Yo, pedófilo
Por Alejandra Alonso - sep 9, 2013
*Aclaración del editor: Este ensayo fue escrito por David
Goldberg y publicado originalmente en la revista The Atlantic y ha sido
traducido y adaptado por Alejandra Alonso para ser publicado en Psyciencia.
La pornografía infantil debería terminar. Como ex-convicto,
pregunto: ¿es la prisión la manera más efectiva de hacer frente a la demanda?
Faltaba poco para las 3:00 a.m., el 30 de Mayo del 2012,
cuando apagué mi computadora por última vez. Deslicé mi silla reclinable tres
pies y me metí en la cama, para otra sesión de insomnio de auto-odio y lástima.
Más tarde esa mañana, no estaría en la casa de mis amigos, como había planeado
para ayudarlos a celebrar su aniversario de 25 años de casados. En su lugar, me
encontré a mi mismo sentado en el duro banco de madera de una celda de la
policía.
Por casi 20 años, pasé prácticamente cada noche de mi vida
de la misma manera: Sentado frente a mi computadora rastreando pornografía
infantil en Internet o mirando las fotos y videos que ya eran parte de mi
colección. Sin importar cuántas imágenes encontrara, e independientemente de
cuán privado de sueño me sintiera, nada me detendría para continuar esta
búsqueda perversa. Fue mi propia falta de cuidado lo que finalmente me llevó a
ser arrestado, cuando utilicé mi tarjeta de crédito para pedir algunas
películas que tenían imágenes de niños desnudos, aunque ninguna de esas
películas eran de naturaleza sexual. Un oficial de policía me dijo más tarde
que pensó que yo había sido atrapado a propósito, porque, subliminalmente, era
la única forma en que pararía. Estaba en lo correcto sobre esto último, pero no
en lo primero. Nadie que sea pedófilo quiere ser descubierto y que su horrible
secreto sea revelado al mundo.
...habían noches donde me atrevía a sentarme en mi silla cuando mi computadora estaba apagada e imaginaba cómo se sentiría ser arrestado...
De hecho, habían noches (pero no muchas) donde me atrevía a
sentarme en mi silla cuando mi computadora estaba apagada e imaginaba cómo se
sentiría ser arrestado ¿Caería al suelo en posición fetal, vomitaría, me
echaría a llorar o tal vez incluso tendría un ataque cardíaco? Cuando ese día
finalmente llegó para mi, no hice nada de eso. Luego de que el detective
principal me leyera mis derechos y me hiciera muchas preguntas sobre mi
computadora, una extraña calma se apoderó de mi. Supe que mi trabajo como
editor en un diario local y mi hobby enseñando béisbol habían llegado a su fin.
Aunque los pensamientos predominantes de mi cabeza no eran sobre mi pasado, sino
más bien sobre mi futuro. Supe que estaba en una posición única para ayudar a
otros a entender la perturbadora vida de un pedófilo. Nunca pedí ser maldecido
con esta atracción sexual, y jamás lastimé a ningún niño. De hecho, siempre fui
un buen modelo a seguir como entrenador, y un ciudadano recto durante el día.
Las noches eran el problema.
La mayor interrogante que estoy convencido carecerá siempre de respuesta es por qué soy pedófilo. Es el equivalente a tratar de determinar por qué alguien es heterosexual o gay.
Durante los meses que siguieron a mi arresto, mis instintos
periodísticos se hicieron cargo. Quería saber cómo una vida entera de codiciar
a niños pequeños podía parecer tan normal para mí a un nivel emocional, incluso
aunque sabía racionalmente que era un estilo de vida completamente desviado.
Pasaría mis días anhelando volver a mi computadora, de la misma manera en que
un goloso anticipa un banquete delicioso. Sin embargo, cuando la computadora
estaba apagada, me despreciaba por estar tan excitado al mirar fotos de niños
pequeños cuyas vidas habían sido destruidas gracias a su participación
involuntaria.
En los días que siguieron a mi arresto
pasé mucho tiempo reflexionando sobre mi niñez. ¿Hubo algún terrible trauma, un incidente de
abuso tal vez, que había ocultado y que me llevó a la pedofilia? ¿Hubo alguna
anomalía en mis años formativos que torcieron mi desarrollo sexual? Le pedí
ayuda a mi hermana, una experimentada terapeuta, pero me aseguró que hasta
donde ella sabía nada de eso me había pasado. Fui víctima de una infancia
infeliz y de un padre psicológicamente perturbado. Tuve todos los síntomas de
la detención del desarrollo, lo que me dejó en el nivel emocional de un niño de
10 años de edad. Pero no había nada notable o indecible sobre mi niñez.(*)
“No estoy defendiendo el estilo de vida intergeneracional.”
