Mayo de 2007, nº 20
Entrevista a Philip
Zimbardo, autor de "El Efecto Lucifer"
¿Por qué los chicos
"buenos" hacen cosas malas?
por Myriam López
Blanco
A finales de los años
40, dos chavales flacos compartieron clase en un Instituto del Bronx, el James
Monroe, de Nueva York. Ambos eran hijos de inmigrantes. Uno de ellos, de judíos
de Europa del Este; el otro, de sicilianos. El judío era "el listo".
Su nombre: Stanley Milgram. El italiano era "el popular". Su nombre:
Philip Zimbardo. Ambos se criaron en un gueto donde muchos de sus amigos
acabaron formando parte de bandas callejeras, y coleccionando expedientes policiales.
Y, casualmente, ambos dedicaron su vida a investigar por qué los chicos buenos
hacen cosas malas. Sus experimentos conmocionaron al mundo. Desvelaron que las
personas normales y corrientes son capaces de cometer los actos más crueles.
Milgram murió a los 51 años, a causa de un infarto. Zimbardo dio su última
clase magistral en la Universidad de Stanford hace un par de semanas. KINDSEIN
ha entrevistado al doctor Zimbardo con motivo de la publicación de su último
libro: "El Efecto Lucifer", que ya está entre los primeros en la
lista de ventas de The New York Times.
Zimbardo, sin embargo,
no había sido siempre el chico más popular de la clase, al contrario. En las
entrevistas suele recordar que en su infancia fue víctima de todo tipo de
discriminaciones, por parecer judío, negro, italiano y portorriqueño. Pero él
cree que todo eso le preparó para ser un psicólogo social.
El año antes de llegar
al James Monroe, por ejemplo, lo pasó en un instituto de California donde los
alumnos le evitaban. En cuanto llegaba a una mesa de la cafetería, todos se
levantaban y se marchaban. Después se enteró de que había corrido el rumor de
que Zimbardo era de la mafia, por su origen siciliano y por venir de Nueva
York. En el James Monroe, en cambio, era el más popular. ¿Por qué ese cambio?
¿Qué había pasado? Se preguntaban un día Zimbardo y Milgram. Ambos estuvieron
de acuerdo en que no había dependido de su disposición sino de la situación.
Años más tarde, el experimento de Migram sobre la obediencia y el de Zimbardo
de la Prisión de Stanford demostraron que las situaciones sociales tienen un
poder muy sutil para influir en el comportamiento de las personas, mucho más de
lo que las propias personas somos capaces de imaginar.
En 1971, el
Experimento de la Prisión de Stanford mostró que el anonimato, el aburrimiento
y la conformidad pueden inducir el comportamiento sádico en estudiantes que,
hasta ese momento, habían sido "normales".
KINDSEIN: ¿En qué
consistió su famoso Experimento de la Prisión de Stanford?
Dr. Zimbardo: Fue mi
intento para determinar qué ocurre cuando pones a gente buena en un lugar
malvado: ¿Triunfa la humanidad, o la fuerza de la situación puede acabar
dominando hasta al más bueno de nosotros? Mis estudiantes de Stanford, Craig
Haney y Curt Banks, y yo creamos un ambiente carcelario muy realista, una
"mala cesta" en la que colocamos a 24 individuos voluntarios
seleccionados entre estudiantes universitarios para un experimento de dos
semanas. Les elegimos de entre 75 voluntarios que pasaron una batería de tests
psicológicos. Tirando una moneda al aire, se decidía quién iba a hacer el papel
de preso y quién el de guarda. Naturalmente, los prisioneros vivían allí día y
noche, y los guardas hacían un turno de 8 horas. Al principio, no pasó nada,
pero la segunda mañana los prisioneros se rebelaron, los guardas frenaron la
rebelión y después crearon medidas contra los "prisioneros
peligrosos". Desde ese momento, el abuso, la agresión, e incluso el placer
sádico en humillar a los prisioneros se convirtió en una norma. A las 36 horas,
un prisionero tuvo un colapso emocional y tuvo que ser liberado, y volvió a
ocurrir a otros prisioneros en los siguientes cuatro días.
Chicos buenos y
normales se habían corrompido por el poder de su papel y por el soporte
institucional para desempeñarlo que les diferenciaba de sus humildes
prisioneros. Se probó que la "mala cesta" tenía un efecto tóxico en
nuestras "manzanas sanas". Nuestro estudio de dos semanas tuvo que
parar antes de tiempo después de sólo seis días porque cada vez estaba más
fuera de control.
KINDSEIN: ¿Cómo acabó
el estudio?
Dr. Zimbardo: El
quinto día del experimento, una estudiante recién doctorada de Stanford,
Christina Maslach, vio cómo los guardas colocaban bolsas en las cabezas de los
prisioneros y les hacían desfilar con las piernas encadenadas, como zombies,
mientras los guardas les gritaban barbaridades. Maslach salió llorando. Había
empezado a salir con ella, y me gritó: «No estoy segura querer tener algo que
ver contigo si esta es la clase de persona que eres. Es horrible lo que estás
haciendo a esos chicos». Esa doble bofetada en la cara fue la catálisis para
que me diera cuenta de que el estudio había funcionado demasiado bien y de que
esa poderosa situación me había corrompido también a mí. Paramos el estudio al
día siguiente.
