El Sol Negro: un
psicópata en la familia
Hugo Marietán
Médico Psiquiatra,
Docente de la Universidad de Buenos Aires
www.marietan.com /// marietanweb@gmail.com
Publicado en Alcmeon, 48,
noviembre 2005
Introducción
La familia básicamente es un
sistema. Y todo sistema que permanece es porque de alguna manera beneficia a
sus miembros.
Por suerte, la mayoría de los
psicópatas demuestra su psicopatía por fuera de la familia. A tal punto que
muchas veces la familia ni se entera de las actividades psicopáticas del
individuo. Tienen familia pero no descargan la psicopatía en ella. Un
porcentaje escaso lo hace dentro de la familia.
Hace poco consultó una señora que
había estado casada 25 años y hacía 2 años que estaba separada. Quería saber
que pasó con ella que en 27 años no se
enteró que estaba con un psicópata. Lo descubrió por azar. En un momento revisó
algunas cosas de la casa que compartió con este hombre y encontró una caja llena
de fotografías de mujeres adolescentes en actitudes eróticas con él. Él siempre
andaba con una cámara fotográfica, pero ella tomó esto como un hobby inocente.
De vez en cuando él salía a cazar con unos amigos. Investigó a estos amigos y
se dio cuenta que todos participan de la misma perversa afición. Dice que con
ella un par de veces él intentó tomar fotografías en posturas especiales, y por
eso las reconoció cuando vio las fotos, eran las mismas posturas. Se preguntaba
cómo no pudo detectar la psicopatía. Fuera de esto, era hombre trabajador, buen
padre, etcétera.
El efecto Sol negro
Yo llamé a la acción del
psicópata en la familia el efecto ‘Sol negro’, porque hace que todo el sistema
familiar gire alrededor de él, como si fueran planetas alrededor de un Sol. A
diferencia del Sol que da luz, da energía, da vida y permite el desarrollo de
los individuos, el psicópata, toma la energía de todos, opaca a la gente,
impide el desarrollo de los miembros de la familia, ejerce un poder intenso.
Son como ‘vampiros energéticos’, desvitalizan.
Hace unos meses viene a consultar
una mujer que se dedica a la creación de guiones teatrales. Hasta un mes antes
estaba casada y era parte de un circuito psicopático en el que estuvo durante
cuatro años. Esta guionista parecía anémica, en el sentido médico del término.
Por la falta de fuerza física y el atolladero mental en que se encontraba:
parecía totalmente chupada energéticamente.
Me dijo que perdió todos sus
amigos, (los psicópatas, en su afán de poder, separan de todas las personas que
son significativas, los va sacando para concentrar el poder sobre él), y se
quedó sin relaciones de tipo sociales, sin contactos. Contó que su ex marido
hasta le sacó su parte creativa, la opacó. Toda su energía estaba puesta en el
modo de poder satisfacerlo, tarea bastante imposible, siempre había un pero,
siempre faltaba algo.
El emergente.
Cuando en un sistema familiar hay
un psicópata, ¿qué es lo que primero aparece en nuestro consultorio? Aparece el
emergente, aquel que es signado como “enfermo”.
Una vez llegó a la consulta una
chica, acompañada por su madre y su padre, tenía todas las características de
un síndrome esquizofreniforme. Tenía alucinaciones auditivas, visuales,
percepciones delirantes, ideación de ser perseguida, premoniciones. Con esto,
es fácil dejarse llevar y colocar el rótulo de esquizofrenia. Por suerte con la
práctica se aprende que en la esquizofrenia hay que esperar para hacer el
diagnóstico.
Más adelante me entero que el
hermano de esta joven de 28 años estaba internado en una granja de recuperación
de adictos graves. Una segunda hermana se casó muy joven: se marginó del
sistema. El padre era una persona muy ansiosa, irradiaba tensión.
En contraste con todo esto, la
madre soportaba estoicamente la carga de esta familia tan pesada y de difícil convivencia.
Una madre abnegada que llevaba su cruz.
