FUNDAMERCED

miércoles, 15 de enero de 2014

Qué debemos hacer para que nuestros niños crezcan como miembros útiles a la sociedad?

¿Qué debemos hacer para que nuestros niños crezcan como miembros útiles a la sociedad? 

 Por FUNDAMERCED 

    El Generalísimo Francisco de Miranda, cuándo era entregado a los realistas por los propios patriotas, tras capitular ante Monteverde, sólo acertó a exclamar: “Venezuela es puro bochinche, puro bochinche (…); es como un cuero seco, lo pisas de un lado, y se levanta por otro…” 

       Traigo a colación esta anécdota por cuanto principiamos por enfocar nuestra atención en el fenómeno del bullying, o violencia escolar; indagamos, investigamos y llegamos a un punto en el cual percibimos la necesidad de implementar de algún modo un régimen disciplinario que nos permitiese inculcar en los futuros miembros de la sociedad, aquellas pautas culturales que a modo de competencias nos permitirían someter a los estudiantes a un proceso de socialización que los convirtiese ulteriormente en seres probos y útiles a sí mismos y a la sociedad. Este era el propósito de Simón Rodríguez, el Maestro de nuestro Libertador Simón Bolívar, formar ciudadanos pensantes y que se gobernasen a sí mismos: “Un hombre que conozca sus derechos y cumpla sus deberes, sin que sea menester forzarlo ni engañarlo.” Y a este fin está dirigida la consecución de “moral” y “luces”, regidas por la disciplina, qué es el orgullo de los hombres libres. 

      Empero, el clima de violencia se recrudecía cada día más, y se diversificaba y hasta se tornaba más refractario. Bajo tales circunstancias, advertimos que la población carcelaria no estaba siendo resocializada, quizás producto de un tratado internacional: A los reclusos sólo se les debe dotar de alojamiento, alimentación, servicios médico-odontológicos y preservárseles sus derechos fundamentales como seres humanos.

   Teníamos así entonces que los escolares no estaban sometidos a proceso de “socialización” y que quienes estaban tras las rejas tampoco eran sometidos a proceso de “resocialización”. 

      Visto desde una perspectiva funcionalista, todo ente social debe inculcar a los futuros miembros de la sociedad cuáles son las pautas en cuya virtud habrá de desenvolverse socialmente, so pena de “corregirlo” cuándo su comportamiento manifiesto vulnere o sea contrario a esas pautas así inculcadas; y funcionalmente es de suyo necesario ejecutar ese proceso no tanto para preservar la existencia de la sociedad como ente, sino para garantizar la existencia de la coexistencia social y la convivencia social pacífica de todos y de cada uno de los miembros de la sociedad. En consecuencia, siendo inexistentes o deficientes uno u otro mecanismo, tampoco podría ejercerse control social alguno: ¿Cómo disuadimos a nadie para que ajuste a la Ley su propio comportamiento manifiesto, sí no son corregidos ni sancionados quienes transgreden las pautas socio-culturales socialmente aceptables? ¿Cómo lo disuadimos sí impera la impunidad y cada quién actúa a su libre arbitrio? 

   Recientemente el Presidente Nicolás Maduro preguntó: ¿Qué debemos hacer para que los niños crezcan como miembros útiles a la sociedad? 

     Para responder a grosso modo esa interrogante debemos recordar primeramente que la sociedad es como una especie de sistema, como una máquina. Posee innumerables engranajes que interactúan unos sobre otros al unísono, para así cumplir o alcanzar su objeto. Uno de tales mecanismos es la uniformidad y homogeneidad de comportamiento, que conferiría cohesión social; y de allí que podamos distinguir entre culturas dominantes y subculturas, entre las cuales se cuentan las subculturas delincuentes, así como las subculturas de otras especies de comunidades, cómo lo podrían ser las de los gays, los pedófilos pederastas, etc.; desafortunadamente, la dominante es aquella que impondrá cuáles serán las pautas socio-culturales socialmente aceptables, y será dominante por cuánto estará conformada por el mayor número de miembros: En esa sociedad en particular, todos deberán adecuarse a las pautas de esa mayoría; y no nos referimos sólo a personas de carne y hueso; nos referimos igualmente a instituciones, a estilos de vida, modo de comportarse en público; en fin, nos referimos a la cultura en general: A que edad casarse, con quién casarse, sí hombre con hombre, humano con animal, etc.; pero también determinará el grado de responsabilidad de cada quién con las consecuencias de sus propios actos. Ya vimos que la permisividad acarrea graves consecuencias, y que la tolerancia y la resignación bañan de sangre innumerables hogares, destruyéndonos socialmente.

