La marca roja de la autopista
El lugar donde asesinaron el 6 de enero de 2014 a Mónica Spear y Thomas Berry |
Seis meses han transitado desde el asesinato de
Mónica Spear y Thomás Berry en la autopista
Valencia-Puerto Cabello. El recuerdo de este suceso persigue a
los conductores que la recorren con miedo y los habitantes se han acostumbrado
a que la zona haya quedado marcada. El gobierno nacional, responsable de la
seguridad de todas las vías expresas, aumentó el patrullaje y los puntos de
control, pero los esfuerzos son insuficientes y se han diluido con el paso de
los días: el Punto de Atención al
Ciudadano –parte del Plan Patria Segura- trabaja solo hasta las
6:00 pm; la policía Municipal de Puerto Cabello tiene una patrulla para
recorrer 50 kilómetros y la Policía Nacional Bolivariana no posee estadísticas
de su gestión
13 de julio 2014 - 12:01 am
Mario Álvarez manejó la gandola con 19.500 kilos
de carga más de 30 kilómetros con un caucho espichado. Cuando faltaban cerca de
4 para llegar al peaje, se le reventó el segundo. Así, haciendo cojear a una
cava de pollo congelado, rodó por miedo a detenerse en la autopista
Valencia-Puerto Cabello. Álvarez, que salió de Chivacoa, se recuesta del capó a
esperar a que la empresa de transporte
le haga llegar dos enormes cauchos para poder seguir su camino. Prefiere
causarle un daño al vehículo, prefiere perder el día esperando los repuestos,
prefiere rodar con el tac, tac, tac de la incertidumbre, a pararse en el
hombrillo de esa vía acechada por malas noticias y malos recuerdos.
El domingo pasado se cumplieron seis meses del
asesinato de Mónica Spear y Thomás Berry en el kilómetro 194. Esa reminiscencia
persigue a los conductores particulares, a los grueros, a los funcionarios de
seguridad, a los vecinos de la autopista. El suceso se convirtió en una marca
en el mapa que se mueve de acuerdo con la aprensión del que la transite: “Aquí
fue lo de Mónica”, “Por aquí mataron a la miss”, “En esta curva pasó la
tragedia de la muchacha”. Cada quien cree que está en el sitio del hecho, cada quien siente que puede ser
también víctima.
Aunque es mediodía, en el lugar donde asesinaron
a la pareja corre una brisa fría. Dos árboles de fronda amplia cubren el
hombrillo del canal de subida justo donde detuvieron el carro con un
desperfecto esa noche. A pocos metros hay una quebrada convertida en vertedero
de basura; entre las piedras y el monte se ven cauchos rotos, botellas –muchas-
de cerveza, una tabla de plástico rosado que pertenecía a la mesa de una niña.
Una tubería de Pdvsa gas se asoma de vez en cuando. Y está la brisa fría.
Una patrulla de la policía municipal de Puerto
Cabello se detiene. “Ahora todos dicen ‘Aquí fue donde mataron a Mónica’.
Anoche asistimos a un doctor que se accidentó en Las Trincheras y estaba
asustado porque decía que había sido ahí”, cuenta uno de ellos. Piden no ser
identificados y aseguran que esa es la única patrulla que hace el recorrido
fijo -día y noche -de
los 50 kilómetros de autopista, en guardias de 24 por 48 horas.
“Con la muerte de la actriz se intensificó el
patrullaje. Vino la Armada, la Guardia
Nacional, la PNB. Eso duró un mes; la PNB está en el peaje y a
veces aparece. Quedamos solo nosotros desde el puente El Cambur hasta la
entrada de Morón. Y la oscuridad”, señala uno de los funcionarios. “Hacemos
mucho con una patrulla que no sirve. Hay apenas seis para todo el municipio.
Los malandros tienen mejores armas que nosotros que hemos llegado a comprar
nuestras propias municiones a 2.000 bolívares la caja de 25 tiros. Yo no me voy
a dejar matar. No tenemos ni chaleco antibalas, pero sí una familia que nos
espera”, dice su compañero golpeándose en el pecho. Ricardo Spear, hermano de
la miss Venezuela fallecida, recuerda las carencias de aquel 6 de enero, que
aún persisten.