KINDSEIN: ¿De qué
trata "El Efecto Lucifer"?
Dr. Zimbardo: En
"El Efecto Lucifer" detallo por primera vez la cronología de los
acontecimientos que tuvieron un efecto tan transformador sobre casi todo el
mundo que estaba implicado. Creo que entenderlo nos pone en una mejor posición
para apreciar lo que el Efecto Lucifer significa realmente.
"El Efecto
Lucifer" es una celebración de la capacidad infinita de la mente humana
para convertirnos a cualquiera de nosotros en amable o cruel, compasivo o
egoísta, creativo o destructivo, y de hacer que algunos lleguemos a ser
villanos y otros a ser héroes. Lo que mi investigación, junto con una gran
cantidad de estudios psicológicos serios, ha revelado es el Poder de las
Situaciones Sociales para llevar a mucha gente corriente, incluso buena, tanto
niños como adultos, por el camino del mal.
KINDSEIN: Tres décadas
después de su experimento en Stanford, han salido a la luz las imágenes de los
abusos a prisioneros iraquíes cometidos en la prisión de Abu Ghraib por hombres
y mujeres de la policía militar de Estados Unidos. Cuéntenos cuál fue su
reacción al verlas.
Dr. Zimbardo: No me
sorprendieron en absoluto. Yo había visto su paralelo en el sótano de Stanford,
prisioneros desnudos, cabezas con bolsas, humillación sexual. Era un
comportamiento inexcusable, pero no inexplicable. Mi sensación de que había
similitudes enfermizas entre la prisión de nuestro experimento y cualquier
prisión real en medio de una guerra controvertida. También se mencionó en las
investigaciones de las causas de esta tragedia humana.
KINDSEIN: ¿Por qué
eligió ese título para su libro?
Dr. Zimbardo: Lucifer
fue el ángel favorito de Dios, fue expulsado del cielo al infierno por sus
pecados de desobediencia, y se convirtió en el Diablo, Satán. Mi libro analiza
transformaciones humanas de gente ordinaria, buena gente que es seducida por
una serie de situaciones para deslizarse por la pendiente resbaladiza de la
maldad.
KINDSEIN: Así que no
sabemos quiénes somos.
Dr. Zimbardo: ¿Cómo
podemos estar seguros de qué haríamos o dejaríamos de hacer en situaciones
nuevas, diferentes de la que hemos encontrado hasta entonces? Desafío las
nociones básicas de QUIÉNES creemos que somos, y lo bien que nos conocemos
nosotros mismos y a otros durante nuestra vida.
¿Y cuál es nuestra
capacidad de predecir lo que harían otros a los que creemos conocer bien cuando
la presión de la situación les seduzca hasta el punto de violar principios
morales o legales? Sólo nos conocemos nosotros mismos, a nuestra familia y
amigos, a partir de pequeñas muestras de comportamiento en un número limitado
de situaciones, en las que a menudo todos estamos jugando papeles concretos.
Cuando tenemos la
libertad de elegir las situaciones en las que entramos o que evitamos,
normalmente nos dirigimos a las familiares, seguras, cómodas, donde nuestros
hábitos aprendidos nos permiten desenvolvernos bien.
KINDSEIN: ¿Qué ocurre
cuando nos empujan a situaciones completamente nuevas?
Dr. Zimbardo:
Entonces, los viejos hábitos o las características de nuestra personalidad ya
no funcionan o no son relevantes y somos vulnerables a las fuerzas de la
situación, tales como la dinámica de grupos para conformarnos, la dilución de
la responsabilidad de nuestros actos, la deshumanización de otros, los sentimientos
de anonimato y pérdida de necesidad de rendir cuentas, entre otros. Podemos
entonces hacer cosas que nunca hubiésemos imaginado que pudiéramos hacer sin
las influencias sociales de ese momento y lugar.
KINDSEIN: ¿De qué
sirve saber que la mayoría de nosotros puede cometer actos tiránicos si la
situación lo propiciase?
Dr. Zimbardo:
Entendiendo las causas y los modos en los que la mayor parte de nosotros
podemos acabar en las filas de los malos, también estamos en una mejor
disposición para evitar esas situaciones, minimizar su impacto en nosotros, e
incluso enfrentarnos y oponernos a ellas.
KINDSEIN: ¿Cómo
podemos evitarlo?
Dr. Zimbardo: "El
Efecto Lucifer" proporciona indicaciones para resistir influencias
externas, no deseadas ni deseables, en nuestro comportamiento, y va más allá
hasta describir cómo esa resistencia al mal puede ser Heroica. Propongo que
cada uno de nosotros tiene la triple posibilidad de: ser pasivo y no hacer
nada, volverse malos, o llegar a ser héroes. Yo admiro a los héroes cotidianos
como personas normales que hacen cosas extraordinarias.
