderastia» (pederastia), que a su vez viene del griego ιδεραστία, paiderastía (siendo páis o paidós: ‘muchacho’ o ‘niño’; y erastês: ‘amante’).

       Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más correcto que pedofilia, si bien esta segunda forma es más usada.  En relación con la atracción hacia los adolescentes, también suele usarse los vocablos «hebefilia» (para hembras) o «efebofilia» (para varones), cuando ya son púberes,

    Por tanto, etimológicamente, tanto «pedofilia» (paidós: ‘niño’, filia: ‘amistad, amor’) como «pederastia» (paidós: ‘niño’, erastos, eros: ‘deseo sexual’) se basan en el término paidós: ‘niño’.

        En la Antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber, se denominaba pederastia, y hasta se consideraba digno y honroso, máxime cuando se daba entre un “maestro” y su discípulo, por favorecer la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era castigado con condena que podía consistir hasta en la pena de muerte.

    Asimismo, en la Roma Antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida, sin las justificaciones de los griegos, pero la pedofilia también era condenada.

       En ninguna de las dos señaladas culturas fue asociada la pederastia al abuso sexual; sólo la pedofilia.
Sin embargo, en la actualidad, entre la pedofilia y la pederastia no cabe distingo alguno; ambas denominaciones están referidas a la misma parafilia de carácter sexual, en la atracción hacia no-adultos, sean púberes o no, sean varones o hembras; y ambas persiguen el mismo objeto, la satisfacción sexual.    
   
      Ahora bién, este tipo de perversión supone que esa satisfacción sexual pueda ser alcanzada mediante actividades distintas a la cópula o el coito, aún cuándo no esté excluida esa posibilidad, o el de actos sucedáneos o equivalentes.

       En efecto, la  parafilia (del griego παρά, pará: ‘al margen de’, y φιλία, filía:amor’) es un patrón de comportamiento sexual en el que la fuente predominante de placer no se encuentra en la cópula, sino en alguna otra cosa o actividad que lo acompaña, cuándo los involucrados son personas conscientes y voluntarias que participan del acto de forma consensuada. Sin embargo, ese consenso es imposible que exista en éstas parafilias en particular, y cuándo no existe ese consenso esa parafilia es transgresora, por cuánto el objeto de placer del parafílico no está en condiciones nunca de dar su aprobación y la relación sexual siempre le causará daño, cómo es el caso de la pedofilia y la pederastia, dado que las víctimas no pueden prestar válidamente su consentimiento debido a la edad, o debido al abuso mismo al cual son sometidos por el pedófilo o pederasta.

      Para mejor comprensión de esta cuestión, aprovecharemos para distinguir las distintas especies de éstos parafílicos: Los “pedófilos”, cuándo se trata de adultos que escogen como objetos sexuales a prepúberes, menores de 12 años; “efebéfilos” o “hebéfilos”, cuándo se trata de adultos que escogen a púberes, adolescentes de 12 años o más, varones o hembras (también, ninfofilia); pedófilos de orientación heterosexual u homosexual; “ginéfilos”, cuando eróticamente prefieren hembras;  andrófilos”, cuándo eróticamente prefieren varones; y entre los “pedófilos”, se pueden distinguir también a los “infantófilos”, cuándo escogen como objeto sexual a niños de cinco años o menos,  siendo entonces propiamente los “pedófilos” quienes escogen como objeto a niños de entre 6 y 12 años. Aún más, entre los pedófilos también pueden distinguirse aquellos que reconocen su condición, los confesos, y los que no, los no confesos.

    ¿Cómo abusan?  Manteniendo actividades sexuales o no sexuales, pero libidinosas,  lujuriosas o lascivas, que podrían consistir en desnudarlos, observarlos desnudos, prácticas de masturbación, sexo oral, tocamientos, frotamientos, penetración, etc. Y es aquí dónde podríamos distinguir a los mal llamados o mal autoproclamados “pedófilos virtuosos”, aquellos supuestamente quienes evitan “contacto” con sus víctimas, pero que igual y necesariamente practican actividades libidinosas, lujuriosas y lascivas.
  
     Por otra parte, cabría señalar que en el campo de la psiquiatría la literatura respecto a ésta parafilia es abundante, pues la pedofilia y la pederastia ha sido objeto de innumerables estudios. Valga como ejemplo expresar que el término “paedophilia erótica fue acuñado el año 1886 por el psiquiatra vienés Richard von Krafft-Ebing, en su trabajo Psychopathia Sexualis, quién lo describió como el interés sexual dirigido sólo hacia jóvenes prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que desaparecería con la aparición de los primeros signos de vello púbico, y cuyo significado es pasión sexual por los menores. En ese trabajo, a los adultos que manifestaban esta tendencia, Krafft-Ebing los clasificó en tres grupos:
  1. Pedófilos;
  2. De sustitución, esto es, cuando los jóvenes prepubescentes son vistos como objetos que sustituyen a un objeto adulto que es el preferido pero que no está disponible; y,
  3. Sádicos.

