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viernes, 3 de agosto de 2012

HEMEROTECA. La banalización de la violencia y su efecto en los jóvenes. CECODAP


Siete Días    EL NACIONAL
Oscar Misle: Las armas ya no son lejanas para los niños y jóvenes venezolanos
05-Feb 04:52 pm|Laura Helena Castillo
El presidente de Cecodap asegura que para los grupos armados es más fácil sumar a niños, niñas y adolescentes a sus causas porque estos son más osados, lo que los convierte en un grupo vulnerable y fácil de manipular
La Piedrita busca generar temor en la sociedad, señalo el comisario Elisio
La Piedrita busca generar temor en la sociedad, señalo el comisario Elisio | Raúl Romero
Una obra de teatro.

Un acto cultural. Un homenaje a las reivindicaciones sociales. Un sainete. Una foto. Un contexto. La imagen de los niños armados en el 23 de Enero, en el oeste de Caracas, podría tener muchas explicaciones, pero mientras las investigaciones muestran resultados, la estampa envía un mensaje: los fusiles no dan miedo, son piezas cotidianas, son lápices, cuadernos, pelotas; son de la casa, de la causa. Los niños los toman con naturalidad, las mujeres que los rodean posan con despreocupación para la cámara; hay una guitarra cerca y una virgen con el niño Jesús en el mural del fondo que también porta uno en nombre del colectivo La Piedrita, grupo que alegó que las fotos aludían a una representación sobre la guerrilla de los años sesenta.

Es lo que Óscar Misle, director de la organización defensora de los derechos humanos de la niñez y la adolescencia, Cecodap, llama la banalización de la violencia. "La foto genera reacciones porque escandaliza ver a niños y niñas armados, con pañoletas, en un lugar público. En un país donde están involucrados niños, niñas y adolescentes en el problema de la seguridad personal, como víctimas y victimarios, cualquier apología a la violencia es inconveniente porque es un factor que legitima el uso de armas. Mucho más grave es el mensaje de que las armas sirven para conseguir fines, pues aparecen como necesarias cuando quieres lograr una conquista de tipo social dentro de una determinada ideología", señala.

También hay otro tema: lo que no muestran las fotos. Misle insiste en que las investigaciones policiales -que han sido solicitadas por varios voceros del Gobierno- deben garantizar que se proteja a los niños que las protagonizan y a los que las ven, porque lo primordial es la defensa de sus derechos. "Esto es una clara violación de los derechos de ambos, porque la Ley Orgánica para la Protección del Niño y el Adolescente prohíbe claramente el uso de armas por parte de menores de edad. Estos niños van a ser vistos por otros y seguramente en sus contextos habrá quienes están a favor de lo que ellos representan, pero también habrá los que no. Entonces ellos pueden ser víctimas de rechazo, discriminación y hasta de agresión, porque se hizo pública su imagen, fueron expuestos sin tener la edad, la madurez y los argumentos para poder defenderse de los ataques que pudieran recibir".

--Vista la naturalidad que refleja la foto, ¿viven estos niños en un entorno en el que un fusil no es extraño? ¿Cómo se crece en un ambiente en el que las armas son normales? Diosdado Cabello condenó la fotografía, pero también responsabilizó a los padres. --Este es un punto clave.

Uno de los temas que más nos afecta como sociedad es que la violencia ya es una forma de relacionarse y vincularse, los conflictos se resuelven agrediendo al otro. En Cecodap, donde trabajamos con 70 institutos educativos públicos y privados de Caracas, durante mucho tiempo pensamos que la violencia era más común en los sectores populares porque había exclusión, pobreza y falta de oportunidades, y ésta era una respuesta a la frustración.

Desde hace cuatro años cambió la percepción cuando de manera sistemática recibimos solicitudes de instituciones privadas que están preocupadas por el problema de la violencia.

¿Por qué en sectores con recursos, instalaciones apropiadas y una metodología preventiva del conflicto se vive esto? ¿Cómo resuelven sus conflictos los jóvenes? En los talleres que hacemos frecuentemente, a los que asisten aproximadamente 60 adolescentes por sesión, les hacemos la pregunta de si han tenido la oportunidad de ver un arma, no en manos de policías ni guardias, y más de la mitad dice que sí. Frecuentemente hay un tío, un vecino, un primo o el papá que las usa.