Las tres instancias
Por lo general en las familias
donde hay un psicópata en primera instancia se ve el emergente, en segunda se
ve que hay otros miembros de la familia que están con problemas psicológicos o
psicopatológicos, y recién en tercera instancia, con mucha investigación y la
mentalidad abierta, se ve al psicópata, se ve al Sol Negro.
Así, he concluido que cuando en
una familia hay varios miembros con descompensaciones psicopatológicas hay que
buscar al psicópata, en algún lado está.
En este caso la psicópata era esta
madre, que además padecía una ludopatía grave. Tenía acciones francas de
cosificación; por ejemplo su madre, una anciana de pocos recursos, vivía de una
pensión. Ella tenía el poder para cobrar esa pensión y sacaba el dinero y lo
jugaba. Pedía préstamos a la empresa en la que trabajaba el marido, a cuenta;
bueno, hacía toda una serie de cosas que no vienen al caso ahora que la
tipificaban como psicópata. Sin embargo, si uno la toma en una primera
instancia, parecía una madre sufrida y victimizada.
Los rasgos neuróticos del psicópata
Algunas veces el psicópata
presenta rasgos neuróticos. Esta es una observación que yo investigo desde hace
tiempo, la presencia de rasgos neuróticos en los psicópatas. Esto es importante
de destacar porque nuestra formación nos lleva a canalizar los diagnósticos a
través de las psicosis o de las neurosis, y cuando observamos rasgos neuróticos
vamos por una vía muy directa a pensar el cuadro como neurosis, dejando de lado
otras posibilidades, y ahí nos perdemos.
Lo emocional impide el análisis
El otro error que podemos cometer
al momento de detectar a un psicópata es dejarnos invadir por lo emocional o lo
ético ante las acciones psicopáticas. Lo afectivo anula el posterior
seguimiento intelectual del caso; nos quedamos con el impacto y paramos de
razonar.
La acción invisible de la psicopatía
Sabemos que hay otros soles
oscuros, que si hay un depresivo, uno o más miembros de la familia giran
alrededor de él, sabemos que se da en otros estados también, como en la psicosis.
Un neurótico grave también puede hacer girar a la familia alrededor de él, pero
en todos los casos la familia puede detectar la enfermedad, es un depresivo, es
un neurótico. La psicopatía no se nota, la psicopatía permanece invisible y
solo nosotros la captamos a través de los efectos que producen en la familia.
La atmósfera psicopática
Después tienen que pensar en lo
siguiente, los miembros de esas familias, sobre todo los chicos de estas
familias, están en esa atmósfera, han crecido en esa atmósfera psicopática,
entonces para ellos es indistinguible qué es un psicópata y qué no es un psicópata,
qué es lo que está bien y qué es lo que está mal, ellos han crecido así. En la
adolescencia los chicos se abren más a la comunidad e intentan afirmar su
personalidad, y encuentran en la psicopatía un escollo.
Las reacciones a la psicopatía
Entonces pueden reaccionar de
distintas maneras:- Ignorar el tema, negarlo.
- Someterse.
- Rebelarse: la rebeldía es faltar a la obediencia, es ser indócil, oponerse con tenacidad, pero dentro del sistema; desde el sistema se critica el sistema.
- Revolucionar: es atacar el sistema desde afuera o desde la marginalidad, clandestinamente.
- Radiarse: es alejarse del sistema, como hizo la chica mayor de este caso que conté, que a los 17 o 18 años se casó y se fue. Es girar a una órbita mucho más amplia.
- Enfermar
Los efectos de la psicopatía
Si bien la psicopatía no es
visible, en el sentido de no ser detectada como una depresión o una neurosis,
se ve a través de los efectos.
Para algunos miembros hay algo
que no cierra, que no está bien. Y a medida que van creciendo más se nota esto.
En los niños suelen notarlo las maestras, los compañeros, hay algo en ese
pequeño que no está funcionando bien, no se sabe qué es, pero se nota que está englobado en una
situación que no es la normal.
El no darse cuenta activo
La esposa del psicópata por
supuesto es una complementaria. La complementaria tiene un modo de no darse
cuenta especial. Las cosas anómalas acontecen y la familia o los amigos le
dicen que lo que está viviendo es un desastre, todos se lo señalan, pero la
complementaria no ve, hay un no darse cuenta activo, trabaja para no darse
cuenta.