“No hay fondos para patrullas; esa noche no contestaron la llamada de emergencia de
Mónica. Mientras tanto, tienen una flota de camionetas de Pdvsa usada principalmente
para promoción gubernamental”. El gobernador de Carabobo, Francisco Ameliach,
declaró el 18 de enero que la llamada al 171 sí había sido atendida y grabada,
pero no hubo tiempo de evitar las muertes.
Cerca del lugar del asesinato hay un caserío. En
el patio de la casa de
bloques pintados de rosado hay dos perros flacos amarrados con cadenas. Ambos
se ponen de pie con
flojera, pero ninguno ladra por la llegada de extraños. Al tocar la puerta,
Adriana Quevedo sale apurada. Dice que ahí viven “calidad”, pero que sus amigos
no quieren visitarla. “Me preguntan dónde vivo y cuando les digo que en El
Cambur me dicen ‘Ayyy, por donde mataron a Mónica. Eso es zona roja’”. Quevedo, de 24 años de edad, llora cuando recuerda a Spear. “Yo
tuve un hijo especial que se me murió. Y ella ayudó mucho a los niños con problemas. Quisiera
ser actriz”, dice. Después de despedirse se asoma por la ventana y se queda
mirando la vía sin decir más nada.
“Eventual”
Un tramo de la calzada inaugurada en 1966 es de
concreto; otro, de asfalto; de la montaña se desprenden piedras cuando hay
algunas lluvias fuertes; en la mayoría del empinado trayecto no hay postes de luz. Buena parte de
los que la transitan son gandolas de containers que vienen o van a Puerto
Cabello, la aduana más importante del país. Hay huecos, desniveles, intentos de
asfaltado a medias, turistas que van a las playas de noche para burlar la cola.
La Valencia-Puerto Cabello, atrapada entre las montañas donde se asientan
pequeños poblados e invasiones, es una ruta de alto riesgo y para conocedores.
“La vía es completamente insegura. De día es un poco más tranquila, pero igual
hay que tener cuidado. Después de la muerte de la miss mejoró la seguridad,
pero solo un tiempo”, dice Álvarez, el gandolero de los cauchos.
Desde que en 2008 la respuesta presidencial a la
victoria de varios candidatos opositores en alcaldías y gobernaciones
importantes fue recentralizar varios servicios
públicos, las autopistas son responsabilidad del Ministerio de Transporte Terrestre. Hasta
El Cambur, es municipio Naguanagua; desde allí hasta El Palito, está el
municipio Puerto Cabello. “La autopista es competencia del gobierno nacional y
ciertamente después de lo ocurrido a Mónica Spear tomaron algunas medidas como
la colocación de más puntos de la guardia, pero no es suficiente porque esos
dos puntos son estáticos, en una autopista que tiene cerca de 50 kilómetros de
trayecto. Y las bandas locales le toman el golpe a esa situación y atacan a los
vehículos que transitan. Es necesario que volvamos al esquema que funcionaba
cuando las autopistas estaban descentralizadas y el patrullaje de carretera era
constante y estaba el servicio de grúas”, dice Alejandro Feo La Cruz, alcalde
de Naguanagua.
La comunidad de Las Trincheras, donde están las
conocidas aguas termales, sí es competencia del alcalde Feo La Cruz. Vecinos
del lugar coinciden en que tienen que cerrar sus comercios a las 6:00 pm por la
inseguridad. “Sí hay más patrullaje, pero es por corrupción”, comenta un
muchacho que no quiere decir su nombre. “Aquí agarran a los delincuentes y los
sueltan, entonces salen alumbrados porque estuvieron presos, se sienten más
importantes, son más malos”, añade una muchacha. “Es importante que se realicen
actividades de inteligencia para desmontar las bandas que se dedican a
delinquir en esa ruta, que muchas veces se esconden en El Cambur y Trincheras.
Que yo sepa en Trincheras no opera una banda específica pero sí hemos tenido
conocimiento de que algunas veces, por ser una zona montañosa, es fácil que sea
utilizada para esconderse”, explica Feo La Cruz. Miembros de la banda "Los
Sanguinarios de El Cambur" fueron acusados por las muertes de Spear y
Berry. Las autoridades han declarado que fue desmantelada.
A pocos metros de allí, debajo del distribuidor
El Cambur, está el Puesto de Atención al Ciudadano del Plan Patria Segura que
se instaló hace un año. Los militares de la Armada y la Guardia Nacional que
inspeccionan a los carros saben que los delincuentes conocen su horario.
