Violencia en África: Una Realidad que Dejó de Ser Lejana
Posted on 25. Jan, 2013 by csandoval in Internacional
Las
últimas semanas han estado marcadas por violentos episodios en Malí y
Argelia. Ambas crisis, de distinta naturaleza y desarrollo, tienen sin
embargo un punto en concordancia: el surgimiento de violentos grupos
armados supuestamente ligados a Al –Qaeda liderando las incursiones,
cuestión que ha hecho cundir el pánico en los mandos militares
occidentales, ante el potencial establecimiento de plataformas de
lanzamiento de ataques sobre Europa en los dos vastos países saharianos.
Por Maximiliano Sepúlveda
Malí, vivir bajo amenaza
Desde junio pasado, Malí enfrenta una
aguda crisis política que ha desestabilizado al gobierno institucional
con agudos enfrentamientos entre el ejército regular y milicianos
rebeldes que tomaron por asalto diversas localidades del centro del
país. Los grupos, en su mayoría bandas armadas de las que abundan por el
territorio, obtuvieron la atención de las autoridades por la osadía con
la que se han hecho de pueblos y ciudades en pocas horas, y además por
su relación con grupos islámicos que operan regularmente en Níger,
Mauritania al oeste y Nigeria.
El conflicto escaló durante meses hasta
la captura por parte de las fuerzas insurgentes de la localidad de
Duentza, ubicada a 800 kilómetros al noreste de la capital, Bamako, y
que fue recuperada por el ejército maliense, apoyado por fuerzas
francesas, tras permanecer una semana bajo control rebelde.
Francia, una potencia que se “ensucia”
Las potencias occidentales han asumido
un rol “tras bambalinas”, en los diversos conflictos que han agitado al
continente africano en los últimos meses. Estados Unidos, por ejemplo,
entrega armas y modernos aparatos de comunicación a rebeldes en Libia y
Siria, mas no participa de las operaciones directamente.
Rusia y China, por su parte, tampoco se
empolvan en el Sahara, pero sí prestaron apoyo a Gaddafi en Libia hasta
donde fue posible, y siguen apoyando a Bashar Al Asad en Siria, al que
le han entregado helicópteros de ataque, cuyos proyectiles han arrasado
con la población civil, y abundante munición para mantener a los
rebeldes a raya durante los casi dos años que ha durado la guerra civil
en el país.
Los galos, sin embargo, se han
ennegrecido las uñas involucrándose directamente en los frentes. En
Libia, el portaaviones Charles de Gaulle atravesó el mediterráneo a
vista y paciencia del mundo para instalarse frente a Beghazi, sirviendo
de ariete para las incursiones de los cazabombarderos Rafale, que
atacaron posiciones del ejército del ex gobernante libio hasta las
postrimerías de la revuelta que terminó por costarle el puesto, y la
vida.
En Malí no ha sido demasiado diferente, y
tras el llamado de auxilio de las autoridades del país, el Premier
François Hollande decidió enviar tropas a la zona a apoyar al ejército
regular. Los miedos de París, están en el eventual surgimiento de
enclaves rebeldes permanentes en la zona, ideales para el refugio de
miembros de milicias cercanas al extremismo islámico. La incursión
francesa sigue a buen ritmo y se espera recupere los poblados en manos
de la insurgencia en los próximos días. La acción de Hollande ha
recibido además el respaldo implícito de Estados Unidos, que ha
entregado apoyo a la acción gala, eso sí, sólo facilitando personal
logístico además de sus modernos aviones de transporte C-17, con lo que
el Pentágono simpatiza con la causa y comparte los gastos, sin
intervenir, en una actitud que ya es un sello de la administración
Obama.
Secuestro en Argelia, un desastre perfecto
La crisis de rehenes que sacudió a la ex
colonia francesa la semana pasada, y que llenó páginas en los medios
internacionales terminó en una masacre, con decenas de muertos y un
desenlace que difícilmente podría considerarse positivo. En una rápida
cronología, el 16 de enero pasado, un grupo armado atacó una caravana de
buses que transportaban a trabajadores hacia la planta de gas de
Tigantourine, en el sudeste del país, desde el cercano aeropuerto de
Amenas. El ataque, fue repelido por el batallón armado que acompañaba a
la caravana. Tras el enfrentamiento, el grupo de ataque huyó hacia las
barracas donde dormían los trabajadores de la planta, secuestrando a
alrededor de 40 trabajadores extranjeros, japoneses, norteamericanos,
noruegos, franceses, irlandeses, etcétera. Además de unos 150 obreros
argelinos, los que rápidamente fueron separados de los sin duda más
“valiosos” operarios occidentales. La planta, es administrada por un
consorcio en el que participan, entre otros, una compañía local,
Sonatrach, y la multinacional británica BP, la ingeniería está a cargo
de una empresa nipona y la logística, en manos de la francesa CIS, lo
que explica la numerosa presencia de trabajadores extranjeros.
Los autores, fueron relacionados con
Moltar Belmojtar, rama escindida de Al- Qaeda en el Magreb. El grupo, ya
había participado en el secuestro de tres ciudadanos españoles en
Mauritania en 2009, y actuó en respuesta a la “agresión” francesa en
Malí, que por esos días ya había entregado su espacio aéreo a la
aviación militar gala. Luego de días de confusas informaciones, donde
se habló de escapes y ejecuciones de rehenes, el pasado jueves 17,
unidades de elite del ejército argelino tomaron por asalto la planta. El
resultado: 23 rehenes muertos durante el asalto que se prolongó por dos
días, siete de los cuales fueron ejecutados de un disparo en la cabeza,
y 32 secuestradores muertos.
Las primeras informaciones no ahondaron
en la nacionalidad de los fallecidos, aunque se presume que la mayoría
son extranjeros, ni en si hubo bajas en el comando de asalto, sí se
habla de una incursión considerada inevitable pero desprolija, con
trabajadores desaparecidos, informaciones confusas y un prolongado
intercambio de tiros entre el ejército y los secuestradores, quienes
incluso estuvieron cerca de volar la planta.
Los criminales que asaltaron la planta
de Tigantourine, poseen un largo prontuario de secuestros de
occidentales en el continente y han operado durante décadas en el
territorio sin sensibilizar mayormente a la comunidad internacional.
Sólo su aparente cambio de agenda y nueva cercanía a Al-Qaeda, ha
logrado encender las alarmas en las capitales occidentales.
En una región donde actividades como las
ocurridas en Malí y Argelia son frecuentes, y el desgobierno parece
estar siempre a la vuelta de la esquina, sólo la amenaza del
fundamentalismo ha logrado traspasar el velo que parece separar África
de Europa, donde los destacados futbolistas de color que brillan en las
ligas y los molestos inmigrantes que circulan erráticos por las calles,
parecen ser las únicas preocupaciones de los ciudadanos.
Tragedias como las que asolan a Malí y
Argelia confirman que hay mucho más de que preocuparse, y que el
impredecible Sahara, está mucho más cerca de lo que parece.
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Fuente: http://noticias.rastro.com/?p=8805
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