    ¿Qué debemos hacer para que nuestros niños crezcan como miembros útiles a la sociedad? Inculcarles competencias para vivir en sociedad, disciplinándolos, preparándolos para que en un futuro sirvan como relevos en alguna de las funciones requeridas socialmente en nuestra sociedad y asegurarles que en ese futuro tendrán un puesto a ocupar en esa sociedad: Los índices económicos son una entelequia; debemos asegurarles la existencia de puestos de trabajo pero en las industrias y en el campo agropecuario, en los sectores primario y secundario; cualquiera puede colocar un tarantín, revender mercancías y ganarse el sustento, pero así no se construye ni se mantiene un país, con mercachifles.

    Mientras tanto, efectuar algunas modificaciones y ajustes al sistema de justicia: Quién delinca debe ser sometido a resocialización, y rehabilitarlo socialmente antes de reinsertarlo socialmente, propiciando que obtenga pericia en algún oficio u ocupación para que así pueda procurarse su propio sustento; quién delinca debe ser sometido a resocialización, y para rehabilitarlo debe haber internalizado previamente cuáles son las pautas de comportamiento por las cuáles habrá de conducirse en lo sucesivo; quién delinca, no podrá ser asistido gratuitamente en su defensa, a no ser que carezca de medios económicos para pagar su propia defensa, es absurdo que delincan consuetudinariamente y que cada vez que delinca sea defendido a costa del resto de los ciudadanos; quién delinca, habrá de ser sometido a estricto control y supervisión por parte del sistema judicial, para así asegurar y garantizar que su comportamiento manifiesto está ajustado a derecho y que gana honestamente su propio sustento. Vigilarlo, para así proteger al resto de los miembros de la sociedad. 

   Mientras tanto, igualmente, garantizar el libre desenvolvimiento del resto de los ciudadanos: Que podamos deambular libremente por las calles a cualquier hora, sin riesgo a ser víctimas del hampa; abordar cualquier transporte público, sin riesgo a ser víctima del hampa; transitar por cualquier carretera a cualquier hora, sin riesgo a ser víctima del hampa; acudir a los templos, parques o cualquier sitio de recreación o esparcimiento, sin temor a ser víctima del hampa; en fin, que el Estado sea garante de la existencia de las condiciones de todo Estado de Derecho las 24 horas del día los 365 días del año: 
       
        Que los Tribunales funcionen las 24 horas del día los 365 días del año, sin tregua, sin vacaciones, sin reposo: El hampa actúa las 24 horas del día los 365 días del año. Que el Ministerio Público funcione las 24 horas del día los 365 días del año, sin tregua, sin vacaciones, sin reposo: El hampa actúa las 24 horas del día los 365 días del año. Que los cuerpos policiales y de seguridad pública funcionen las 24 horas del día los 365 días del año, sin tregua, sin vacaciones, sin reposo: El hampa actúa las 24 horas del día los 365 días del año. 

       ¿Qué debemos hacer para que nuestros niños crezcan como miembros útiles a la sociedad? Modificar los estímulos que hasta ahora hemos utilizado para incentivarlos, así como modificar las recompensas que hasta ahora hemos fomentado: El dinero, el placer, la frivolidad, la chabacanería. Debemos modificar igualmente los referentes culturales, puesto que endiosamos la belleza plástica, la obtención de bienes materiales y la egolatría. Debemos erigirnos en modelo de aquello que deseamos obtener: Controlar nuestras emociones e impulsos instintivos, reprimiéndolos en aras de la coexistencia y la convivencia social; comunicarnos pacíficamente, para que las interrelaciones sociales fluyan con armonía; respetar la Ley, y vivir con virtud y honor. Sólo así, una vez que hayamos obtenido coherencia social, en nuestra sociedad imperará el sosiego, y quizás la paz y el orden. 

_____

No hay comentarios :

Publicar un comentario