Cuatro puntos para destacar
Me gustaría insistir en cuatro
puntos. Primero, que cuando ustedes sospechen una psicopatía, traten de
controlar su sistema emocional, el psicópata puede suscitar repugnancia y
reacciones afectivas negativas una vez conocida la acción psicopática: un
incesto, una perversión, produce un choque emocional importante y así no se
puede analizar nada. Tenemos que “enfriarnos” y estudiar el caso, para ayudar,
si lo solicitan, a la gente que está alrededor del psicópata. Segundo, en
aquellas familias que presenten varios miembros con alteraciones
psicopatológicas, busquen al psicópata, es muy probable que lo encuentren.
Tercero, no se dejen confundir por los rasgos neuróticos, el psicópata puede
presentar rasgos neuróticos. Cuarto, el psicópata es un gran absorvedor de
energía y ejerce un poder especial sobre la familia.
Descripción y análisis de un caso.
Carlitos, el mentiroso
Una mujer, por teléfono, pide una
consulta. Dice que su cuñado es un mitómano y genera problemas en la familia.
Su esposo (34 años), hermano del susodicho, la acompaña a la consulta. Ella
tiene 30 años, Carlitos, el mitómano, 27.
Carlitos, el mentiroso, vive con
sus padres. Terminó con dificultad el secundario. Realizó una carrera terciaria
pero nunca ejerció. No trabaja ni tuvo empleo fijo, lo mantiene el padre. No
manifiesta proyectos de futuro. Es muy inteligente y seductor.
Dicen que Carlitos tiene dos
facetas, una dentro de casa, parca, y otra afuera donde es activo y seductor.
Es bifronte.
El hermano, esposo de la
consultante, recuerda que Carlitos siempre fue mentiroso. Esto de ‘siempre’ hay
que tenerlo presente porque implica una continuidad, un rasgo incorporado a “la
manera de ser”. Una cosa es mentir en determinada situación, mentir siempre ya
es una acción sistemática. Mentía con las notas del colegio, le mentía a los
compañeros; miente constantemente ahora. Cuando es confrontado con la verdad,
con las pruebas que demuestran que las cosas no son como él dice, mira
fríamente y dice “no es así”. O sea, más allá de las evidencias, sigue
sosteniendo que no es así. Estas personas suelen hacer esto, defender hasta
último momento el tema de la mentira, aún con las pruebas en la mano. Demasiado
presionado por la evidencia puede decir “me equivoqué” con la misma frialdad.
En este tema de la mentira hay una actitud especial, no es una mentira común.
Dicen, “en realidad venimos acá
porque nos preocupa algo, que es más serio que mentir, Carlitos empezó a
robar”. A sacar cosas de la casa, de valor económico y afectivo, y lo vende por
dos pesos en la calle.
Cuentan la siguiente anécdota: le
dicen a Carlitos que saben que está sacando cosas de la casa, le preguntan a
quién se las vende porque son cosas que les interesa conservar y quieren
recuperarlas. Carlitos niega hasta más no poder y al final lo dice, vende a un
reducidor, a una persona que compra objetos robados. Van al negocio del
reducidor y le dicen que quieren determinadas cosas y el reducidor, para
sorpresa de los dos, le dice “Ah... esto lo trajo Carlitos!”. Y comienza a
hablar de Carlitos con cariño, pregunta por qué le están haciendo eso, dice que
Carlitos habrá tenido alguna necesidad; habla tan bien de él que quedan
impactados ¿Cómo puede ser que un truhán hable así de Carlitos? Incluso llegó a
darles consejos sobre cómo hacer para que Carlitos no se sienta mal al ver las
cosas devuelta (a esto llega la seducción de este muchacho).
Cuando vuelven con las cosas le
muestran que robó más que lo que había confesado, Carlitos niega, el mismo mecanismo,
están las cosas ahí y lo niega hasta que al final sin problema dice “bueno,
si”. Sin remordimientos, sin gestos, sin disculpas.
Haciendo memoria, el hermano
recuerda que Carlitos robaba desde chico, les robaba a los compañeritos de
colegio, robaba los vueltos.