“Estamos de seis de la mañana a seis de la tarde. En la noche nos replegamos en
las carpas. No tenemos motos ni vehículos, aunque deberíamos tenerlos. La
delincuencia sabe que después de cierta hora no hay nadie aquí”.
Esta semana la diputada de Proyecto Venezuela al
consejo legislativo de Carabobo, Neidy Rosal, denunció que persiste la
inseguridad. “Vimos cómo los tres primeros meses del año pusieron unos puntos
de control en El Cambur pero en este momento funcionan en horario de oficina, a
partir de las 6 pm quedan las autopistas totalmente desguarnecidas. El 4 de
julio hubo un incidente cuando 18 vehículos fueron impactados con piedras y
palos y hasta una viga. Esos vehículos llegaron al peaje de La Entrada y allí
denunciaron lo ocurrido; otros llegaron a Puerto Cabello desesperados. En este
momento no hay excusas para que el gobierno nacional y regional ponga puntos de
control”.
El supervisor de la PNB en el peaje –que no puede
identificarse sin la autorización del ministerio de Interior y Justicia-
enfatiza que solo fueron seis carros los atacados, que nadie denunció y que se
trató de un caso “eventual”. “De repente una persona tomada, un demente, le
causó daño a seis carros nada más. Fue fortuito. Tal vez un borracho, un
indigente se puso a lanzar cosas. Nosotros salimos a patrullar y no encontramos
a nadie. Estar en el momento en el que ocurre el hecho es muy difícil. No es un
modus operandi”. El guardia nacional, en cambio, sí considera que es una
constante: “Todos los días
lanzan algo”. El funcionario de la PNB asegura que el organismo está desplegado
en toda la autopista, pero no cuenta con estadísticas de su actuación porque
están centralizadas.
Tres minutos
El Chevette tiene adaptado un motor de Blazer.
Cerca de Las Trincheras el experimento mecánico se accidenta y el chofer y su
hijo se orillan. Cuando ven que se acerca gente, se paralizan. “En febrero casi
nos mataron a 50 metros del peaje de La Entrada. Nos paramos para que mi hijo
orinara y cuando volvimos al carro ya los tipos estaban adentro. Le pusieron
una pistola en la cabeza a él para que yo les diera todo”, dice César
Serritiello, que recorre la autopista a diario. Mientras el niño lo ayuda a
quitarse la grasa de las manos, dice que no es buena idea estar hablando ahí.
Antes de arrancar el carro –que casi vuela gracias a la prótesis de potencia–
dice que le llama la atención que ahora hay menos grúas prestando servicio.
“Tal vez tiene que ver con lo que pasó con la miss”. Serritiello no puso
denuncia de su asalto a pesar de haber ocurrido a metros del puesto de la PNB.
En El Palito se acaba la autopista. Allí hay un
destacamento del CORE 2, uno de la policía municipal de Puerto Cabello, varias
ventas de almuerzos y algunas grúas. Luis Enrique Núñez lleva 15 años como
gruero. “Patrulleros no hay, lo que hay son matraqueros. Tú vas a montar un
carro en una zona peligrosa y no ves a nadie”, dice. Núñez conoce al que
atendió a Berry y a Spear la noche del asesinato. “Él vendió esa grúa y compró
otra, pero se la dio a alguien para que se la manejara. Hace como un mes que no
lo veo, ya no se baja aquí a conversar como antes. Quedó mal, le da miedo”. El
recorrido en carro desde allí hasta el kilómetro 194 toma exactamente tres
minutos. Esa noche, seis meses atrás, nadie llegó a tiempo para auxiliar a
Spear.
Jacobo Vidarte, del Centro de Investigación Educación y Seguridad Vial, da recomendaciones para protegerse en la autopista Valencia-Puerto Cabello, especialmente en estas vacaciones:
- Ir en caravana si vamos a viajar de noche.
- Notificar a dónde voy y a qué hora estimo llegar.
- No pegarse a los carros para evitar ser emboscado.
- Se recomienda ir -a buena distancia- detrás de un vehículo de carga para que sirva de escudo si lanzan objetos para robar.
- Dar a los familiares la clave del GPS del vehículo.
- Se recomienda contactar al operador de emergencia de la compañía de teléfono celular, porque suelen hacer seguimiento al caso y así estás monitoreado.
- Si es de noche, no detenerse por un caucho espichado. Es mejor rodar a un lugar seguro.
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Fuente: http://www.el-nacional.com/siete_dias/marca-roja-autopista_0_444555660.html
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