       Más cercano a nuestro tiempo, la literatura especializada nos permite conocer que el DSM-IV (1994) estipula que muchos pedófilos se valen de amenazas a niños para impedir que hablen; que los pedófilos se ganan la confianza de la madre, se casan con ella, comercian con otros pedófilos, y adoptan o raptan niños en países en desarrollo; que son individuos usualmente muy atentos con las necesidades del niño, que buscan retener su afecto, interés o lealtad y silencio; nos describen el comportamiento de infractores sexuales infantiles, y aseguran que éstos logran el acceso a los niños a través del cuidado de bebés y niños; que para atraerlos usan el chantaje, los regalos y los juegos; que para asegurar la continuación de su acatamiento usan la fuerza, la ira, las amenazas y el chantaje; que sistemáticamente desensibilizan al niño a través del contacto físico, la conversación sobre sexo, y la persuasión; que cerca de la mitad de los pedófilos no manifiestan sentimientos negativos sobre  el abuso sexual de niños; que al comparar pedófilos con infractores violentos, ladrones y violadores, se advierte que los pedófilos atribuyen su transgresión a causas internas e incontrolables, mientras que los violentos la atribuyen a causas internas aunque controlables, y los violadores y ladrones a causas externas e incontrolables. (1)

      Para concluir, podríamos afirmar que podríamos distinguir a la pedofilia de la pederastia en razón de que el primer vocablo es usual en el campo psiquiátrico, en tanto que el segundo es usual en el campo jurídico.

-II-

        Empero, antes de finalizar, debería responder todavía al pedófilo virtuoso, quién afirma que su orientación sexual es ser “pedófilo”; que esa orientación sexual suya de él no lo define, pues primero es persona y luego pedófilo; que la diferencia entre pedófilo y pederasta no es un eufemismo, pues la distinción entre violador y no violador no es banal; y que quién ostenta proclividad criminal y peligrosidad social no es un criminal siempre que reprima sus deseos criminales y no ejecute el acto criminal.

-III-

      En puridad de conceptos, la pedofilia no es una orientación sexual, es una parafilia; sería absurdo admitir que una parafilia pueda ser una “orientación sexual” pues ello implicaría entonces que aquellos quienes están afectados por otros tipos o especies de parafilias, entonces su respectiva orientación sexual vendría dada por la parafilia de la cual adolezca, y de admitir como válido este absurdo implicaría materialmente que el número de orientaciones sexuales sería exorbitante, pues todos los días son descritas innumerables especies y subespecies de desórdenes de este tipo:  El que se excita con zapatos de tacón alto, el que sólo se excita si el tacón es de aguja, o sí la aguja de ese tacón tiene más de 30 centímetros de alto, etc. Por tanto, toda orientación sexual debería estar comprendida entre alguna de las tres orientaciones sexuales existentes: heterosexual, homosexual o bisexual.

       En cuanto a la diferencia entre pedofilia y pederastia, ya zanjamos la cuestión: Pederasta es vocablo usual en el campo jurídico, aplicable a quienes practican o ejecutan actividades de carácter sexual con menores de edad; en tanto que pedofilia es el vocablo usual en el campo psiquiátrico, aplicable a individuos adultos afectados por parafilia consistente en obtener placer sexual con sujetos cuya edad es igual o menor a los adolescentes. De allí que sea asociada la violación sexual y el abuso sexual con los pederastas, y no con los pedófilos; es cuestión no de semántica, sino de léxico; pero en uno y en otro campo científico, ambos vocablos son equiparables, y denotan igual significado. Pedófilos y pederastas son y constituyen una única clase de individuos o sujetos.
 
       En cuanto al paso al acto criminal, hemos de señalar que en materia de Derecho Penal es uno de los temas más estudiados, y lo denominamos el “iter criminis”; igualmente, en el campo de la Criminología, diversas corrientes y Escuelas han centrado su atención en esta cuestión, pues de su aprehensión y comprehensión depende la solución de muchas incógnitas.  En lo personal, anhelamos poder descifrar y despejar un sinnúmero de dudas; pero para ello deberíamos entrar en la mente de otros; y en el caso de la pedofilia virtuosa, saber que hay en su mente. Desafortunadamente no podemos practicar introspecciones respecto a muchísimos asuntos, y el caso suyo, la pedofilia virtuosa, es como la flor de loto, que crece en el lodo, ofreciendo un natural contraste, pero debería ser aprehendida de algún modo, fenomenológicamente siquiera.
        Finalmente, hemos de manifestar que es utópico suponer que quién ostente proclividad criminal y sea peligroso socialmente pueda reprimir sus deseos criminales y no pasar al acto criminal, delinquiendo; es utópico, pero aún así se supone haya ocurrido uno que otro caso, sujetos que logran abstenerse de delinquir, pues así ha sido documentado y así consta: Existen sujetos que se abstuvieron de delinquir. Que tenga suerte, y pueda seguir absteniéndose de incurrir en delito.     


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1)  E. Antonio de Moya, E. García-Alvarez, R. Infantofilia, Pedofilia y Hebefilia: Hallazgos recientes (1992-1998). I Congreso Virtual de Psiquiatría 1 de Febrero - 15 de Marzo 2000 [citado: 27 de Mayo de 2013]; Conferencia 26-CI-B: [23 pantallas]. Disponible en:  http://www.psiquiatria.com/congreso/mesas/mesa26/conferencias/26_ci_b.htm