El hermano y el padre de Carlitos
son profesionales. Lo instan a trabajar y aparte le consiguen todo, hacen las
conexiones de trabajo, pautan las entrevistas. Carlitos va pero o hace un
desempeño horrible en las entrevistas con lo cual no lo toman, o bien lo toman
y a los 2 ó 3 días lo despiden, o no va pero dice que va.
Carlitos trabajó unos meses en un
emprendimiento que realizó un amigo de él, hacían turnos rotativos, un día
atendía él y otro el amigo, hasta que de pronto se quedó sin trabajo y sin
amigo. Es fácil concluir lo que pasó.
Parasitismo. Inteligencia.
Actitud bifronte. Seducción. Mentira. Manipulación. Ausencia de proyecto
futuro. Cosificación. Uso particular de la libertad. Robo. Falta de empatía.
Sin remordimientos por las acciones atípicas. Vamos sumando.
Luego dice el hermano “en
realidad tenemos dos problemas, porque esto está afectando mucho a mis padres”.
La madre tiene 63 años, el padre 65. Les preocupa porque desde hace unos años
ellos están opacados, girando alrededor de todo lo que sucede con Carlitos. Es
el concepto de Sol negro, hace girar a las personas alrededor de él y les quita
energía.
Los padres de Carlitos eran
personas dinámicas, activas, tenían amigos, frecuentes reuniones, algunos fines
de semana iban a Claromecó donde tenían una casa. Hace algunos años que eso ya
no es parte de su vida, están ahí, girando alrededor de Carlos. Y como los
padres, esta pareja también, ellos hacen una consulta por Carlitos, están
preocupados por Carlitos, porque no trabaja, porque no tiene proyectos, porque
no saben que va a ser de él cuando sus padres ya no estén. Todo gira en torno
de Carlitos.
Carlitos es un Sol negro que hace
girar a todos a su alrededor y les va quitando vitalidad. Esta pareja ve como
ha cambiado la calidad de vida de los padres, como se han aislado. Esta es otra
acción de estas personas, aíslan para manejar mejor la situación. Ellos ven
cómo fue disminuyendo todo lo relacionado con la distracción y el placer, cómo
se va opacando la vida, por eso decimos, usando otra metáfora, que estas
personas son vampiros energéticos, desvitalizan.
Presionado por la familia
Carlitos consulta a una psicóloga. Suelen acceder a consultas. Duró tres meses.
Al principio iba una vez y otra faltaba (se quedaba con el dinero de la
consulta, ¡por eso también le convenía consultar!). Al mes la familia llama a
la psicóloga para una entrevista para ver cómo estaba. Pero la psicóloga
responde que dado que Carlitos tiene más de 21 años no accede a ningún tipo de
consulta con un familiar. Descubren las maniobras de Carlitos en relación al
dinero y las faltas a sesión y cambian de psicóloga. Al cabo de un tiempo piden
entrevista y se encuentran con que la nueva psicóloga estaba fascinada con
Carlitos. Es así. Estos tipos son muy seductores y trabajan a niveles que no
están relacionados con la lógica. Los familiares llegan a la conclusión que esa
vía no daba resultados con Carlitos.
Carlitos no se angustia. Sus
familiares lo ven como a una persona que no siente culpa y es muy fría.
Carlitos no se droga. No consume
alcohol. No fuma.
El hermano vive en el Conurbano y
Carlitos en Capital. Una vez pide al portero de su edificio que llame a su
hermano y le avise que está por matarse, tenía un cuchillo en la mano, le pide
que le diga que se va a cortar las venas. El portero lo llama. La cuñada y el
hermano dejan todo lo que están haciendo
y parten raudos a Capital, hay que salvar a Carlitos. Cuando llegan sólo se
había hecho unas escaras con el cuchillo. Falsa alarma.
Carlitos tuvo una pareja. En un
momento el padre, libera un departamento para que Carlitos se vaya a vivir en
él. Ahí Carlitos forma una pareja. La cuñada comenta que las relaciones de
Carlitos son temporarias y que depende de la actitud de la mujer, la mujer es
la que va a buscarlo y hace todo el trabajo, Carlitos se deja. Vivió con una
chica que fue la que mantuvo activamente la pareja, hasta que se cansó y se
fue.
