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jueves, 23 de enero de 2014

Corteza orbitofrontal y las emociones sociales




LAS EMOCIONES SOCIALES PUEDEN SURGIR EN LA CORTEZA ORBITOFRONTAL

Patricia Moren




Las emociones no se emplazan en una sola parte del cerebro, aunque algunas son más importantes en el inicio del cambio emocional, como las amígdalas cerebrales en relación al miedo y la corteza orbitofrontal en emociones sociales como los celos, la culpa, el orgullo, el amor o la vergüenza. De todo ello ha hablado el neurólogo Ralph Adolphs, quien está convencido de que, con esfuerzo, podemos llegar a dominar nuestra mente.
Las emociones no se emplazan en una única estructura del cerebro, aunque hay algunas más importantes que otras en el inicio del cambio emocional.
El cambio incide en el cerebro y éste, una vez que se ha iniciado, lo puede registrar a modo de sentimiento. Es la experiencia consciente de las emociones. Sobre ellas y su relación con la mente ha hablado Ralph Adolphs, profesor del Departamento de Neurología de la Universidad de Iowa (Estados Unidos). Este experto es uno de los autores del libro "Emoción y conocimiento: La evolución del cerebro y la inteligencia", publicado por Tusquets y la Fundación La Caixa.
Adolphs está convencido de que las emociones, lejos de dominarnos, se pueden autorregular. Prueba de ello es que los cirujanos son capaces de intervenir a un paciente aparcando sus emociones en tanto dure el procedimiento quirúrgico. Según estudios de Jesús Pujol, de la Universidad de Barcelona, la autorregulación de las emociones depende de la maduración de la corteza prefrontal, una región del cerebro que madura tarde en la vida y que puede inhibir y regular la actividad de la amígdala, estudiada por Adolphs.
En sus trabajos ha analizado la actividad cerebral de los pacientes neurológicos con lesiones mediante resonancia magnética, y ha estudiado las miniestructuras cerebrales implicadas en el inicio del cambio emocional: la amígdala, la corteza orbitofrontal, el estrato ventral o las regiones corticales del hemisferio derecho del cerebro.
En estudios animales se ha constatado que las estructuras del estrato ventral son importantes para procesar las emociones relacionadas con las recompensas y motivaciones positivas.
Los trabajos de Adolphs han comprobado que la amígdala se relaciona con emociones primarias como el miedo frente a todos aquellos estímulos que tienen que ver con situaciones amenazadoras o peligros potenciales del entorno.


¿Sólo de humanos?
        En cambio, la corteza orbitofronal estaría asociada con una clase de emociones, las emociones sociales, particularmente desarrolladas en los seres humanos, como la vergüenza, la culpa, la lástima, el orgullo y también el amor. Todas ellas son muy complejas y parecen casi exclusivas del ser humano. ¿Pueden sentirlas los animales?
Los perros pueden sentir algo parecido a la culpa, dice Adolphs, mientras que los mamíferos inferiores no pueden.
El investigador Michael Tomaselo ha sugerido, según recordó Adolphs, que la capacidad de generar una cultura depende de la capacidad básica de sentir empatía hacia otras personas. Desde el punto de vista social, los simios son los animales que parecen comportarse de un modo más similar a las personas y, aunque de forma rudimentaria, podrían tener algún tipo de cultura.
"La inteligencia humana surgió a raíz de esta capacidad básica de ponernos en la piel de otra persona. Toda nuestra comunicación social y el lenguaje cumplen con este cometido", según Adolphs. Parece que las mujeres podrían tener más desarrollada esta capacidad de empatía y la inteligencia emocional o social. Aunque es difícil definirla, "es aquélla que nos permite percibir cómo se sienten los demás y expresar sentimientos o pensamientos que regulan la interacción social con los otros".

La mujer, más empática
Es obvio que existen diferencias en el modo de sentir y procesar las emociones entre hombres y mujeres. A este respecto, la pregunta más difícil de responder hoy es si dichas diferencias son fruto de condicionantes genéticos o influencias culturales. El neurólogo Ralph Adolphs reconoce que ambos aspectos son importantes, pero, al hablar de las diferencias innatas entre ambos sexos, recuerda que el hombre tiene mayor volumen cerebral y las mujeres presentan una asimetría diferente en los hemisferios izquierdo y derecho. Cuando responden a cuestionarios, es cierto que las mujeres parecen más sensibles a la situación emocional de otras personas en comparación con los hombres. Aunque la realidad sea más compleja y esta afirmación no se pueda extrapolar a todo el género femenino, de entrada las mujeres serían más empáticas que los hombres y tendrían una mayor inteligencia social o emocional que éstos.
El investigador David Skuse, que ha estudiado el síndrome de Turner, una enfermedad genética en que los afectados presentan más copias del cromosoma X -más incluso que las mujeres-, habría observado que los individuos con este síndrome presentan más inteligencia social que las mujeres y los hombres, según ha referido Adolphs.


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Fuente: http://www.el-esceptico.org/leer.php?id=1571&autor=257&tema=13
URL: Diario Médico http://www.diariomedico.com/

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