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domingo, 3 de noviembre de 2013

Escuelas de la calle educan a los pobres en Dakar





Las escuelas de la calle educan a los pobres en Dakar

Escuela en Dakar (Senegal)
© SOS Children/afrol News
Misanet / IPS - En el corazón de la zona de chabolas de Dakar, conocida como Khadimou Rassoul, donde viven unas 1.200 personas soportando las peores condiciones, Seydou Nourou Tall, de 28 años, ha actuado como "facilitador" durante los últimos siete años. 
    Su pequeña chabola construída con placas metálicas es al mismo tiempo un aula y un jardín infantil, desde que algunos de sus alumnos tienen más de cinco años. Los chicos acuden a sus clases hasta la edad de los seis años, cuando pueden comenzar la enseñanza en un colegio "oficial". "Cada año registramos más niños que son lo suficientemente mayores para acudir a las escuelas vecinas", cuenta Seydou a IPS.

     Al principio, establecimientos de este tipo fueron denominados "escuelas de la calle". Ofrecían programas poco estructurados y organizados por los propios habitantes de la zona para proveer alguna instrucción básica en las propias calles. Poco a poco, estos programas consiguieron encontrar algunos espacios para llevarse a cabo. Son los que ahora se conocen como "escuelas de la esquinas" (FCRs).

    Aproximadamente a unos diez metros de la escuela de Seydou se encuentra otra de estas escuelas, mejor construída y patrocinada, donde se cuenta con un mayor número de personal.

    Awa Diaw, de 26 años, es una de las que trabajan en ella. Imparte clases de enseñanza adicional para niños con dificultades que acuden a las escuelas oficiales, pero que necesitan una ayuda extra en materias como aritmética o idioma (francés o árabe).

     Awa también imparte clases a nivel de pre-escolar para niños de cinco y seis años, que están a punto de comenzar su enseñanza oficial. "La educación es el futuro de estos niños. Esa es la razón por la que me ofrezco para ayudar a estos niños de la calle y a otros que son provados de una educación adecuada", explica Awa.

      Estas escuelas callejeras son organizadas de acuerdo a las necesidades de la comunidad. A menudo, es un propio grupo el que organiza su propia escuela, solicitando para ello alguna ayuda a grupos vecinos, comité y ONGs que les proporcionan detalles sobre cómo conseguir profesores y voluntarios para llevar a cabo el proyecto.

    La jerga utilizada aquí es diferente a la de las escuelas tradicionales: el "profesor" se llama "facilitador" y los "alumnos" son los "pupilos". Estas denominaciones indican el tipo de ideología de las escuelas de la calle, en comparación al sistema de las escuelas públicas o privadas.

     "En una escuela de la calle, el profesor es precisamente un facilitador y los alumnos no esperan recibir de una forma pasiva los conocimientos académicos tradicionales por parte de un profesor superior. Los estudiantes están aquí para dar sus primeros en la vida", explica Oumar Tandian, encargado de asuntos sociales en las chabolas para la ONG Enda Third-World.

      ''Se establece una relación muy especial entre lso facilitadores y los estudiantes. Es una relación de amistad que abarca y se llega a involucrar en el desarrollo social y económico", añade.

      Estos facilitadores proceden generalmente de los mismos ambientes que los niños y son de todas las edades y condiciones, incluyendo académicos, titulados superiores y gente ya retirada profesionalmente. "Estos que vienen a convertirse en profesores en estos barrios pobres son precisamente buenos samaritanos que quieren ayudar a otras personas", explica Tandian.

