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viernes, 19 de septiembre de 2014

Yo, pedófilo









 Yo, pedófilo

Por Alejandra Alonso - sep 9, 2013


*Aclaración del editor: Este ensayo fue escrito por David Goldberg y publicado originalmente en la revista The Atlantic y ha sido traducido y adaptado por Alejandra Alonso para ser publicado en Psyciencia.


La pornografía infantil debería terminar. Como ex-convicto, pregunto: ¿es la prisión la manera más efectiva de hacer frente a la demanda?



Faltaba poco para las 3:00 a.m., el 30 de Mayo del 2012, cuando apagué mi computadora por última vez. Deslicé mi silla reclinable tres pies y me metí en la cama, para otra sesión de insomnio de auto-odio y lástima. Más tarde esa mañana, no estaría en la casa de mis amigos, como había planeado para ayudarlos a celebrar su aniversario de 25 años de casados. En su lugar, me encontré a mi mismo sentado en el duro banco de madera de una celda de la policía.



Por casi 20 años, pasé prácticamente cada noche de mi vida de la misma manera: Sentado frente a mi computadora rastreando pornografía infantil en Internet o mirando las fotos y videos que ya eran parte de mi colección. Sin importar cuántas imágenes encontrara, e independientemente de cuán privado de sueño me sintiera, nada me detendría para continuar esta búsqueda perversa. Fue mi propia falta de cuidado lo que finalmente me llevó a ser arrestado, cuando utilicé mi tarjeta de crédito para pedir algunas películas que tenían imágenes de niños desnudos, aunque ninguna de esas películas eran de naturaleza sexual. Un oficial de policía me dijo más tarde que pensó que yo había sido atrapado a propósito, porque, subliminalmente, era la única forma en que pararía. Estaba en lo correcto sobre esto último, pero no en lo primero. Nadie que sea pedófilo quiere ser descubierto y que su horrible secreto sea revelado al mundo.

...habían noches  donde me atrevía a sentarme en mi silla cuando mi computadora estaba apagada e imaginaba cómo se sentiría ser arrestado...



De hecho, habían noches (pero no muchas) donde me atrevía a sentarme en mi silla cuando mi computadora estaba apagada e imaginaba cómo se sentiría ser arrestado ¿Caería al suelo en posición fetal, vomitaría, me echaría a llorar o tal vez incluso tendría un ataque cardíaco? Cuando ese día finalmente llegó para mi, no hice nada de eso. Luego de que el detective principal me leyera mis derechos y me hiciera muchas preguntas sobre mi computadora, una extraña calma se apoderó de mi. Supe que mi trabajo como editor en un diario local y mi hobby enseñando béisbol habían llegado a su fin. Aunque los pensamientos predominantes de mi cabeza no eran sobre mi pasado, sino más bien sobre mi futuro. Supe que estaba en una posición única para ayudar a otros a entender la perturbadora vida de un pedófilo. Nunca pedí ser maldecido con esta atracción sexual, y jamás lastimé a ningún niño. De hecho, siempre fui un buen modelo a seguir como entrenador, y un ciudadano recto durante el día. Las noches eran el problema.

La  mayor interrogante que estoy convencido carecerá siempre de respuesta es por qué soy pedófilo. Es el equivalente a  tratar de determinar por qué alguien es heterosexual o gay. 

Durante los meses que siguieron a mi arresto, mis instintos periodísticos se hicieron cargo. Quería saber cómo una vida entera de codiciar a niños pequeños podía parecer tan normal para mí a un nivel emocional, incluso aunque sabía racionalmente que era un estilo de vida completamente desviado. Pasaría mis días anhelando volver a mi computadora, de la misma manera en que un goloso anticipa un banquete delicioso. Sin embargo, cuando la computadora estaba apagada, me despreciaba por estar tan excitado al mirar fotos de niños pequeños cuyas vidas habían sido destruidas gracias a su participación involuntaria.



En los días que siguieron a mi arresto pasé mucho tiempo reflexionando sobre mi niñez. ¿Hubo algún terrible trauma, un incidente de abuso tal vez, que había ocultado y que me llevó a la pedofilia? ¿Hubo alguna anomalía en mis años formativos que torcieron mi desarrollo sexual? Le pedí ayuda a mi hermana, una experimentada terapeuta, pero me aseguró que hasta donde ella sabía nada de eso me había pasado. Fui víctima de una infancia infeliz y de un padre psicológicamente perturbado. Tuve todos los síntomas de la detención del desarrollo, lo que me dejó en el nivel emocional de un niño de 10 años de edad. Pero no había nada notable o indecible sobre mi niñez.(*)

“No estoy defendiendo el estilo de vida intergeneracional.”



