Venezuela, la nueva alternativa del narcotráfico:
Militares y altos funcionarios involucrados en tráfico de drogas. El Cártel de los Soles.
Ocultos
en un contenedor ocre de 20 pies, los casi 1.400 kilos de cocaína atravesaron
sin problemas una veintena de puestos militares durante su recorrido de más de
800 kilómetros desde la frontera con Colombia hasta la capital venezolana,
Caracas.
Reuters. 12-12-2014.
Las
autoridades venezolanas no sospecharon nada mientras la droga estuvo escondida
en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar, el principal del país. Tampoco
cuando fue colocada en 31 maletas con nombres falsos en las etiquetas y
despachada el 10 de septiembre del 2013 a París, en un Airbus de Air France.
Días
después, la policía francesa anunció el mayor decomiso de cocaína en su
historia tras una meticulosa operación con agentes franceses, británicos,
españoles y holandeses. Los venezolanos fueron mantenidos en la oscuridad
total.
“¿Cómo
iban a participarles de la operación sabiendo que los militares venezolanos
eran los que estaban involucrados?”, dijo Mildred Camero, ex jefa de la
agencia antidrogas de Venezuela bajo el gobierno del fallecido Hugo Chávez y
quien asegura que fue destituida por investigar lazos entre militares y el
narco.
Al menos
un centenar de militares y policías venezolanos han sido procesados por tráfico
de drogas en el último lustro, según datos del Ministerio Público. Entre ellos,
ocho oficiales debajo rango por el caso de las “narcomaletas” de Air France.
El
affaire de Air France es el más escandaloso de una serie decomisos que muestran
que el narcotráfico se ha diseminado por Venezuela, convirtiéndola en la nueva
alternativa para exportar cocaína sudamericana hacia Estados Unidos y Europa, y
en otro frente de batalla
contra un negocio ilícito mundial de 88.000 millones
de dólares al año.
“El
Gobierno de Nicolás Maduro sabe que el narcotráfico está enquistándose en su
país”, dijo un diplomático europeo conocedor del tema que habló en condición de
anonimato.
La
facilidad con que toneladas de cocaína son movidas a través de los puertos y
aeropuertos de Venezuela ha llevado a analistas, afuera y en casa, a asegurar
que los traficantes lograron corromper a las fuerzas castrenses.
Pero el gobierno niega que sus fuerzas militares, como institución, hayan sido seducidas por los cárteles.
“Son
manzanas podridas, actuaciones individuales”, dijo a Reuters el ministro de
Defensa, Vladimir Padrino, después de dar detalles sobre la más reciente
operación antinarcóticos en el estado Zulia, a pocos metros de Colombia.
“AMBIENTE
PERMISIVO Y CORRUPTO”
Bañada
por el Caribe y el Atlántico y a menos de tres horas de vuelo desde Miami,
Venezuela tiene una ubicación privilegiada para el comercio con Estados Unidos
y Europa.
Y eso ha
sido aprovechado por los traficantes, que en la última década quintuplicaron
los envíos anuales de cocaína hacia Europa y Estados Unidos a 300 toneladas
métricas, la mitad de la droga producida en Sudamérica, según la oficina de
Supervisión del Congreso de Estados Unidos (GAO, por sus siglas en inglés).
De
acuerdo a la entidad, el volumen es similar a la droga que ingresa a Estados
Unidos desde México y superior al que se exporta desde Brasil.
“Debido a
su permeable frontera con Colombia, sistema judicial débil, esporádica
cooperación antinarcóticos y ambiente permisivo y corrupto, Venezuela es una de
las rutas más frecuentes para el tráfico de drogas desde América del Sur”,
denunció el Departamento de Estado en su informe antinarcóticos.
Pero hay
otras razones.
Una es el
mercado. Venezuela es un punto ideal para exportar droga hacia Europa, a dónde
los traficantes están cada vez más enfocados por los márgenes de ganancia hasta
un 40 por ciento mayores que en Estados Unidos, según las cifras más recientes
de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.
Otro
factor fue la ofensiva de más de 14 años en la vecina Colombia apoyada por
Washington, que debilitó al narcotráfico e hizo que muchos criminales se
refugiaran en Venezuela.
“Los
líderes de grandes grupos colombianos del narcotráfico han convertido a
Venezuela en su sede”, dijo a Reuters Steven Dudley, de InSight Crime, una
organización sin fines de lucro dedicada a la investigación del crimen
organizado en la región.
