¿Su hijo es un acosador? Indicadores.
1. Escasa
empatía con el entorno en general. Al niño le resulta muy complicado
meterse en la piel de otros y, como consecuencia de ello, es a veces cruel con
quienes le rodean. Tras esa conducta poco amable no parece sentirse mal consigo
mismo ni arrepentido por su comportamiento.
2. Poco
control de la ira. Es normal que nuestro hijo sienta rabia en ocasiones,
pero dicha rabia ha de estar sometida a un cierto control y asociada a un
previo ataque de terceros. Los niños con tendencia acosadora se enfadan con
mucha facilidad, tienen una muy baja tolerancia a la frustración, son
caprichosos y exigentes con los padres y nada parece ser suficiente para ellos.
3. Incapacidad
para reflexionar. El chico no integra adecuadamente actos y consecuencias
de los mismos, por lo que la relación entre ambos es caótica y aleatoria. Los
adultos de su ámbito no han sabido o no se han preocupado de transmitirle esa
relación. Esto viene a darse cuando las fuentes de motivación del menor no
están adecuadamente identificadas por padres y docentes.
4. Déficit
de habilidades en resolución de conflictos. Carece de herramientas o
habilidades para resolver el conflicto que se presente o, en su caso, para
pedir ayuda. Ante una situación conflictiva, el niño se frustra y seguidamente
entra en ira. Todo ello desemboca en actos agresivos con sus compañeros, sin
importarle las consecuencias, ya que solo quiere expresar dicho estado
emocional.
5. Baja
autoestima. La falta de seguridad en sí mismo propicia las demostraciones
de poder sobre otros. La constante necesidad de hacerse notar y marcado sentido
del ridículo sale al exterior en forma de conducta dominante y agresiva.
6. Excesiva
autonomía personal. El menor hace su voluntad, tiene asimilados pocos
límites en su comportamiento y no da explicaciones a sus padres de sus actos.
Esto puede estar provocado por una ausencia de control parental que hace que el
menor no se sienta observado y crea que tiene vía libre para campar a sus
anchas.
7. Llama
constantemente la atención. Muchos comportamientos de acoso responden a la
necesidad del menor de obtener la atención de sus padres. Conseguirla, aunque
sea a través de conductas agresivas con los demás, es un premio para él.
8. Manía
persecutoria. El niño tiene una percepción errónea de la intencionalidad de
los otros; piensa que los demás están en su contra y que el mundo es un lugar
hostil donde la única defensa eficiente es un ataque. La agresividad, física,
verbal y psicológica, constituye la piedra angular de su interacción con
un entorno que está siempre al acecho. Esperando un momento de debilidad suya
para echársele encima.
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