Cómo es "el palacio de los pedófilos", la mayor cárcel para criminales sexuales de Europa
- "Aquí tenemos todo tipo de gente imaginable", dice Lynn Saunders, directora de HMP Whatton, la mayor prisión para hombres condenados por crímenes sexuales en toda Europa.
31 de marzo de 2015
"Pastores, maestros, pilotos de avión, policías, doctores, personas con
problemas de aprendizaje, con bajos coeficientes de inteligencia y problemas
mentales complejos. Whatton es un gran nivelador".
La cárcel fue construida en los años 60, en Nottinghamshire, en el centro de
Inglaterra, con una capacidad para 841 reclusos de todas las edades. Un 70% de
estos han cometido ofensas contra menores, el resto contra adultos.
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Los
vecinos apodan la cárcel "el palacio de los pedófilos".
Por
primera vez, la BBC ha tenido acceso sin precedentes a Whatton para averiguar
qué es lo que se está haciendo para rehabilitar a algunas de las personas más
despreciadas y temidas por la sociedad.
Centro especializado
Aproximadamente
la mitad de los presos cumplen sentencias de tiempo determinado, así que
conocen la fecha de su liberación. Los otros no.
La
prisión se especializa en una amplia gama de tratamientos para rehabilitar a
los abusadores sexuales.
Whatton
es un centro de tratamiento especializado en rehabilitación, que ofrece una
amplia gama de programas para abusadores sexuales, más que cualquier otra
prisión en Reino Unido.
La
mayoría de los reclusos en Whatton han reconocido sus crímenes y están
trabajando para abordar sus problemas. La gama de ofensas por las cuales están
presos varía considerablemente.
Incluyen
crímenes de contacto físico, como el manoseo, penetración, incesto, violencia
relacionada al sexo y hasta asesinato.
Hay
ofensas que se consideran de no contacto, como descargar ilegalmente imágenes
sexuales de menores.
A partir
de las revelaciones sobre figuras de alto perfil del mundo del entretenimiento,
como JIMMY SAVILE, y la investigación subsiguiente que generó conocida como
Operación Yewtree, hay más criminales sexuales en el sistema penitenciario que
nunca antes.
Hay
aproximadamente 11.700 de una población total penitenciaria de 85.000 en
Inglaterra y Gales, con un aumento de 8% en 2014.
Sin jerarquías
Dave Potter, quien es uno de los coordinadores de programas terapéuticos más
experimentados, dice que tanto abusadores de menores como de adultos están
mezclados para evitar que haya complicidad entre ellos sobre sus crímenes.
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“No tratamos a los violadores mejor que a la gente que ha abusado de
menores, o los culpables de ofensas en internet, porque cada ofensa sexual ha
dejado víctimas y ha destruido vidas, no importa contra quién hayan sido, lo
importante es que aquí no hay jerarquías".
Mike ha estado en prisión durante casi toda su vida adulta. Hace 28 años fue
condenado por violar a una mujer de 38 años en su propia casa. Antes de llegar
a Whatton, reconoce que veía con desprecio a los abusadores de menores, quienes
frecuentemente son segregados a secciones especiales en otras cárceles.
"Nunca me gustaron", dice. "Pensaba que era el peor crimen
que se puede cometer. Pero, entonces, consideré el crimen que yo cometí, contra
una persona adulta. No hay diferencia. El proceso mental es el mismo".
Mike lleva en Whatton siete años y dice que la cultura dentro de esta cárcel
es muy diferente: "Nadie te juzga. Ni siquiera el personal, no te miran
como basura, y eso es una gran diferencia".
Los presos como Mike toman parte en sesiones de terapia individual o en
grupos de hasta nueve reclusos, a medida que reconocen cómo tomaron el
"camino hacia la ofensa".
"Lo que hacemos en Whatton", dice Potter, "es tratar de
hacerles entender el daño que le han hecho a otros, el daño a ellos mismos, y
de ver o identificar las señales de alerta, cuando queden libres, de que podrían
estar tomando el camino hacia ofender de nuevo".
