Nootrópicos: hackeando el cerebro con sintéticos
- Autor: pijamasurf
- Publicación: 09/04/2010 - 11:11 am
La era de la neurocosmética está aquí. Pastillas para mejorar el
rendimiento, la memoria, sincronizar los hemisferios cerebrales,
mantenerse alerta o hasta para tener sueños lúcidos. Pijama Surf
investiga el mundo de las drogas inteligentes, sus beneficios,
consecuencias y la sociedad que las consume.
"La borrachera a veces da
una asombrosa lucidez
en que uno está como si fuera otro.
Estuve ebrio sin beber, tal vez."Fernando Pessoa
“Me tomé un cóctel de nootrópicos con
tres huevos y un vaso de jugo de naranja, me acosté para tomar una
siesta. 45 minutos después me desperté, me puse de pie y me senté en mi
escritorio a trabajar, claro como una campana. Beethoven en el fondo y
luego Mozart y yo era como uno de esos genios matemáticos de la música.
Solo que mi partitura era mi Mac y estaba componiendo mi obra maestra.
Cascadas de colores, diseños armónicos, mensajes subliminales, palabras
luminosas, todo fluía y hacía click como nunca antes”.
Así describe un usuario su experiencia con aniracetam, piracteam e hydergina,
una serie de sustancias que parecen aumentar las capacidades cognitivas
del cerebro humano. Suena bien, demasiado bien. Y no es el único, es
fácil encontrar en Intenet miles de experiencias similares, acaso sin la
euforia descriptiva. Y a diferencia de las drogas como la cocaína o el
MDMA, estas sustancias no parecen tener efectos negativos significativos
sobre la salud y , a diferencia del LSD o la mescalina, permiten
funcionar en ámbitos sociales y laborales. Suena demasiado bien.
La lucidez en una pastilla
Nuestra cultura mediatizada parece
confiar inherentemente en que un agente externo es capaz de otorgarle el
bienestar que por sus propios medios no puede alcanzar. Esto es
característico de una sociedad consumista, que cree casi mágicamente en
la ciencia y en la tecnología y que poco a poco introyecta en su psique
el concepto, o meme, de
que la felicidad, la belleza y ahora la inteligencia son algo que se
puede adquirir con una tarjeta de crédito (y tal vez con un manual de
uso). Suena falso, suena fácil, pero tal vez no esté lejos de la
realidad.
La utilización de agentes externos o
drogas para obtener cierto estado mental es algo recurrente y de todos
sabido en la historia del hombre. Pero solo en los últimos tiempos esta
idea se ha masificado, con el auge de los sintéticos, llegando al
extremo donde incluso se medica a las mascotas deprimidas.
Una sociedad de pill poppers
que parece transferir el control de su destino a una metapastilla.
Quizá una de las últimas muestras relevantes en la cultura es la
película Matrix, esa escena en la que el protagonista, Neo, se enfrenta a la disyuntiva de tomar una pastilla azul o una pastilla roja para definir si permanece en el mundo de la ilusión (la Matrix)
o decide despertar para atravesar el espejo y ver “qué tan hondo va el
agujero del conejo”. Lo interesante de esto es que (además de que una
pastilla parece servir como el cadenero del portal dimensional) en la
película como en el nuevo paradigma, las drogas se vuelven software, un
programa definido para realizar ciertas funciones. Como si no solo
fueran una pastilla sino también un botón (de on) en nuestro cuerpo que activara un nuevo sistema operativo o desactivara otro.
La
tentación es grande, más allá de ensoñaciones cósmicas: la posibilidad
real de mejorar nuestro rendimiento de manera cualitativa y cuantitativa
con la simple ingesta de una pastilla que no produce efectos nefastos.
Cuya cruda, en muchos casos, es menor que la del café o el
tabaco. ¿Quién no tomaría una pastilla como estas antes de un examen
importante, una cita con un inversionista o hasta con una mujer, a
quienes se quiere impresionar?
Esta
es la pregunta que cada vez más está en la cabecera de millones de
personas en el mundo. Los noótropicos o drogas inteligentes (brain enhancers, cogntive drugs)
viven un auge en ciertos sectores de la sociedad y pronto podrían
masificarse como las sustancias que aumentan el desempeño sexual o los
productos de belleza. Tomando así una nueva dimensión neurocosmética y
planteando nuevos paradigmas en los ámbitos intelectuales. Como el
dopaje en el béisbol, la academia podría entrar a la era de los esteroides cerebrales. Y en muchos nichos esto ya es una realidad cotidiana.
