DISCERE
Educar en una sociedad
violenta y consumista
- Petra Llamas García
petrallamasgarcia@hotmail.com
Twitter: @petrallamas
“Nuestra
sociedad la hemos formado con nuestra falta de espíritu; es como si nos la
mereciésemos”.
Charles Bukowski
Charles Bukowski
2014-10-21
Aguascalientes, México.- Los papás de niños
pequeños no lo tienen nada fácil. La sociedad en la que les está tocando vivir
está enferma y todos sabemos que el entorno es muy importante en la educación.
Es una sociedad en la que la tecnología lo invade todo, aislando a los
individuos e impidiéndoles una sana relación con los demás. Por su parte, los
medios de comunicación son más fuertes que nunca y asumen papeles que no les
corresponde, como el de educadores, investigadores o jueces. Es una sociedad
violenta, consumista, irreverente y con una escala de valores invertida, donde
el tener ocupa un lugar preponderante en detrimento del ser.
Una de las características más sobresaliente es la violencia
que nos rodea. Violencia que muchas veces tiene su origen en las familias, que
se manifiesta en las escuelas y más adelante pasará a las calles o al trabajo.
Violencia que otras veces se origina en el tráfico y consumo de drogas; las
luchas de poder entre bandas del crimen organizado impactan cada vez más en la
sociedad civil, imponiéndoles la cultura de la muerte como un estilo de vida.
Violencia de las guerras que los medios transmiten como si de una película se
tratara, sin importar la crueldad de las imágenes ni la perturbación que
provocan en los espectadores.
Violencia a través de la miseria y la muerte por enfermedades tercermundistas como el ébola, que sólo inquietan cuando llegan a países desarrollados. Las televisoras se pasean por sus ciudades grabando a los enfermos y muertos tirados en las calles, para luego transmitir los reportajes como una hazaña periodística y sin que dicha televisora haga nada por ayudarlos. Violencia en las noticias, en películas o en la publicidad. Violencia activa o pasiva en todas y cada una de las relaciones humanas.
Es como si las personas hubieran perdido su capacidad de
diálogo y sólo se comunicaran a través de la agresión. Lógicamente es muy
difícil que en un entorno tan violento se pueda enseñar a los niños a gestionar
los conflictos de manera pacífica y es más difícil aún porque no existen muchos
referentes positivos a los que ellos puedan imitar. En este rubro los padres
tienen mucho trabajo por hacer y su propia actuación debe ser siempre ejemplar,
evitando al máximo las conductas violentas dentro y fuera del hogar.
La otra característica sobresaliente de esta sociedad
violenta y enferma es el consumismo y la superficialidad que conlleva. Los
padres tienen que poner mucha atención al asunto porque es posible que lo estén
fomentando sin pretenderlo y posteriormente lo notarán al observar el vacío
existencial que provoca tener cosas y no valorarlas porque van a vivir con la
insatisfacción de un eterno deseo por lo que aún no poseen. Ese deseo de bienes
innecesarios les proporcionará una seguridad temporal que parecen no poder
obtener de otra manera.
El complejo de culpa, el cansancio, el tiempo que se
escatima a los hijos o simplemente un amor mal entendido hacen que muchos
padres traten de compensarlo con cosas y de esta manera ellos aprenden desde
niños que las cosas pueden ser un premio si lo tienen o un castigo cuando no lo
poseen. Cosas que acaban por aburrirlos y que abandonan casi de inmediato para
pedir algo nuevo. Una conducta que aprenden y repetirán en el futuro. En
realidad ningún bien material compensará las carencias afectivas o la atención
de los padres.
Actividades como pasear con los hijos por un centro
comercial atrae más que hacerlo por un parque y los expertos se han encargado
de que así sea. Han diseñado ambientes seductores y vanguardistas con un clima
fresco y olores agradables y con productos que parecen obras de arte,
presentados impecablemente, siguiendo al pie de la letra los cánones del
neuromarketing.
No es de extrañar entonces que, teniendo a su alcance tantos
objetos atractivos, les pidan con o sin berrinche que les compren algo y que
ellos mismos aprendan a comprar sin necesitarlo. Posteriormente también
aprenderán a presumirlo en las redes sociales y de esta manera darse una importancia
que parece que no tienen sin el producto o la marca de moda.
Cuando esos niños crezcan ya tendrán asumido que valen en la
medida en que les dan cosas y de la misma manera tratarán de comprar el amor de
los demás como lo hicieron con ellos. Las relaciones afectivas serán como una
cosa más y les provocarán la misma insatisfacción porque serán igual de
efímeras. Se convertirán en unos eternos insatisfechos que buscarán poseer cada
vez más hasta sentir finalmente un vacío que no podrá llenarse con nada.
La violencia y el consumismo no son los únicos elementos que
actualmente interfieren con la educación de los hijos, sin embargo son los más
notorios y para neutralizarlos tendrán que dedicarles más tiempo y enseñarles
la importancia del diálogo y la comunicación para que, a su vez, aprendan a
escuchar y entender a los demás. Enseñarlos a tener criterio ante la influencia
de los medios y sobre todo darles mucho amor en vez de cosas, para hacerles
sentir que valen por sí mismos y que así se les quiere, sin necesidad de darles
nada. Ése sería el mejor antídoto y el regalo más valiosos.
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Fuente:
http://www.desdelared.com.mx/guiadesde/notas/2014/03-notas/1021-petra-6583037667.html
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