Decidí continuar mi viaje buscando la ayuda de un terapeuta
y haciendo tanta investigación sobre el tema de la pedofilia como pudiera, con
la ayuda de mi hermana y su computadora. Lo que descubrí fue que por cada
pepita de información útil, había un hoyo profundo de preguntas sin respuesta
que le seguían. La mayor interrogante que estoy convencido
carecerá siempre de respuesta es por qué soy pedófilo. Es el equivalente a tratar de determinar por qué alguien es
heterosexual o gay. No elegimos nuestra orientación sexual. Si pudiéramos,
creeme, nadie elegiría la mía.
Lo más importante que descubrí en los 15 meses desde mi
arresto no es el por qué, sino lo que se puede hacer para cambiar las
preconcepciones y equivocaciones que
tiene la sociedad cuando se trata de pedófilos. Muchas personas escuchan esa
palabra y piensan en los Jerry Sanduskys y los curas católicos abusadores del mundo.
Muy pocos piensan en los millones que luchan con sentimientos sexuales sobre
los cuales jamás pueden actuar. Cuando alguien oye la palabra “pedófilo”,
inmediatamente piensa en un abusador de niños. Sin embargo, la mayoría de los
pedófilos no abusan, en su lugar pasan horas buscando pornografía infantil. Y
mientras esos números crecen, también lo hace el número de víctimas.
No estoy defendiendo el estilo de vida intergeneracional. De
hecho, nunca hay una instancia en que un adulto debiera involucrarse en
comportamiento sexual con un niño. Pero hasta que como sociedad aprendamos que
la ayuda para aquellos que ven pornografía infantil es una alternativa mucho
mejor que la encarcelación, estamos condenados a ver la proliferación continua
de este problema. Los científicos no saben con seguridad si hay una correlación
entre ver pornografía infantil y atentar contra los niños ¿No sería lindo
conseguir ayuda para los pedófilos antes de que lo sepamos con certeza?
A pesar de mi arresto, soy uno de los afortunados. Porque
fui arrestado en Canadá, solo me dieron una sentencia de 90 días. De haber sido
arrestado en Estados Unidos, podría haber servido muchos años con criminales
endurecidos. Mi familia y amigos me han apoyado desde mi arresto y me aman y
aceptan, a pesar de mis defectos sexuales.
¿Cuántos millones de pedófilos alrededor del mundo no son
tan afortunados como yo? ¿Cuántos jamás buscarán ayuda, demasiado asustados por
las consecuencias sociales y legales? ¿Cuántos continuarán creando la demanda
que alimenta un mercado malicioso de pornografía infantil? ¿Encerrarlos por un
tiempo es la solución? ¿Llegará alguna vez el día en que nosotros, como sociedad
alcancemos y ofrezcamos la ayuda que tan desesperadamente necesitan?
Soy Licenciada en Psicología, editora y
miembro fundador de Psyciencia.com. Me interesa la psicología infantil, el
psicodiagnóstico y las neurociencias.
__
Fuente: http://www.psyciencia.com/2013/09/09/yo-pedofilo/
*) Nota del blog:
*) Nota del blog:
En el original, aparece esta aparente contradicción: El
sujeto afirma haber sido víctima de un padre psicológicamente perturbado y
haber tenido una infancia infeliz; sin embargo, afirma que jamás fue víctima de
ningún tipo de abuso ni haber sufrido ningún terrible trauma. Pareciera suponer
fuesen “normales” las circunstancias en las cuales se desarrolló y desenvolvió
su propia personalidad durante su infancia, viviendo una infeliz infancia y
conviviendo con un padre psicológicamente perturbado; está contradicción se
hace más evidente cuándo el sujeto asegura
expresamente que existe una detención del desarrollo de su propia personalidad a un
estadio equivalente al de un niño de 10 años de edad, pero que no había nada
indecible o notable en su niñez. He aquí el original, en inglés:
“I spent much of my time in the days right after my arrested reflecting on my childhood. Was there some horrible trauma, an incident of abuse perhaps, that I had covered up which lead to my pedophilia. Was there some anomaly in my formative years that skewed my sexual development? I asked my sister, an experienced therapist, for her help, but she assured me that as far as she knew, nothing of that kind happened to me. I was the victim of an unhappy childhood and a psychologically disturbed father. I had all the symptoms of arrested development, which left me at the emotional level of a 10-year-old. But there was nothing remarkable or unspeakable about my childhood.”
A este respecto solo nos quedaría advertir que el escrito
contiene declaración falaz, vertida quizás como mecanismo de defensa,
deliberadamente o no, para ocultar así su verdadera personalidad.
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