El psiquiatra que "descubrió" el TDAH confesó antes de morir que "es una enfermedad ficticia"
23 de mayo de 2013 | 08:12 CET
A la psiquiatría hace tiempo que se le ve el plumero. Son tantas las
enfermedades y trastornos que se describen en sus manuales que hoy en
día lo raro es no tener nada. Después de hacer saltar las alarmas al incluir las rabietas en el último Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM, la biblia de los psiquiatras) y después de ver como el gobierno estadounidense declara en un informe que 1 de cada 5 niños tiene un trastorno de salud mental,
cifras que parecen un insulto al sentido común de la población, porque
es imposible que tantos niños estén mentalmente enfermos, aparecen unas
declaraciones de Leon Eisenberg, el psiquiatra que “descubrió” el TDAH, que no dejan indiferente a nadie que viva o trabaje con niños.
El semanario alemán Der Spiegel, en un artículo en que ponía en relieve el aumento de enfermedades mentales en la población alemana, explicó que Eisenberg dijo, siete meses antes de morir, cuando contaba ya con 87 años, que “el TDAH es un ejemplo de enfermedad ficticia”.
Los inicios del TDAH
Los primeros intentos por tratar de explicar que había niños con TDAH
sucedieron en 1935. Por aquellos tiempos, los médicos habían tratado
por primera vez a niños de primaria con un carácter inquieto y con
dificultad para concentrarse en lo que se les pedía, bajo el diagnóstico
de síndrome post-encefálico. Fue un intento que no cuajó porque claro, la mayoría de esos niños nunca habían tenido encefalitis.
En los años sesenta apareció el protagonista de nuestra historia,
Leon Eisenberg, quien volvió a hablar de dicha enfermedad, pero esta vez
con otro nombre, “reacción hipercinética de la infancia”.
Bajo dicho diagnóstico pudo tratar a alumnos difíciles, probando
diferentes psicofármacos con ellos. Empezó con dextroanfetamina y luego
utilizó el metilfenidato, droga con la que consiguió su
objetivo y que hoy en día prevalece como tratamiento de elección: los
niños enérgicos se transformaban en niños dóciles.
En el año 1968 se incluyó la “reacción hipercinética de la infancia” en el Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM) y desde entonces forma parte de dicho manual, sólo que ahora recibe el conocido nombre de Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El logro de Eisenberg y sus colaboradores fue conseguir que la gente creyera que el TDAH
tiene causas genéticas, que es una enfermedad con la que se nace. Él
mismo dijo, junto con las palabras en que decía que era una enfermedad
inventada, que la idea de que un niño tenga TDAH (entendemos que la idea de que un niño sea muy movido y sea un alumno problemático) desde el nacimiento estaba sobrevalorada.
Sin embargo, al conseguir que esto calara en la población y en los
padres, el sentimiento de culpa desaparece, los padres se sienten
aliviados porque el niño ha nacido así y el tratamiento es menos
cuestionable. En 1993 se vendieron en las farmacias alemanas 34 kg de
metilfenidato (*) . En el año 2011 se vendieron 1.760 kg.
El conocido psiquiatra, que llegó a hacerse cargo de la gestión del
servicio de psiquiatría en el prestigioso Hospital General de
Massachusetts en Boston, donde fue reconocido como uno de los más
famosos profesionales de la neurología y de la psiquiatría del mundo,
decidió confesar la verdad meses antes de morir afectado de un cáncer de próstata, añadiendo que lo
que debería hacer un psiquiatra infantil es tratar de determinar las
razones psicosociales que pueden producir problemas de conducta.
Ver si hay problemas con los padres, si hay discusiones en la familia,
si los padres están juntos o separados, si hay problemas con la escuela,
si al niño le cuesta adaptarse, por qué le cuesta, etc. A todo esto
añadió que, lógicamente, esto lleva un tiempo, un trabajo y acompañado
de un suspiro concluyó: “prescribir una pastilla contra el TDAH es mucho más rápido” (a lo que yo añadiría “y mucho más ventajoso para el negocio de la psiquiatría”).