Las armas ya no son lejanas para los niños y jóvenes venezolanos y, al verlas con asiduidad, consideran que es una ventaja y no un riesgo tenerlas. Seguramente para los niños de la foto no fue extraño lo que hicieron porque han crecido en familias en las que han escuchado que en las revoluciones o transformaciones sociales es válido y necesario tenerlas para defender las ideas. Esa familiarización con las armas es, en parte, lo que ha movido al Estado a crear el plan de desarme de la población.

--¿Cómo evalúa la reacción a la fotografía? --Los hechos violentos, de tanto repetirse, se van asumiendo como parte de la cotidianidad. Hubo reacciones con el caso del niño de Guanare y parece que pasó hace mucho tiempo. Eso hace que lo banalices y lo naturalices; se comenta en el momento que aparece el hecho en los medios de comunicación y no pasa más nada. He visto más reacción en las redes sociales, y te lo dice alguien que ama los animales profundamente y apoya el repudio a este hecho, por el perro que lanzaron del tercer piso en la Universidad de Carabobo, que por la foto de los niños armados. No siento que el usuario haya mostrado la misma indignación. Me hubiera gustado también retwittear mensajes no sólo de gente molesta por los niños de la foto, sino por el hecho de que la sociedad utiliza la violencia como medio.

--¿No se trata de un reflejo polarizado? Pareciera que lo que sucede en esa foto es un problema del 23 de Enero y los grupos armados del chavismo y no de la sociedad venezolana. --Es una mirada a veces egoísta. Veo las cosas sólo en el ámbito que me pueda afectar directamente, pero mi reacción sobre lo que pasa en los escenarios que no me son cercanos, y que en ocasiones rechazo, va a depender del lado en el que estoy. En Cecodap ponemos una imagen cuando trabajamos en los colegios con este tema. Asociamos a la violencia con una filtración. Tú ves la mancha en la pared de tu casa y piensas `eso es problema del vecino que no ha hecho mantenimiento’.

Subes, le reclamas y él te dice que no es su culpa, que revises tu propia casa. Pero como no quiero indagar ni aceptar que tengo una avería en mi hogar, pinto la mancha y espero, pero al rato vuelve a aparecer. Nos preocupa la mancha, pero queremos buscar la filtración afuera: el violento es el otro, el que tiene la responsabilidad es el otro, al que hay que atacar es al otro.

Lo que nos dice la sociedad es que nuestros niños, niñas y adolescentes no cuentan con espacios legítimos de participación, están desatendidos. Es como si eso fuera un problema del Gobierno o de ese grupo armado, y le toca sólo al Gobierno solucionarlo.

Misle habla de la vulnerabilidad de las manos que toman el fusil. "En los niños y sobre todo en los adolescentes que se unen a grupos que usan armas hay un componente interesante al que hacía referencia hace días Amnistía Internacional. Cuando un grupo o colectivo decide captarlos es porque tiene una estrategia clara que se aprovecha de que ellos son más osados, retan a la autoridad, asumen los riesgos y confunden fantasía con realidad en el caso de los niños. Además, todo lo que los convoque a cumplir una misión en la que sientan que pueden ser héroes es aceptado sin medir las consecuencias. Eso los hace vulnerables de ser utilizados pues son manipulables. Como están en una situación jerárquicamente asimétrica pueden ser víctimas del poder con mayor frecuencia".

El educador e investigador insiste en que es necesario mirar más allá de lo que dicen las imágenes. "Hay que ver el mensaje que dan los muchachos que se unen a pandillas o grupos armados. Son manipulados a través de la oferta simbólica de formar parte de algo que les brinda lo que la sociedad no les da: reconocimiento, la posibilidad de sentirse que participan.

Si además el joven siente soledad y abandono es presa fácil para que cualquier grupo, valiéndose de las faltas de oportunidades que el muchacho tiene de sentirse ciudadano, le haga una oferta que lo va a visibilizar. Ahí hay que ser acuciosos: el riesgo en el que están los niños y jóvenes de ser utilizados en una sociedad violenta".

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