En
Silicon Valley, algo como la Florencia de los Médicis pero en el mundo
digital, la automedicación de sustancias que exaltan la proficiencia
mental es un hábito común (iPhones, laptops y modafinil). Michael
Arrington, creador del popular sitio Techcrunch, escribió hace unos
meses un artículo (How Many Silicon Valley Startup Executives Are Hopped Up On Provigil?)
donde discurre en términos bastante positivos sobre el uso del Provigil
(nombre comercial en Estados Unidos del modafinil) entre los ejecutivos
de la meca tecnológica. El mismo ejército de Estados Unidos dio a
conocer que estaba probando el modafinil con pilotos de la Fuerza Aerea,
algo que , como reveló The Guardian, ya hacían los soldados británicos. La revista Wired publicó una carta
en la que un empleado de una compañía de tecnología pedía consejo sobre
una peculiar disyuntiva: acusar a uno de sus compañeros que tomaba
modafinil con su jefe o empezar a tomarlo él también. Pues al parecer el
desempeño de su colega era un poco superlativo y su jefe lo presionaba
para que él también entregara resultados sobresalientes. Un caso
emblemático de lo que sucede en las empresas de alta competencia
interna.
El modafinil, una sustancia desarrollada
para tratar la narcolepsia, es, sin duda, la droga de preferencia en
estos momentos entre quienes buscan ser más productivos, superando al
Adderall y a la Ritalina, algo como la hot new pill que promete
excelentes resultados sin los efectos secundarios de las anfetaminas.
Sin embargo estudios recientes revelan que el zeppelin eufórico de su
benevolencia podría estar por desinflarse, al encontrársele adictiva y
posiblemente tener efectos en la capacidad natural de producir dopamina
del cerebero.
La revista New Yorker pública en su última edición un artículo (Brain Gain), donde se hace una investigación bastante completa con selectos usuarios de sustancias para aumentar la performance del cerebro. Entre ellos, Paul Phillips ,
un exitoso programador vuelto estrella de póker, (y luego jugador
profesional de Scrabble), quien relata su jugosa experiencia utilizando
adderall y luego modafinil para enfrentar largos torneos y beneficiare
de el estado de alerta y aguda observación en el que le colocaba la
sustancia (los esteroides cerebrales no son prohibidos en el póker,
comenta Phillips). Sin embargo, después de un tiempo, Phillips notó que
su cerebro se acostumbraba al fármaco y que tomar más no provocaba una
diferencia. Al dejar el modafinil los síntomas de abstinencia se
hicieron presentes. Difícil saber si Phillips hubiera sido capaz de
conseguir los cientos de miles de dólares que ha ganado jugando póker
sin adderall y modafinil, pero él no se arrepiente, incluso habla de
cómo los habría usado en su época universitaria para devorar libros y
destacarse entre sus congéneres. Algo que, como el mismo artículo
señala, hacen muchos otros estudiantes de prestigiosas universidades.
Por
otro lado, la definición de los nootrópicos es bastante borrosa.
Algunos hablan de sustancias que elevan el rendimiento del cerebro sin
tener efectos secundarios negativos contundentes. Esto dejaría fuera a
las anfetaminas y sus derivados, la sustancia, después del café, más
usada para mejorar o revolucionar el desempeño mental en el siglo
pasado. Entre los usuarios más reconocidos de las anfetas o speed,
en el slang, están Elvis Presley, John F. Kennedy y Adolf Hitler. Y en
un plano específicamente intelectual Jean Paul Sartre, W.H. Auden,
Phillip K. Dick y Jack Kerouac, quienes en cierto momento padecieron su
adicción física y dependencia para escribir.
Las anfetaminas preferidas de su tiempo eran la dexedrina y la benzedrina (tren en el cual se dice Kerouac escribió On the Road,
casi de una sentada, en un frenesí que creó su famoso estilo de la
prosa espontánea sin correcciones). En la actualidad, la ritalina (la
llamada coca de los niños
) y el adderall dominan el mercado, favoritas particularmente de los
estudiantes que buscan mejorar su SAT e ingresar a universidades del Ivy
League y que se someten a sesiones maratónicas de estudio. Sus efectos
secundarios y su formación de dependencia han sido comprobados.
Pero
más que las anfetaminas e incluso el modafinil, hay otras sustancias de
mayor auspicio, algunas de mayor sutileza, sin resultados tan
vehementes, pero tal vez mucho más interesantes para lo que algunos han
llamado, parafraseando a Timothy Leary, el hackeo mental. Entre ellas están los racetams,
los cuales, a diferencia de las anfetaminas que actúan sobre la
dopamina o los antidepresivos, también usados en algunos casos como brain enhancers,
que actúan sobre la serotonina, los racetams tienen efecto sobre la
modulación de los neurotransmisores acetilcolina y el glutamato. El
racetam más conocido y responsable de alguna manera de acuñar el término
“nootrópico” es el piracetam, comercializado como nootropil. El piracetam, a diferencia del Modafinil, parece tener efectos no solo y no tanto en la concentración (mindfulness)
o en la memoria, sino en el pensamiento abstracto y en el flujo
lingüístico, ligándose más a un uso creativo y hasta holístico (según
algunos los racetams sincronzian los hemisferios del cerebro). El
aniracetam es otro racetam, de mayor potencia, que parece ser el
preferido entre los avezados.
