El curioso efecto Dunning-Kruger: cuanto menos
sabemos, más creemos saber
El Efecto Dunning-Kruger, nos muestra que las
personas con pocas capacidades o conocimientos, creen que tienen más
capacidades y conocimientos de los que efectivamente poseen, y viceversa: Quienes son más competentes, tienden a subvalorarse. ¿A qué se debe?
Por Álvaro López B. | 2015-02-02 | 15:00
"En la medida que aprendemos más de un tema, rápidamente vamos descubriendo un mundo de sutilezas de cosas que aún quedan por saber"
El caso del inepto delincuente
"invisible"
En 1995, McArthur Wheeler, robusto hombre de 1,70
metros y 130 kilos, robó dos bancos a plena luz del día, sin máscara alguna que
ocultara su rostro y fue arrestado una hora después que su imagen fuera
mostrada en las noticias de ese mismo día. Wheeler, al parecer, confiaba en que
aplicar jugo de limón sobre su rostro, le haría invisible a las cámaras. “Pero
si usé el jugo”, dijo Wheeler al momento de ser arrestado.
La idea fue sugerida por dos amigos del ladrón, quien,
precavido, primero probó su eficacia: se aplicó jugo de limón en toda la cara y
luego se tomó una fotografía. Nada apareció, posiblemente porque la cámara
terminó apuntando al techo. Por lo tanto, Wheeler asumió que permanecería
invisible mientras no se acercase al calor, al igual que la “tinta invisible”
hecha con jugo de limón.
Un año después, David Dunning, profesor de
sicología social de Cornell, no daba crédito a sus ojos tras leer esa noticia.
Intrigado ante esta muestra de credulidad, incompetencia o ambas, decidió
investigar qué había detrás. ¿Sería posible –se preguntó– que mi propia
incompetencia, me hiciera inconsciente de esa misma incompetencia?
Para averiguarlo, embarcó a su estudiante Justin
Kruger en una investigación, con el fin de hallar una respuesta. Lo que
encontraron, les dejó sorprendidos.
El experimento
Se realizaron cuatro estudios distintos, con
estudiantes de psicología de Cornell. Específicamente, en las áreas de Humor
(“habilidad para reconocer lo que es gracioso”), Gramática y Razonamiento
Lógico.
El estudio consistió en lo siguiente: Se le
preguntó a cada participante cómo estimaba su competencia en cada uno de los
campos, y luego, se le sometió a un test, para poner a prueba su competencia
real. Entonces, se compararon los resultados, para ver si había algún tipo de
correlación. Y efectivamente, la había.
Se dieron cuenta que mientras más incompetente era
la persona, menos notaba su incompetencia, y que mientras más competente era,
más subvaloraba su competencia.
Dunning y Kruger publicaron en 1999 sus
conclusiones, en el paper “Unskilled and Unaware of It: How Difficulties in
Recognizing One’s Own Incompetence Lead to Inflated Self-Assessments”(“Sin
habilidades e ignorante al respecto: Cómo las dificultades en reconocer la
propia incompetencia conducen a una autoimagen exagerada”).
Las conclusiones básicas de dicho paper se resumen
en que, para cierta habilidad o área de conocimiento, los individuos
incompetentes:
- Son incapaces de reconocer su propia incompetencia.
- Son incapaces de reconocer las genuinas habilidades del resto.
- Son incapaces de reconocer hasta qué extremo son incompetentes en el tema.
- Si se les entrena para mejorar sus habilidades, pueden reconocer y aceptar su falta de habilidades previa.
Por lo tanto, esa persona que alardea de sus
capacidades vocales, mientras nos irrita los oídos, está obedeciendo a este
fenómeno. O cuando los expertos entregan opiniones mesuradas sobre los
problemas, mientras la gente desinformada cree tener soluciones absolutas y
rápidas al mismo (¿alguien dijo "Twitter"?). O cuando los clientes de
especialistas en disciplinas como medicina, diseño o programación, les hacen
perder la paciencia al intentar guiar su trabajo basados en incorrecta noción
de que ellos también saben de lo que están hablando. (¿Te has automedicado
últimamente?)
¿A qué se debe esto?
Como los investigadores señalan en el estudio, esta
percepción se debe a que las habilidades necesarias para hacer algo bien, son
justamente las habilidades necesarias para poder evaluar correctamente cómo lo
estoy haciendo.
Por ejemplo, si mi ortografía es pésima, el
conocimiento necesario para reconocer que mi ortografía es pésima y corregirla
es, justamente, saber de ortografía. Sólo me entero de mi incapacidad cuando
alguien más me lo hace ver explícitamente, poniendo en evidencia el contraste
entre mi escritura y la ortografía correcta. Y aún así, eso no la corregirá
automáticamente, sólo me dará conciencia general de que mi conocimiento es
insuficiente. Lo mismo en el resto de áreas del conocimiento.
Respecto a las personas que se subvaloran, esto se
debe al efecto de falso consenso: creen que todo el mundo “lo hace igual”, por
lo que asumen que sus capacidades son promedio, cuando en realidad, son
superiores.