¿Qué hace Carlitos con el
producto de sus robos? No tiene necesidades económicas. Aparece con una remera
nueva, invita a cenar a sus amigos o familiares, gasta el dinero en
banalidades.
Esta pareja que consulta está
preocupada: Carlitos roba. Los padres están muy mal ¿Qué va a pasar con
Carlitos cuando los padres mueran?
Cómo coordinar un caso así
Una vez descartados los
diagnósticos de psicosis y neurosis, y establecida la correspondencia entre los
rasgos descriptos por los familiares y el Descriptor de Psicopatía, podemos
presumir la psicopatía.
Puesto en esa posición se
diagrama un esquema de asesoramiento para la familia:
- Asesoramiento a la pareja consultante: dado que ellos presentaron el problema, son los que reciben la primera información acerca de qué es un psicópata. Es decir el planteo inicial es docente. No es tarea fácil ya que el tema no es conocido y resulta de difícil comprensión. Les sería más digerible pensarlo como un enfermo al estilo de un neurótico o un psicótico. Pero la psicopatía es otra cosa: no es una enfermedad sino una manera de ser, una variante de tipo humano. En este caso que Carlitos pase a ser Carlos, alguien que conoce la diferencia entre lo bueno y lo malo y puede dirigir sus acciones y comprender sus actos. Que deje de ser Carlitos en enfermito, para ubicarlo en su justo rol: Carlos el psicópata.
- Intentar que los padres realicen una consulta. Aquí la docencia es aún más dificultosa. Por lo general los padres, por catatimia, tienden a minimizar los problemas de sus hijos. Y si existen a buscar en qué fallaron ellos para que el hijo sea así; se culpan. También suelen luchar denodadamente para revertir la situación, es decir para que se produzca un cambio en el hijo. Algunos padres toman el señalamiento del problema como una agresión o una incapacidad del terapeuta y suelen cambiar de profesional hasta encontrar alguien que les diga lo que quieren escuchar: que existe un pronóstico benigno para su hijo. Es decir, les cuesta poner distancia psicológica para ver con mayor frialdad el problema. Otros, rendidos ante la evidencia, consultan ellos, lo que hace más liviano el asesoramiento. En este caso, que el hijo tiene 27 años, la serie de repeticiones de los rasgos, la frustración y el agotamiento, pueden facilitar el accionar del terapeuta.
- Una vez que están informados acerca de qué es un psicópata yo suelo trabajar acentuando la imposibilidad del cambio. En un principio esto puede parecer pesimista o directamente nihilista, incluso anti terapéutico. Pero la experiencia me ha demostrado que los familiares suelen desgastarse en pos de la posibilidad del cambio, deambulan de consultorio en consultorio, de frustración en frustración y lo único que consiguen es desgastarse en la ilusión y darle más firmeza al sistema psicopático. En consecuencia suelo explicarles con detalle el concepto: “una manera de ser”. Que son así. Que no van a cambiar. Que hay que aceptarlos con esas diferencias. Para lograr esto suelo usar el mismo material informativo que ellos me proporcionan y marcarles cómo se repiten los rasgos, las actitudes, las experiencias desde los indicios en la infancia, la acentuación en la adolescencia y la plenitud de las manifestaciones en la adultez. El hacerles recordar facilita mayor información y se van convenciendo; contar la historia del hijo, esta vez con la referencia de los rasgos. En este caso que comentamos el rasgo mentira es de fácil seguimiento, la acción robo también: “siempre mintió, siempre robó”, dice el hermano. El rasgo parasitismo es muy demostrable y así se procede con los demás. La aceptación del “no cambio”, una vez superada la decepción, produce el siguiente efecto: no se pierden energías sobre ese tema y se orientan los esfuerzos en redimensionar el problema y los roles de los miembros frente a la psicopatía. La actitud de los miembros del sistema ante el psicópata cambia.