Decidí continuar mi viaje buscando la ayuda de un terapeuta y haciendo tanta investigación sobre el tema de la pedofilia como pudiera, con la ayuda de mi hermana y su computadora. Lo que descubrí fue que por cada pepita de información útil, había un hoyo profundo de preguntas sin respuesta que le seguían. La mayor interrogante que estoy convencido carecerá siempre de respuesta es por qué soy pedófilo. Es el equivalente a  tratar de determinar por qué alguien es heterosexual o gay. No elegimos nuestra orientación sexual. Si pudiéramos, creeme, nadie elegiría la mía.



Lo más importante que descubrí en los 15 meses desde mi arresto no es el por qué, sino lo que se puede hacer para cambiar las preconcepciones y  equivocaciones que tiene la sociedad cuando se trata de pedófilos. Muchas personas escuchan esa palabra y piensan en los  Jerry Sanduskys y los curas católicos abusadores del mundo. Muy pocos piensan en los millones que luchan con sentimientos sexuales sobre los cuales jamás pueden actuar. Cuando alguien oye la palabra “pedófilo”, inmediatamente piensa en un abusador de niños. Sin embargo, la mayoría de los pedófilos no abusan, en su lugar pasan horas buscando pornografía infantil. Y mientras esos números crecen, también lo hace el número de víctimas.



No estoy defendiendo el estilo de vida intergeneracional. De hecho, nunca hay una instancia en que un adulto debiera involucrarse en comportamiento sexual con un niño. Pero hasta que como sociedad aprendamos que la ayuda para aquellos que ven pornografía infantil es una alternativa mucho mejor que la encarcelación, estamos condenados a ver la proliferación continua de este problema. Los científicos no saben con seguridad si hay una correlación entre ver pornografía infantil y atentar contra los niños ¿No sería lindo conseguir ayuda para los pedófilos antes de que lo sepamos con certeza?


pedofiliaA pesar de mi arresto, soy uno de los afortunados. Porque fui arrestado en Canadá, solo me dieron una sentencia de 90 días. De haber sido arrestado en Estados Unidos, podría haber servido muchos años con criminales endurecidos. Mi familia y amigos me han apoyado desde mi arresto y me aman y aceptan, a pesar de mis defectos sexuales.



¿Cuántos millones de pedófilos alrededor del mundo no son tan afortunados como yo? ¿Cuántos jamás buscarán ayuda, demasiado asustados por las consecuencias sociales y legales? ¿Cuántos continuarán creando la demanda que alimenta un mercado malicioso de pornografía infantil? ¿Encerrarlos por un tiempo es la solución? ¿Llegará alguna vez el día en que nosotros, como sociedad alcancemos y ofrezcamos la ayuda que tan desesperadamente necesitan?



Alejandra Alonso 


Soy Licenciada en Psicología, editora y miembro fundador de Psyciencia.com. Me interesa la psicología infantil, el psicodiagnóstico y las neurociencias.







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Fuente: http://www.psyciencia.com/2013/09/09/yo-pedofilo/

*) Nota del blog:


En el original, aparece esta aparente contradicción: El sujeto afirma haber sido víctima de un padre psicológicamente perturbado y haber tenido una infancia infeliz; sin embargo, afirma que jamás fue víctima de ningún tipo de abuso ni haber sufrido ningún terrible trauma. Pareciera suponer fuesen “normales” las circunstancias en las cuales se desarrolló y desenvolvió su propia personalidad durante su infancia, viviendo una infeliz infancia y conviviendo con un padre psicológicamente perturbado; está contradicción se hace más evidente cuándo  el sujeto asegura expresamente que existe una detención del  desarrollo de su propia personalidad a un estadio equivalente al de un niño de 10 años de edad, pero que no había nada indecible o notable en su niñez. He aquí el original, en inglés:

“I spent much of my time in the days right after my arrested reflecting on my childhood. Was there some horrible trauma, an incident of abuse perhaps, that I had covered up which lead to my pedophilia. Was there some anomaly in my formative years that skewed my sexual development? I asked my sister, an experienced therapist, for her help, but she assured me that as far as she knew, nothing of that kind happened to me. I was the victim of an unhappy childhood and a psychologically disturbed father. I had all the symptoms of arrested development, which left me at the emotional level of a 10-year-old. But there was nothing remarkable or unspeakable about my childhood.”

A este respecto solo nos quedaría advertir que el escrito contiene declaración falaz, vertida quizás como mecanismo de defensa, deliberadamente o no, para ocultar así su verdadera personalidad.

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