Entonces, ¿Cómo sé si soy incompetente?
En general, comparándose con medidas objetivas de
conocimiento (en el caso de la ortografía, son las normas ortográficas
directas, no “lo que dicen mis amigos y mi mamá").
Además, debo poner atención a la forma en que tomo
decisiones sobre cierto tema. Si tomo mis decisiones u opiniones basándome en:
lógica binaria (las cosas son buenas o malas, sin términos medios), primeras
impresiones, ausencia de empatía, sin documentación o sin utilizar modelos
rigurosos que fundamenten mis conclusiones, probablemente estoy sobrevalorando
mi conocimiento.
También es posible evitar problemas derivados de
una posible incompetencia, aplicando la sana autocrítica y fijándose en los
errores: si algo sale mal, no necesariamente es culpa del resto, se puede deber
a un error en los propios procedimientos o métodos.
Esto también tiene que ver con un sesgo cognitivo
muy interesante en las personas que se especializan en una sola área: Creen que
por manejar bien un aspecto de las cosas, manejan bien todos los aspectos de
muchas cosas distintas. Así que ojo, cuando estemos opinando fuera de nuestra
área de especialidad, y todo el mundo pareciera estar en nuestra contra, es
posible que nos estemos equivocando.
Y en ese sentido, la mejor forma de ahorrarse
vergüenzas y prevenir errores que muchas veces salen caros (financiera y
humanamente), es ser receptivo ante la crítica y las opiniones de los demás.
Por lo tanto, es importante trabajar en equipo y escuchar al otro.
Y naturalmente,
este síndrome se puede superar… ¡aprendiendo más del tema! Como dijo
Will Durant: “La educación es el progresivo descubrimiento de nuestra propia
ignorancia”. En la medida que aprendemos más de un tema, rápidamente vamos
descubriendo un mundo de sutilezas de cosas que aún quedan por saber.
Cualquiera que se haya lanzado a una aventura (sea estudiar una carrera,
emprender, liderar un equipo o cargo público) sabe perfectamente que "otra
cosa es con guitarra".
Conclusiones para la vida
En primer lugar, lo que podemos aprender de todo
esto, es a tomar con pinzas la opinión de alguien que dice ser “bueno” en algo…
puede ser malísimo o excelente, pero casi nunca es simplemente “bueno”, debido
a este efecto psicológico. Esto es especialmente delicado cuando se trata de
contratar a un experto en un área que no dominamos (por ejemplo, un Abogado),
pues no contamos con las herramientas para evaluar su competencia, por eso es
recomendable consultar la opinión de sus colegas y anteriores clientes.
Lo interesante (y quizás algo peligroso), es que
además, quienes son incompetentes, “no sólo llegan a conclusiones erróneas y
toman decisiones desafortunadas, sino que su incompetencia les impide darse
cuenta de ello”, nos indican Dunning y Kruger.
Por lo tanto, y como segundo corolario, muchas
veces la culpa de nuestras desgracias no es el resto ni la mala suerte, sino
nosotros mismos y nuestras decisiones, y correspondería hacer un sano ejercicio
de autoanálisis al momento de fracasar o experimentar dificultades en nuestras actividades
o proyectos. Todos tenemos un grado de incompetencia, porque todos somos
perfectibles y podemos mejorar siempre. El error consiste en olvidar ese hecho.
Es importante, entonces, cultivar la empatía y
trabajar en el propio orgullo, de modo que no nos ciegue a las opiniones de
otros, o nos haga reaccionar de manera exaltada o furiosa ante las críticas.
También, en línea con eso, resulta importante no asignar a priori segundas
intenciones a quienes nos dan su opinión, sino que evaluar lo que nos dicen de
la manera más objetiva posible, y ver en sus reales méritos lo que nos están
diciendo, dejando a un lado nuestra opinión sobre la persona que lo dice.
Además, es posible ver que quienes son abiertamente
incompetentes y dicen ser mucho mejores de lo que son, no lo hacen por completo
debido a una suerte de vanidad o egolatría, sino a que también son víctimas de
este interesante fenómeno psicológico. Estas personas, muchas veces, permanecen
sin evolucionar ni mejorar, pues ya consideran que están bien y que el resto se
equivoca. Esto hay que evitarlo, cosa que tampoco nos puede llevar al otro
extremo, que sería la falsa modestia. Debemos conocer nuestros méritos, pero
observarlos siempre con una mirada crítica, pues todo siempre es perfectible.
En conclusión, lo importante es trabajar sobre
nosotros mismos cada día y esforzarnos por aprender más, para ser mejores.
Porque al final, no son más exitosos quienes se “duermen en sus laureles”, sino
quienes se imponen a su propia desidia y van mejorando cada día.
Dunning y Kruger ganaron el Premio IgNobel del año
2000 por este descubrimiento.
¿Has experimentado el efecto Dunning-Kruger o
lo has visto en otras personas?
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Fuente: http://www.eldefinido.cl/actualidad/plazapublica/4620/El-curioso-efecto-Dunning-Kruger-cuanto-menos-sabemos-mas-creemos-saber/
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