- Trabajar sobre la culpa de los padres. Como dijimos esto es un escollo ya que los padres se sienten responsables de la formación de su hijo. Y esto puede ser válido para algunas patologías, pero para la psicopatía no existe un fundamento de peso que lo sostenga. No está demostrado que una psicopatía pueda ser adquirida o debida a errores en la crianza de los hijos o derivada de conflictos en la infancia. Pero la mochila de la culpa hace que los padres apañen las acciones psicopáticas de sus hijos. Y los psicópatas aprovechan muy bien esta debilidad para manipularlos y exacerbar el sentimiento de culpa para conseguir sus objetivos.
- Recién después de esto se puede pasar a trabajar sobre la distancia psicológica frente al psicópata. Esto consiste en ver al psicópata como distinto y evita el paso psicológico de la empatía es decir el razonamiento: “yo en lugar de él haría…”. Esto que puede dar resultado ante un igual, fracasa estrepitosamente ante el psicópata. El psicópata piensa, siente y hace de otra manera. Y una mente normal nunca puede llegar a comprender cómo funciona ese cerebro. El intento de comprender puede ser otro camino falaz en que se embarquen los familiares. Aquí se debe ser tajante: no se puede comprender la mente de un psicópata. Los expertos apenas si pueden llegar a entender algo. La distancia psicológica, entonces, es poder diferenciarse del psicópata y comenzar a ver sus acciones y los efectos de esas acciones sobre sí mismo y sobre el resto de los miembros de la familia. Es decir comenzar a preservarse frente al psicópata. Hay que aclararles que estas modificaciones deben ser realizadas paulatinamente a fin de evitar las reacciones agresivas y descompensatorias del psicópata que pueden ser, en ocasiones, de gravedad.
- La distancia física, el alejamiento del área de acción del psicópata es lo ideal, es lo que enuncie en 1998 como Contacto Cero, ningún tipo de comunicación, de relación, de avistamiento. Esto puede lograrse en casos de complementarias agotadas, hermanos, hijos adultos y, raramente, en padres. Es difícil, a veces imposible, que los padres puedan mantener lejos a su hijo psicópata. Sólo en caso de marcados asociales puede lograrse esto. Pero en los casos de parasitismo la relación con los “huéspedes” puede ser muy prolongada y solamente podemos darnos por satisfechos si conseguimos la distancia psicológica, el entendimiento del problema. Es importante que todos los miembros de la familia estén al tanto del problema y reciban la educación adecuada: los rasgos de seducción, coerción y manipulación suelen ser muy acentuados y es necesario apoyarse unos a otros.
- El traslado del problema: si una familia se saca un psicópata de encima lo recibe otro grupo social. En el caso del parasitismo deja de parasitar a la familia, pero pasa a parasitar a otra persona o grupo, hay un desplazamiento de parasitismo. El psicópata no cambia. Por eso cuando esta pareja preguntaba qué iba a pasar con Carlitos cuando se mueran los padres la respuesta es fácil: va a parasitar a otros y, seguramente ellos (esta pareja) estaban en la mira del psicópata. Tema que seguramente esta pareja sospechaba y habrá motivado, también, la consulta. Entonces la “solución” a la problemática de esta familia consiste en un “traslado”: puede zafar ella del psicópata, pero el psicópata ejercerá la psicopatía en otro nicho social.
- La actitud del terapeuta en este proceso: tenemos que acompañar el proceso, no estar delante del proceso. Si bien se puede tener claro qué se debe hacer, qué debe hacer la persona, qué debe hacer la pareja, qué debe hacer la familia, no se puede avanzar por delante de la familia. Se debe acompañar, coordinar el proceso, no dirigirlo. Estar un tramo adelante, pero no demasiado. Es la familia la que debe ir asimilando las modificaciones, absorbiendo los cambios, madurando la problemática. Esto hará que los resultados sean duraderos y no meros seguimientos de órdenes.
- Avanzar paso a paso. Por ejemplo: antes de tocar el tema de la distancia es necesario que las personas estén convencidas de lo que van a hacer, que no tengan ideas difusas ni vagas, que tengan claro de qué se trata la cosa.