Ser un héroe tiene
sólo unos cuantos elementos clave: actuar cuando otros son pasivos; ser menos
egocéntrico y estar más preocupado por el bienestar de los demás y estar
dispuesto a hacer un sacrificio personal para ayudar a otra persona, a una
causa o a un principio moral.
He empezado a animar a
la gente a pensar cómo podemos inspirar la "imaginación heroica" de
nuestros hijos, animar su creencia de que ellos son héroes en espera, pendientes
de que llegue la situación en que otros sean pasivos o se comporten mal, y en
las que ellos irán por el camino menos trillado hacia el acto heroico. Al
instilar esos pensamientos en nuestros niños, aumentará la probabilidad de que
se comporten de manera heroica cuando llegue el momento en una situación
determinada. Cuantos más jóvenes estén alimentando esa imaginación heroica,
menos mal existirá en nuestro universo.
KINDSEIN: ¿Hay algún
espacio para los niños en El Efecto Lucifer? ¿Cómo es la maldad en los más
pequeños?
Dr. Zimbardo: Los
niños no nacen malos, sino con plantillas mentales para hacer cosas buenas o
malas dependiendo de las influencias del entorno, de los contextos de
comportamiento en los que viven, juegan y trabajan. Los niños que crecen en
guetos, en zonas de guerra, en familias maltratadoras, en las calles, o como
milicias infantiles secuestradas por diversas fuerzas rebeldes, viven contextos
muy distintos de los niños en entornos privilegiados, no porque tengan cerebros
inferiores o personalidades patológicas, sino por las fuerzas negativas del
entorno que actúan sobre ellos.
Incluso en ambientes
menos hostiles, los niños buenos pueden empezar a hacer cosas malas por su
grupo de amigos, que establece las normas para ser aceptados en el círculo
mágico. Algunas veces eso consiste en molestar a otros niños, rechazarlos o
incluso acosar a los que se etiquetan como diferentes, como inferiores;
difunden rumores, pueden arruinar la reputación de otros niños permanentemente.
Una nueva forma de
maldad infantil es el "ciberacoso"-- que consiste en poner mensajes
en el web, sitios como My Space o Face Book, difamando a otros niños y niñas
como "zorras", chivatos, homosexuales, etc. Este acoso anónimo envía
el mal hacia el mundo sin que los afectados puedan defenderse. Hace poco, un
niño se suicidó por culpa de esos insultos, y algunos padres han sacado a los
niños del colegio y han tenido que enseñarles en casa. En mi opinión, es una
forma de mal que hiere y perjudica a niños inocentes y sus familias, que
deberían prevenir los que tendrían que regular esos sitios, pero también los
profesores y supervisores que deben dejar claro que va a haber tolerancia cero
para cualquier tipo de acoso.
KINDSEIN: ¿Cómo
debería ser un ambiente escolar para que no aparezca el lado oscuro de los
niños?
Dr. Zimbardo: La
mayoría de los niños son buenos la mayor parte del tiempo, es tarea de los
adultos crear entornos vitales en los que jueguen, estudien y trabajen en lo
que desarrolle lo mejor de la naturaleza humana, a la vez que reducen la
tentación de deslizarse por la peligrosa pendiente que lleva hacia las malas
acciones.
KINDSEIN: ¿Algún
mensaje final, para acabar? ¿Qué vendrá después de "El Efecto
Lucifer"?
Dr. Zimbardo: Mi nueva
misión en la vida, mi nueva llamada, apareció mientras escribía el último
capítulo de Lucifer. Al volver a pensar sobre el concepto de Hannah Arendt de
la "banalidad del mal" como un tipo de excursión temporal y
localmente específica en el terreno del mal para cualquier persona normal, me
di cuenta de que faltaba su contrapunto.
La "banalidad del
heroísmo" describe a personas normales que se involucran en acciones
extraordinarias de servicio a la humanidad —en particular, normalmente una
situación que ocurre una vez en la vida. Como esos que hacen cosas monstruosas
que parecen "terroríficamente normales", estos héroes ordinarios
parecen "maravillosamente normales".
Mi posición es que la
misma situación que puede detonar la "imaginación hostil" en aquellos
que se convierten en agentes del mal puede inspirar la "imaginación heroica"
por primera vez en cualquiera de nosotros.
Mi preocupación es
cómo promocionar en nuestros niños esa imaginación heroica, conseguir que
acepten el papel de "héroe a la espera" para una situación que
llegará en algún momento de sus vidas cuando otros siguen sus caminos hacia el
mal o hacia la indiferencia y, en lugar de eso, elijan actuar por otra persona
o grupo o ideal sin pensar en su ganancia personal, ni siquiera el
reconocimiento.
Debo creer que crear
una generación de esos héroes normales es nuestra mejor defensa contra el mal,
ya sea en el campo de batalla, en las prisiones o en las oficinas centrales de
las empresas.
____
Fuente: http://www.kindsein.com/es/20/1/466/
Enlace relacionado: Experimento de la cárcel de Stanford
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