    Cerca de la zona de chabolas de Khadimou Rassoul se encuentra Tolbiac Street, la principal zona comercial y una de las calles con más vida de todo Dakar. En el escaparate de un pequeño garage situado justo en el centro de toda la actividad comercial se puede leer "Las escuelas de la calle ayudan a los niños". Dentro, se pueden ver dos pequeños bancos, algunos estantes con unos pocos libros muy usados y cajas llenas de tizas.
Escuelas de la calle en Senegal

    Amadou Yacan Mbaye es ahora el ocupante ilegal de este local, que un amigo le prestó hace unos diez años. Amadou dirige una biblioteca y una "escuela" para que la gente acuda a recibir clases. Antes de abrir este local y comenzar a trabajar como facilitador, Mbaye era marinero y viajó por todo el mundo. Durante sus largos viajes llegó a entender que "no puedes llegar muy lejos en tu vida sin una educación". 

   "Vivimos en una sociedad donde el analfabetismo está en ascenso y el gobierno no puede solucionar las necesidades educativas de la población ni siquiera cuando los propios niños están motivados por aprender. Esto fue lo que me llevó a poner en marcha este proyecto", explica Amadou.

   Amadou ha hecho cuatro grandes pizarras, pintadas del mismo color de las paredes de su garage al aire libre. En las pizarras, que son utilizadas con gran respeto por los estudiantes, se puede leer todavía la lección de ayer: letras del alfabeto francés transcritas al árabe y algunos problemas aritméticos.

    Durante el día, Tolbiac Street no es solamente un lugar lleno de actividad, sino también un lugar donde los sentidos están constantemente asaltados. Los caprichos climáticos, los malos olores, el incesante ruido del tráfico y lo numerosos comerciantes son parte del espectáculo. Por la tarde, Tolbiac Street llega a la calma y se convierte en una zona tranquila. Es entonces cuando llega la hora para los estudiantes.

     Bajo las estrellas, docenas de jóvenes y adultos se sientan en grupos alrededor de las cuatro pizarras. Jóvenes chicas que trabajan como sirvientas, vendedores ambulantes, mecánicos y trabajadores de la construcción reciben sus primeras clases. Amadou les enseña, principalmente, francés, árabe e inglés, por el precio de 1.000 francos CFA al mes. 

    La mayoría de los alumnos acuden con regularidad a las clases durante todo el año. Otros, sin embargo, acuden sólo por temporadas y muchos de ellos abandonan Dakar a principios de junio para volver a sus pueblos hasta el otoño.

     Los cursos de alfabetización, en muchas ocasiones, abren muchas puertas a los estudiantes, explica Amadou. "Después de aprender a leer y escribir, muchas chicas dedicadas a trabajar como sirvientas han encontrado puestos de trabajo en los hogares de muchos europeos expatriados, donde las condiciones son mucho mejores. Otras han conseguido superar la prueba para conseguir el Certificado de Estudios y han acudido a la Escuela de Secretarias, cambiando completamente sus vidas".

     Habibatou Dieng, una chica de 17 años que no fue a la escuela, está intentando ahora ponerse al día acudiendo a las clases de Amadou. La joven es muy ambiciosa: "Quisiera romper en el mundo de la moda y llegar a ser una de las más grandes diseñadoras del mundo", afirma.

    Una gran parte de las actividades de las escuelas de la calle se basa en facilitar en lo posible la eduación de las chicas en relación a la discriminación sexual. "La sociedad senegalesa conoce muy bien las escuelas de la calle y piensa que ofrecen una segunda oportunidad a la población", dice Tandian.

    Estas escuelas reciben ayuda de algunas ONGs, como Aid and Action, Plan International ó Enda Third-Wold. Enda ayuda a más de 35 escuelas situadas en las calles de las zonas más pobres de Dakar. Cuentan con unos 200 empleados como facilitadores y con un número de 8.614 estudiantes.

     Jacques Bugnicourt, Secretario Ejecutivo de Enda Third-World, ha realizado un llamamiento a otras organizaciones y autoridades regionales para que apoyen este tipo de iniciativa: "El subdesarrollo sólo acabará si nosotros ponemos fin a todas las desigualdades. Pero también necesitamos hacer uso de nuestra imaginación".


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