"Infierno"
Contrario a Mike, Steve acaba de llegar a Whatton, después de abusar de su
hijastra. Llora conmocionado cuando lo entrevisto.
"Para mí personalmente, cada día es un infierno. Hablamos del remordimiento
y la culpabilidad y la humillación por lo que he hecho, no sólo contra mi
víctima sino contra mi familia y la comunidad en general, y todo lo que estaba
haciendo antes y después".
"No me queda nada. No tengo en dónde caerme muerto. La pérdida es
abrumadora y constante todo el tiempo".
Steve es un preso típico de Whatton, en el sentido en que la mayoría de las
ofensas sexuales no son perpetradas por extraños sino por miembros de la
familia, en la casa, o por personas conocidas por la víctima.
Estamos tratando con personas que no son monstruos. Se trata del padre de alguien, un hijo, un hermano, un vecino, un tío. Lynn Saunders, directora de Whatton
Es
conmovedor escucharlo hablar de su dolor y desesperación pero causa incomodidad
sentir empatía hacia un hombre que ha abusado de su hijastra.
Pero esa
es la razón de ser de Whatton, brindar un trato humano a personas con las que
la mayoría encontrarían imposible de sentir empatía.
"Estamos
tratando con personas que no son monstruos", dice la directora Lynn
Saunders. "Se trata del padre de alguien, un hijo, un hermano, un vecino,
un tío. Cuando hablamos con la gente al respecto y preguntamos: '¿Cómo les gustaría
que tratemos a estas personas? ¿Qué les gustaría que suceda con ellas? La gente
responde de manera sorpresivamente compasiva. Estamos lidiando con personas con
daños severos".
Autoestima
Sin
embargo, las emociones negativas como la humillación y la culpa manifestadas
por presos como Steve son, según el personal de Whatton, un inmenso obstáculo
en el proceso terapéutico.
En
cambio, se concentran en las cualidades y fortalezas de los reclusos como una
manera para evitar que vuelvan a ofender en el futuro.
Aquí hay una paradoja. Por un lado, queremos que los criminales sexuales
sientan un profundo remordimiento por sus ofensas pero el proceso de
rehabilitación en Whatton exige que trasciendan eso.
Si salen de aquí con el estigma de 'criminal sexual’, que no sirvo para nada, que no valgo nada, entonces, ¿por qué no ofender otra vez?' No tendrían nada qué perder. Dave Potter, coordinador de programas terapéuticos
"A la gente le cuesta reconciliar esa idea", dice Potter.
"Mucho del trabajo que hacemos en grupos está dirigido a desarrollar el
autoestima de las personas que han cometido la ofensa, porque muchos crímenes
sexuales son un resultado directo de baja autoestima. En los grupos tratamos de
desarrollar su sentido de lo que valen".
Eventualmente, la mayoría de los abusadores sexuales en Whatton regresarán a
la comunidad.
De acuerdo a Saunders, la tasa de reincidencia es sorpresivamente baja; 6%
comparada con 50% de la población general de reclusos.
Pero, al fin de cuentas, la protección del público es primordial, ellos
deben garantizar la seguridad de la gente.
El problema del riesgo es la principal preocupación de la mayoría del
público.
Potter reconoce que no hay garantías que un preso liberado no vuelva a
ofender otra vez pero señala: "Con el trabajo que hacemos, creo
profundamente que les damos las herramientas para manejar sus riesgos. Estoy
muy seguro de que si no hacemos nada con ellos, si no les ofrecemos algún tipo
de ayuda ¿que evitará que vuelvan a cometer un crimen?"
"Si salen de aquí con el estigma de 'criminal sexual, que no sirvo para
nada, que no valgo nada, entonces, ¿por qué no ofender otra vez?' No tendrían
nada qué perder".
Este artículo fue producido para la BBC por Rex Bloomstein, quien tuvo acceso sin precedentes a la cárcel de Whatton, en Nottinghamshire.
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Resocialización social en Venezuela.
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