- Estar preparados para los altibajos. El resultado de nuestro trabajo de asesoramiento familiar no es parejo. Suelen haber marchas y contra marchas. Avances y retrocesos. Recuerden que el psicópata es un hábil manipulador, que capta las necesidades del otro, que seduce, que ejerce un poder irracional. No desalentarse ante los resultados magros o los retrocesos. Mientras la familia solicite el asesoramiento, allí estaremos.
- ¿Debemos entrevistarnos con el psicópata? No es necesario. Sé que esta respuesta provocará más de un escozor, de una polémica. Pero después de tener a tantos mentirosos, manipuladores, seductores, amenazadores del otro lado del escritorio he llegado a esa conclusión. Desde luego que los colegas tienen todo el derecho de no privarse de esas experiencias.
Soles oscuros y Sol negro
Tener un enfermo mental en una
familia es muy desgastante. La familia comienza a girar sobre el enfermo. No se
ve nada, no hay herida, una lesión, algo
concreto. Y el paciente tiene esa sintomatología, la angustia, ese extraño
dolor y el familiar contempla. No entiende. Sabe que algo no está bien y que él
muy poco puede hacer.
En la depresión
Cualquiera de ustedes que haya
tenido en su familia un depresivo grave, no un melancólico, ni un pesimista, ni
una persona con un amor no correspondido con la vida, ni un Melancoloide, sino
un depresivo “mayor”, sabrá cuanta energía nos lleva. Ver la angustia, la
soledad de esa persona, ese encerrarse a oscuras, no tolerar ruidos, el llanto permanente, la queja , la ideación
suicida. Tanto desgaste. Tanta impotencia. Llega un momento en que el familiar
se agota tanto que, a veces, se alía a la ideación de suicidio como solución
que tiene el paciente. Por eso ustedes, en algún momento de su práctica, se van a sorprender por
insólitos descuidos que posibilitaron el suicidio del depresivo grave.
Recuerdo el caso de una familia
muy adinerada, cuya madre era una depresiva grave crónica. Varias
internaciones. Varios conatos de suicidio. En una de las interfases y con
motivo de una fiesta religiosa, la albergan en la casa de uno de los hijos. Un
dúplex en el noveno piso. Tenían práctica en cuidar que no esté en contacto con
elementos peligrosos, cuchillos, hojas de afeitar, etcétera. Las ventanas
estaban enrejadas por la presencia de hijos pequeños del dueño de casa, lo que
la hacía más segura para albergar a la paciente. Y la vigilancia permanente.
En un momento la paciente queda
en el piso de arriba y ellas se reúnen en el piso de abajo para brindar. Fue
poco tiempo. Pero el suficiente para que la paciente fuera al baño, abriera la
claraboya y se arrojara al vacío. Un descuido inexplicable, no consciente, no
deseado. Pero muchas veces el agotamiento hace trampas, y facilita lo no
deseado.
He escuchado a familiares de
depresivos llorar por la culpa que sentían de pensar que la muerte era la
solución. Sentían que la vida de ellos también le pertenecía a la depresión,
que también ellos habían perdido gran parte de su calidad de vida, y que nada
se podía hacer para aliviar la crueldad de la angustia depresiva.
Ellos también giraban alrededor
del depresivo, no todos. Siempre era uno, más raramente dos, el que se pega al
sistema de la enfermedad. Los otros, a su manera, acompañaban, o se radiaban
del problema.
Sin embargo la depresión
despierta la pena y el deseo de ayuda por parte del familiar. Luego, con el
cansancio, viene la agresión. Pero el familiar tiene plena conciencia, pasado
un tiempo de la fase, que está frente a un enfermo. Le puede hacer muchos reproches:
falta de voluntad, no apreciar lo que tiene, etcétera, pero sabe que es un
enfermo.
