La fórmula de China contra “el yihadismo”: Aplastar a las
minorías musulmanas
- Pekín se sirve de la retórica occidental antiterrorista que justifica la intervención militar en Irak y Siria para doblegar al movimiento secesionista violento uigur
Una mujer uigur ante un camión de la policía paramilitar china en Urumqi, capital de la provincia de Xinjiang (Reuters) |
Mónica G. Prieto. Bangkok
23.10.2014 – 05:00 H.
Donde había dos
muertos, de pronto hubo 50. El extraordinario aumento del balance de víctimas
de la cadena de atentados que aparentemente se produjo hace semanas en la
región autónoma de Xinjiang –la más grande de toda China y principal hogar de
la minoría uigur, musulmana y de origen turco, que denuncia una flagrante
discriminación de la mayoría étnica han y justifica así la creciente
animadversión y violencia contra el poder central– es imposible de comprobar,
dado el férreo control informativo que ejerce Pekín en este distrito situado al
oeste del país más poblado del planeta.
Pero algo llama
la atención: de las cinco decenas de fallecidos que citan las agencias
estatales chinas, 10 fueron víctimas de los ataques contra un mercado, una
tienda y dos comisarías. Los 40 restantes son descritos como “alborotadores”
que habrían sido abatidos por las fuerzas policiales o habrían fallecido “en
explosiones suicidas”.
Observadores denuncian cómo Pekín se sirve de la retórica occidental antiterrorista que justifica la intervención militar en Irak y Siria para doblegar al movimiento secesionista violento
Según las
autoridades, se trató de “un ataque terrorista serio y organizado” que suscita
comparaciones con la situación de Oriente Próximo. Algunos observadores
denuncian cómo las autoridades chinas se sirven de la retórica occidental
antiterrorista que justifica la intervención militar en Irak y Siria para
doblegar al movimiento secesionista violento que actúa en su territorio, y que
explicaría el hecho de que Pekín, tan activo en su defensa del régimen de
Damasco –que se servía del discurso antiimperialista para acusar a potencias
occidentales de intentar desestabilizar al régimen mediante la oposición–
guarde ahora silencio.
Eso podría
explicar las recientes informaciones difundidas por medios oficiales chinos,
que han llegado a vincular al movimiento secesionista uigur con el
autodenominado Estado Islámico para Irak y Siria (antiguamente conocido como
ISIS). Las autoridades anunciaron la detención, a finales de septiembre, de
cuatro miembros de la comunidad uigur en Indonesia, el país musulmán más
poblado del mundo, cuando supuestamente iban camino a entrevistarse con uno de
los extremistas islámicos más buscados del país, que habría jurado lealtad al
ISIS.
El pasado mes
de julio, el enviado especial chino para Oriente Próximo, Wu Sike, aseguraba
que un centenar de ciudadanos chinos –en su mayoría, uigures– combatían en las
filas del ISIS. El Global Times, un diario gubernamental, ha publicado que las
autoridades de Pekín temen ataques de combatientes chinos del Estado Islámico
en territorio nacional. Según el rotativo, secesionistas uigures se han visto
envueltos en las actividades del ISIS en Irak y Siria, así como en ramas
locales del ISIS en el sureste asiático. “No sólo quieren entrenarse en
técnicas terroristas, sino también expandir sus conexiones con organizaciones
terroristas internacionales para obtener su apoyo en la escalada de actos
terroristas en China”, escribía citando a un experto chino en lucha
antiterrorista no identificado.
Hombres a punto de ser ejecutados el pasado 16 de junio acusados de terrorismo, en un lugar no identificado de Xinjiang (Reuters). |
La ‘guerra contra el terror’ como instrumento político
Es difícil saber si se están exagerando informaciones para
justificar una campaña de represión que, desde la pasada primavera, ha mermado
aún más los derechos de la comunidad uigur, según denuncian los grupos de
protección de Derechos Humanos. Las autoridades han prohibido el uso del velo
islámico y restringen las actividades religiosas. El presidente chino, Xi
Jinping, incluso ha sugerido la necesidad de trasladar a parte de la comunidad
uigur a otras provincias para facilitar la asimilación con los han y desactivar
el separatismo en Xinjiang. La
proximidad de este gigantesco territorio autónomo a países musulmanes como
Pakistán, Afganistán, Tayikistán y Kirguizistán y el creciente malestar de los
uigures hacia las autoridades –especialmente por la represión de las fuerzas
armadas, que tienden a abatir a los sospechosos antes que a arrestarlos con
vida– favorece la radicalización.
40 fallecidos son descritos como ‘alborotadores’ que habrían sido abatidos por las fuerzas policiales o habrían fallecido ‘en explosiones suicidas’
“En el pasado, el Gobierno chino se ha aprovechado de la
guerra contra el terror para avanzar en su propia agenda política. Por ejemplo,
persuadiendo a Estados Unidos de añadir al Movimiento Islámico de Turkistán
Oriental en su lista de grupos terroristas, pese a las dudas de los expertos
sobre la mera existencia de ese grupo (que finalmente fue excluido de la
lista). Es muy difícil en tiempos de enorme preocupación sobre el terrorismo
global hacer entender a los Gobiernos que Pekín usa esa etiqueta para limitar,
radicalmente y sin pruebas, los derechos humanos más básicos”, explica a El
Confidencial Sophie Richardson, directora de la sección china de Human Rights
Watch.