Otros nootrópicos populares son la hydergina, la colina y la galantamina. La hidergina
fue desarrollada por el Dr. Albert Hoffman, el creador del LSD, en los
laboratorios de Sandoz, en Suiza. Al igual que el LSD, la hidergina
proviene del ergot y su nombre químico es Ergoloid mesylates.
Se desarrolló, al igual que otros nootrópicos, para tratar padecimientos
de demencia senil como el Alzheimer. Algunos estudios muestran efectos
prometedores en el proceso de anti-envejecimiento de las nueronas. En
Japón, el nootrópico más popular es el nicergoline, el cual parecer ser similar a la hydergina, pero con mayor potencia.
La colina
(química) es el nootrópico de preferencia para tomar con otras
sustancias y aumentar su efecto. Su venta no requiere de receta (se
puede adquirir como Alpha GPS en cualquier tienda de vitaminas) ya que
se le considera un suplemento alimenticio. Estudios en ratas
demuestra resultados positivos en pruebas de memoria y en la capacidad
de realizar ciertas tareas motrices, incluso en generaciones siguientes .
La galantamina, también desarrollada para el tratamaniento del Alzheimer y de extracción natural (Lycoris radiata),
se ha vuelto popular particularmente como una sustancia que permite
recordar mejor los sueños. Es generalmente la sustancia activa dentro de
las populares pastillas para tener sueños lúcidos que se venden en Internet.
Tal vez los nootrópicos que más prometen son los ampakines,
el más nuevo y flamante grupo de compuestos en la familia índigo de las
drogas inteligentes. Se encuentran apenas en estado de prueba y son
sumamente difíciles de conseguir (además de caros).
Los ampakines toman su nombre por su interacción con los receptores
AMPA del glutamato, su activación de los receptores AMPA es mucho más
fuerte que la de los racetams. Estudios científicos
ofrecen resultados prometedores de sus beneficios mnemónicos y en el
proceso de revertir el envejecimiento. En la actualidad DARPA investiga
sus beneficios en efectividad militar. La farmacéutica Cortex se
encuentra desarrollando ampakines, muchos de los cuales aún tienen
nombres como de galaxias o aviones —CX-1739, por ejemplo. Los ampakines
podrían ser la primera piedra en el camino al “resplandor de una mente
eterna con recuerdos”.
Aunque los nootrópicos
no han salido de una etapa beta y queda mucho por descubrir y comprobar
científicamente, el boom de las neurociencias —al igual que, en su
campo de estudio, la biología en la última década del siglo pasado— se
encuentra cerca de producir un mapa del cerebro, una especie de neuroma
humano, donde se atisba la exégesis del texto constitutivo del cerebro,
lo cual permitiría leer la mente y hasta grabar los sueños y
explicar por fin el insondable misterio del pensamiento, el átomo de la
inteligencia, lo cual va perfectamente acompañado del desarrollo de
nuevas sustancias que no solo sean capaces de curar enfermedades como el
Parkinson, el Alzheimmer o el TDAH*, sino también maximicen las
capacidad del ser humano y conquisten su propia naturaleza. Es el
terreno del autodiseño y la autoprogramación. A un lado también se
encuentra el transhumanismo y el uso de la nanotecnología para extender
la vida y optimizarla. La zona de la ciencia ficción y de pioneros como Ray Kurzweil
(quien vaticina la llegada de la inteligencia inmortal poco después del
2030. Necesariamente la zona de una nueva ética humana que defina el
uso de los nootrópicos en ámbitos laborales o intelectuales y hasta qué
punto el acceso a estas sustancias (que probablemente se fusionarán con
la nanotecnología) estará dictado por el capital económico o el poder
militar. O para algunos, desde la bioética y la religión, hasta qué
punto es válido alterar nuestras capacidades innatas si no padecemos una
enfermedad que necesite curarse.
Por
lo pronto la posibilidad es real. En México, por ejemplo, es fácil ir a
cualquier farmacia y comprar un arsenal de nootrópicos sin receta
médica. Pero si bien en algunos casos los resultados son innegables (aun
con los estudios a largo plazo incompletos), queda la pregunta
individudal de qué tan inteligente es tomar drogas inteligentes.
¿Tomar o no tomar la pastilla? Esa es la cuestión que acecha en el laberinto del futuro de la mente humana.
RECURSOS:
Adderall
Ampakines
The future of memory
OTRAS ALTERNATIVAS:
__________________
*) En la versión original, aparece el acrónimo "ADAH", siglas en inglés correspondientes al "TDAH", Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad.
__________________
Fuente: http://pijamasurf.com/2010/04/nootropicos-hackeando-el-cerebro-con-sinteticos/
No hay comentarios :
Publicar un comentario