En las neurosis
En el caso de los neuróticos
puede pasar algo similar, con otra forma, otra figura que se dibuja en las
relaciones familiares. El neurótico es demandante, manipulador, agresivo a su
manera, quejoso, caracúlico en ocasiones. Y si es una neurosis grave, también
la familia gira alrededor de ellos. En
algún artículo escribí una experiencia: en plena noche tocan el timbre de mi
casa y se me presenta un cuadro altamente dramático. Una familia acompaña a una
chica de 18 años que yace como desmayada aupada en brazos de su padre. La
madre, el padre, los hermanos, el novio, un vecino. Recuerdo esas caras de
angustia, de desasosiego y los rasgos desfallecientes de la joven. La escena
era digna de un cuadro de Goya o Velásquez, de la música de Wagner. Toda la
familia había dejado todo para socorrerla. Era una histeria. Pero era en esos
momentos en que la histérica generaba estos síntomas tan convocantes, y la
familia corría detrás de ellos. Son manipuladores, pero hay sosiego, etapas de
silencio sintomático, de latencia, en que cada uno puede hacer su vida. Después
de mucho tiempo la familia encuentra
molesto el accionar del neurótico y puede reaccionar agresivamente. Hay
un dejo, en el neurótico, de cosa artificial que el familiar capta. El familiar
hace su vida y paga su cuota por convivir con un neurótico.
Hay neuróticos muy graves y toda
la familia está pendiente de ellos, giran a su alrededor, pero está presente el
concepto de enfermedad.
En las psicosis
En los casos de psicosis, de la
esquizofrenia por ejemplo, un familiar debe ceder su parte de vida para
dedicarse a la misma. Nosotros desde la psiquiatría protestamos cuando
observamos en los hospitales que muchos pacientes crónicos están “depositados”
en los pabellones porque los familiares los han abandonado. Como psiquiatras
protestamos: ¿cómo van a dejar una persona depositada en un hospital? El
director del Hospital Moyano, en un congreso reciente, reconocía que la mitad
de las pacientes internadas se podían ir a sus casas. Y todos los que
trabajamos en pabellones de crónicos sabemos que el ochenta por ciento o más,
no deberían estar internados, que bien podrían estar en sus hogares o al menos en
sistemas de hogares públicos menos estrictos que una internación psiquiátrica.
Pero, desde el punto de vista de la familia, tener una persona con
esquizofrenia, es hipotecar parte de su vida en aras de la enfermedad: no se lo
puede dejar solo, la conducta es imprevisible. Y muchas veces el familiar se
plantea la disyuntiva o él o yo, y apuestan por su calidad de vida y lo dejan
depositado, que el estado se haga cargo. El agotamiento que produce la persona
esquizofrénica es intenso. Pero la enfermedad es patente, casi se palpa, no hay
dudas que se está frente a una enfermedad grave.
En la psicopatía
En el caso de la psicopatía he
observado que se cumple lo que me ha dicho una vez un familiar de un psicópata.
Hace muchos años ya que he dejado de buscar las claves de esta profesión en
libros de idioma inglés, francés o alemán para dedicarme a escuchar que me dice
el paciente, qué me dicen los familiares. No qué me debe decir el paciente, de
acuerdo a lo que leí o traduje, sino qué me dice, qué hace, qué me quiere decir
este paciente. Decía, entonces, que un día un padre de un psicópata me dijo:
doctor, este muchacho me roba la vida. Observen qué profundo es ese sentimiento
y cuánta verdad lleva. Él se daba cuenta que lo absorbía tanto, que la conducta
era tan anormal, tan demandante que el tenía que invertir su vida en el hijo.
Lo que no podía hacer era discriminar, como lo estoy haciendo yo que sintetizo
tantos casos semejantes, que el estaba girando alrededor de un Sol negro. Que
él estaba corriendo como un bombero detrás de un piromaniaco que siempre estaba
un paso adelante, que llevaba la iniciativa. Chocaba los autos (un clásico
entre los marihuaneros), robos de poca monta, drogas, alcohol, manipulaciones,
mentiras, falta de disciplina y constancia en los proyectos, cuando los tenía o
se los imponían. El padre siempre tratando de solucionar los problemas en que
se metía el hijo, de ver cómo se podía solucionar el problema, ilusionándose
con un cambio que nunca se producía. Apostando a que era una etapa alocada de
la juventud de su hijo, que ya iba a “madurar”.
“Doctor, este muchacho, me roba la vida”.
Era un Sol negro.
____
Fuente: http://www.marietan.com.ar/material_psicopatia/el_sol_negro.htm
ISSN 0327-3954 … ISSN 1514-9862
(Internet)
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