Según el profesor de Estudios de Seguridad de la Universidad
Nanyang de Singapur, Rohan Gunaratna, los ataques que acontecen en suelo chino
son espontáneos y menos del 20% están dirigidos directamente por el Partido
Islámico de Turkistán (principal fuerza independentista uigur). “Eso explica
que China emplee sólo un 10% de su presupuesto en políticas antiterroristas”,
afirma el académico. Los ataques de la minoría uigur solían caracterizarse por
el uso de armas blancas –uno de los más graves, acontecido el pasado mes de
marzo, acabó con la vida de 29 personas en una estación de tren de Kunming:
tres de los atacantes fueron condenados a muerte a principios de septiembre–,
aunque el uso de explosivos ha comenzado a extenderse. El último caso, ocurrido
el 12 de octubre en un mercado de Maralbeshi, combinó ambos elementos según las
fuerzas de seguridad chinas: la acción de cuatro uigures "armados con
cuchillos y explosivos" provocó 22 muertos, incluidos oficiales de policía
y los propios atacantes.
Musulmanes durante el rezo en una mezquita de Aksu, en la provincia de Xinjiang (Reuters). |
Cadena perpetua para el ‘Nelson Mandela’ uigur
“El Gobierno chino siempre está dispuesto a usar los
acontecimientos internacionales para su propio provecho sin contribuir a la paz
o la seguridad global”, denuncia el portavoz del Congreso Mundial Uigur Alim
Seytoff en un intercambio de correos electrónicos desde su exilio
estadounidense. “Desde el 11 de septiembre, Pekín reorganizó su represión del
pueblo uigur y secuestró los objetivos de la guerra global contra el terror
para justificar su apartheid y su control colonial sobre Turkistán Oriental”,
explica empleando el nombre del estado que pretenden instaurar los
secesionistas. “No hay duda de que China trata de aprovecharse de la crisis de
Oriente Próximo creada por el ISIS para retratar a los uigures con el mismo
enfoque y así deslegitimar sus demandas de autodeterminación. Por eso, China ha
juzgado y sentenciado al profesor Tohti mientras la atención internacional se
centraba exclusivamente en el ISIS”, añade Seytoff.
‘En el pasado, Pekín se ha aprovechado de la guerra contra el terror para avanzar en su propia agenda política’, explica la directora de la sección china de Human Rights Watch
El portavoz uigur se refiere al académico condenado a
finales de septiembre a cadena perpetua por “secesionismo”, en una sentencia
que ha despertado una condena internacional unánime. Ilham Tohti es calificado
por algunos como el Nelson Mandela uigur: no en vano, este profesor
universitario de 44 años es conocido y respetado por ser una voz moderada que
promueve el entendimiento entre ambas comunidades como única solución al
conflicto. Sin embargo, su abierto discurso sobre el problema uigur
–especialmente ante los medios internacionales– molestaba a las autoridades
hasta el punto de que lo arrestaron y le aplicaron una de las sentencias más
duras que se recuerdan. “La condena a Ilham Tohti evidencia lo dura que puede
llegar a ser la aproximación de Pekín (al problema)”, prosigue Richardson. “Nos
anima que Estados Unidos, la Unión Europea, Alemania y otros lo hayan
condenado. Pero no estoy segura de que el mismo sano escepticismo siga siendo
aplicado si China insiste en que muchos de los individuales a los que juzga son
presuntos terroristas”, razona la responsable de HRW para el gigante asiático.
En las últimas semanas, las condenas por terrorismo se
multiplican. La agencia oficial Xinhua informó recientemente de las condenas a
hasta 20 años de prisión a cuatro personas acusadas de “planear ataques terroristas”
en la provincia suroccidental de Yunnan. Por sus apellidos, podrían ser
uigures. “El tribunal afirmó que la banda estaba influida por extremistas
religiosos y confeccionó explosivos en Pekín y Yunnan para intentar lanzar la
yihad”, redactó la agencia.
Según Seytoff, la estrategia de Pekín va a tener
consecuencias. “El Gobierno parece decidido a usar toda su fuerza para
aniquilar las demandas políticas legítimas de los uigures vinculándolos a
movimientos terroristas islámicos, de moda en la comunidad internacional. Esa es
la raíz que causa tensión política en el Turkistán oriental. A largo plazo, esa
política radicalizará ciertos segmentos de una población uigur desencantada.
Sólo una solución política puede reducir la actual tensión”.
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Fuente; http://www.elconfidencial.com/mundo/2014-10-23/la-formula-de-china-contra-el-yihadismo-aplastar-a-las-minorias-musulmanas_405021/
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