El mundo tras la victoria del Estado Islámico
Sus fronteras se expanden. El terror que infunden,
también. La amenaza de un Califato Islámico liderado por el ISIL sacude
Occidente. Pero, ¿hasta dónde alcanzarán sus ambiciones? ¿Cumplirán su
propósito para 2020?
El ISIS no deja de sumar conquistas en
Irak y Siria (Stringer/REUTERS)
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THE OBJETIVE. 23-09-2014
Cuatro son las letras que mantienen en vilo al
mundo. El avance de la barbarie encerrada en una sigla traspasa fronteras
gracias a las redes sociales, su principal aparato propagandístico. El ISIL o
Estado Islámico de Irak y del Levante ha cumplido su máxima: sembrar el terror
a lo ancho y largo del planeta. Combatir el terrorismo islámico se ha
convertido en el principal dolor de cabeza de los Estados sombreados en negro
en el mapa de lo que ellos han convenido en llamar Califato Islámico. Sus
fronteras se expanden. Sus mensajes se magnifican. Sus actos se radicalizan. Su
contraofensiva se impone.
Arranca la reconquista
Cinco años. Es el tiempo que el Estado Islámico se
ha dado para recuperar los territorios que han de integrar el califato
islámico. En 2020, bajo su bandera negra habrían de encontrarse aquellos países
de mayoría musulmana. Pero su ambición va más allá. Las fronteras del califato
comprenderían también aquellas naciones que en el pasado estuvieron bajo
dominio árabe. España y Portugal se unen a los Balcanes -Grecia, Rumanía y
Bulgaría, incluidas- y Austria.
Los primeros pasos ya se han dado. Siria e Irak han
sido los escenarios elegidos por el Estado Islámico para poner a prueba su
concepto de califato. Una república islámica fue elegida como forma de Estado
con un autoproclamado “líder de los musulmanes de todo el mundo”: Abu Bakr
al-Baghdadi. La sharia -ley islámica- inspiraría desde entonces su forma de
gobierno, su modelo educativo y su organización económica. La semilla comenzaba
a germinar y sus ramas abarcaban desde la provincia iraquí de Diyala a una
castigada Aleppo. Mosul tardaría poco en unirse a sus conquistas.
Un califato libre de infieles
La sharia se imponía en cada metro cuadrado sobre
el que el Estado Islámico ejercía su dominio. Sus avances se consolidaban
menguando las alternativas de las minorías religiosas, los infieles. Solo hay
dos opciones: convertirse o morir.
La odisea para cristianos y yazidíes no hacía más
que comenzar. Torturas y ejecuciones públicas para aquellos que osan negar a
Alá. Convertirse en sus esclavas sexuales será la condena para aquellas que
rehúsen convertirse al Islam. En agosto de 2014, cerca de 50.000 yazidíes
estaban bajo la amenaza del Estado Islámico. Sin agua ni comida, buscaron
refugio en las montañas al norte de Irak. Los yihadistas seguían imparables
sumando conquistas en el noroeste de Irak. La ciudad de Qaraqosh, donde se
concentra la mayoría de la población cristiana, emprendía la huída. Cien mil
cristianos abandonaban sus hogares.
Sin excepción
Ni siquiera el Vaticano se ha escapado de sus
amenazas. Lo advertía el diario "Il Tempo". El Pontífice se encuentra
entre los objetivos de los terroristas del Estado Islámico, aseguraba el
rotativo citando a los servicios secretos italianos. "Fuentes israelíes
creen que en la mira del Estado Islámico está también el Papa, máximo exponente
de la religión cristiana, en cuanto portador de falsas verdades”.
La integración de Roma dentro de las fronteras del
califato entra dentro de las expectativas del ISIS. Eso sí, será bajo el
imperio de a la sharia. Una intención que no han dudado en aclarar:
"Conquistaremos su Roma, romperemos sus cruces, esclavizaremos a sus
mujeres", exponen los islamistas. Si sus raíces se extienden hacia
Occidente, todo parece indicar que seguirán la misma política de terror con
quienes profesen religiones monoteístas: atentados en los principales lugares
de culto, ejecuciones... Sólo habrá una religión, un Dios y un credo.
Efecto llamada
A la estrategia militar de reconquista en Siria e
Irak no tardó en unirse la amenaza yihadista a nivel mundial. Sus vídeos,
difundidos sin censura a través de las redes sociales, comenzaron a estremecer
a Occidente. Un arma de doble filo que fue utilizada para ganar milicianos que
se sumasen a la Guerra Santa. El enemigo estaba en casa. En las filas del
Estado Islámico se encuentran 500 británicos, 900 franceses, 500 belgas, 400
alemanes, 200 holandeses y 100 estadounidense. En total, casi 20.000
extranjeros procedentes de 70 países se han sumado a la yihad atraídos por el
odio a Estados Unidos, dominados por su afán de heroísmo o sometidos a un
sentimiento de opresión en Occidente. Quieren ser protagonistas mientras vengan
sus frustraciones.
Con pasaportes occidentales, la principal
preocupación de las autoridades es detener la capacidad de reclutamiento del
Estado Islámico. El temor a posibles atentados terroristas a su regreso es la
gran amenaza a combatir. Regresan convertidos en lobos solitarios, combatientes
radicalizados o personal entrenado. Son varios los países que ha logrado
identificar estos perfiles en diversas operaciones. Es el caso de Australia. La
semana pasada, las autoridades arrestaban en Sidney a 15 hombres acusados de
pertenecer a un red vinculada al ISIL. Planeaban decapitar civiles para
divulgar los vídeos en las redes sociales.
Irak, regresa la sombra de la guerra
Como todo régimen, el Estado Islámico necesita un
enemigo. Con él, puede saciar su sed de venganza. En este caso, fue el
asesinato del periodista estadounidense, James Foley, el que avivó el fuego
enemigo. El Estado Islámico divulgaba un vídeo con la decapitación del
reportero desaparecido en 2012. Las imágenes recogían un mensaje cuyo
destinatario era Washington: exigían el fin de las operaciones militares en
Irak. Además, culpaban a Estados Unidos del asesinato de James Foley.
El Estado Islámico echaba así su órdago al
Pentágono. Sobre los hombros del presidente, Barack Obama, la sombra de una
nueva intervención militar en Irak para detener la sangría. El mensaje del
mandatario a los yihadistas no se hizo esperar: “Es hora de ir en contra de
ISIS en Iraq y Siria”. Su estrategia combina los ataques aéreos con el envío de
475 militares para asesorar a las fuerzas militares iraquíes y sirias que
combatan a los terroristas.
París fue la sede de la cumbre que reunió a
representantes de 30 países para apoyar la lucha contra el avance yihadista.
Allí se forjó una coalición para complementar el esfuerzo estadounidense. Irán
se desentendía alegando que Estados Unidos tenía “las manos manchadas de
sangre”. A Francia, en cambio, no le tembló el pulso. François Hollande envió
varios aviones de combate del tipo “Rafaele” para reforzar los ataques aéreos
contra posiciones del ISIS en Irak.
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Fuente: http://theobjective.com/investigations/es/2014/09/22/el-mundo-tras-la-victoria-del-estado-islamico
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