El negocio de la psiquiatría
Como he dicho al principio de la entrada parece que la psiquiatría
es un monstruo capaz de llevarse cualquier cosa por delante, con un
hambre voraz, que no se detiene y que hará todo lo posible por
tratar de conseguir que toda persona sana acabe tomando una u otra
medicación para tratar su (no) enfermedad. Se les ve el
plumero, y una prueba más de ello es que ya existe la próxima enfermedad
que será difundida por toda la infancia: el trastorno bipolar o enfermedad maníaco-depresiva.
Hasta los años noventa era una afección desconocida en los niños.
Ahora ya es uno de los diagnósticos más frecuentes en psiquiatría
infantil, hasta el punto que las visitas por este trastorno se han
multiplicado por 40 en menos de diez años, siendo muchos de los
“enfermos” niños de dos y tres años.
Uno de los responsables de la llegada del trastorno bipolar a EE.UU.
es el psiquiatra Joseph Biederman, que lleva años haciendo estudios y
conferencias sobre el tema y que recibió 1,6 millones de dólares
entre el año 2000 y el 2007, procedentes de las farmacéuticas que
fabricaron los medicamentos para dicho trastorno, al parecer para
dedicarlos a seguir investigando la enfermedad.
Pero esto no es todo. Para conocer el alcance real del negocio de la
psiquiatría, para ver hasta qué punto se inventan las enfermedades para
luego poder dar los fármacos que ya existen, un estudio realizado por la psicóloga estadounidense Lisa Cosgrove reveló que, de los 170 miembros del grupo de trabajo del DSM
(Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), es
decir, los que hacen el manual de psiquiatría de referencia mundial, 95 (el 56%) tenía una o más relaciones financieras con las empresas de la Industria Farmacéutica.
¿Existe el TDAH?
Yo no sé si existe o no existe (y eso que el que la inventó dice que
no), ni tampoco me toca a mí responder a esta pregunta, sin embargo
estoy seguro de que son muchos los niños diagnosticados cuyo único
pecado ha sido ser demasiado movidos, o ser demasiado insistentes a la
hora de demandar de sus padres un poco más de atención. Ya hace más de
dos años os ofrecí dos entradas en las que explicaba cómo se diagnostica el TDAH, para que vierais que no existe ninguna prueba diagnóstica de ningún tipo que determine que un niño tiene el mencionado trastorno.
Todo se hace en base a la observación y en base al cumplimiento o no de
unos criterios o parámetros que los niños normales deben hacer.
Ahora bien, ¿qué es ser normal? Krishnamurti dijo que “no es signo de buena salud el estar bien adaptado a una sociedad profundamente enferma”,
así que quién sabe, quizás los niños que se rebelan ante el intento de
domesticarles, aquellos que no soportan estar sentados escuchando cosas
que no les interesan, aquellos que preferirían poder decidir qué hacer
en sus vidas en todo momento, aquellos que quieren probarlo todo y no
dejarse nada, quizás sean al fin y al cabo los más cuerdos.
No digo que ninguno de estos niños no tengan nada. No digo que no
necesiten ayuda, porque es muy probable que muchos de ellos tengan
muchos problemas, pero nunca he creído en la existencia de un trastorno que afecte al 10% de los niños y mucho menos he creído en la cura milagrosa del metilfenidato (*), porque si bien los niños cambian su comportamiento, los problemas que hicieron que el niño funcionara de un modo no aceptado siguen ahí.
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*) Véanse también: "El metilfenidato -la cocaína de los niños- es un asunto de salud pública"
"Los efectos nocivos de los psicofármacos"
Fuente: http://www.bebesymas.com/salud-infantil/el-psiquiatra-que-descubrio-el-tdah-confeso-antes-de-morir-que-es-una-enfermedad-ficticia