Durante
una visita a principios de diciembre a una zona fronteriza con Colombia,
militares relataron a Reuters que pocos días antes habían hecho un operativo en
la selva y no lograron capturar a los narcotraficantes.
En ese
momento, el rugido del helicóptero militar artillado Cougar previno a los
criminales, que, para cuando el comando de la Guardia Nacional se abrió paso
entre la espesura de la selva fusiles en ristre y llegó al laboratorio
clandestino, eran sólo siluetas en una lancha perdiéndose del lado colombiano.
Estas
escenas se han repetido a lo largo de este año. Y aunque en esta operación no
hubo capturas, 107 jefes –en su mayoría colombianos– de grupos dedicados al
tráfico de drogas fueron atrapados en los últimos ocho años, según el Gobierno.
Entre
ellos, el colombiano Alejandro “El Loco” Barrera, acusado de despachar más de
900 toneladas de cocaína a Estados Unidos y Europa y Diego “Rastrojo” Pérez,
que se sospecha controla la mitad del tráfico de la droga colombiana hacia
Europa, Centroamérica y África.
Hay
quienes opinan que parte del problema es que Venezuela se aisló de los
esfuerzos internacionales al expulsar en el 2005 a la agencia antidrogas
estadounidense DEA, a la que Chávez acusó de espionaje y hasta de apoyar el
tráfico en el país.
Pero con
la salida de la DEA, Venezuela incautó casi 80 por ciento más de droga que con
la ayuda de ella. Desde entonces los decomisos fueron cayendo hasta alcanzar el
año pasado niveles similares a cuando estaba la agencia, una disminución que el
gobierno de Maduro asegura se debe a su “lucha frontal”.
PUENTE
AÉREO
Otrora
uno de los más importantes de Latinoamérica, el aeropuerto Simón Bolívar, a
orillas del Caribe, ha estado en los últimos años en el centro de numerosos
escándalos de drogas.
Antes de
embarcar, muchos de los cinco millones de viajeros internacionales que cada año
pasan por este terminal son sometidos a un engorroso escrutinio. Al azar,
militares abren los equipajes revolviéndolo todo.
Pero a
veces la droga pasa directo a la pista de despegue.
En mayo
de 1999, por ejemplo, 90 maletas negras cargadas con 2.000 kilos de cocaína
despegaron rumbo a Riad en la bodega del Boeing 727 del príncipe saudí, Nayef
Bin Fawwaz al-Shaalan, de visita en Venezuela para una reunión de la OPEP.
La droga
fue embarcada por el traficante colombiano Carlos “El Médico” Zapata mientras
Al-Shaalan conversaba con Chávez y representantes de la OPEP en el palacio
presidencial de Miraflores. El alijo fue incautado en París.
El caso
fue apenas reseñado en los medios venezolanos que, por entonces, vivían el
entusiasmo del recién estrenado gobierno socialista de Chávez. Pero no pasó
desapercibido para Interpol y varias policías europeas, que alertaron que
Venezuela comenzaba a posicionarse como trampolín de la droga sudamericana.
Según
expertos en tráfico de drogas, países de la costa atlántica africana como
Ghana, Senegal y Sierra Leona se han convertido en una especie de almacén para
buena parte de la cocaína que sale de Venezuela rumbo al mercado europeo.
Una de
las evidencias más contundentes fue el hallazgo, a fines del 2009, de un Boeing
727 procedente de Venezuela calcinado en el desierto de Malí. La policía local
concluyó que el avión aterrizó en una pista clandestina, descargó 10 toneladas
de coca y fue incendiado para eliminar toda evidencia.
De África
occidental la droga sudamericana sigue su travesía por mar o a través del
desierto del Sáhara hasta España, su principal puerta de entrada a Europa.
Según el propio Gobierno venezolano, el tráfico desde Venezuela suele
involucrar a organizaciones como la ‘Ndrangheta o la Cosa Nostra italianas.
“Si los
cargamentos de droga que salen de Venezuela siguen creciendo como en la última
década, en pocos años el país habrá superado a Colombia como el hub sudamericano
de la droga”, dijo el diplomático europeo en Caracas.
Alarmado
por el constante sobrevuelo de aviones cargados de droga en los estados
fronterizos con Colombia, como Apure, Barinas y Amazonas, el presidente Maduro
ordenó a la fuerza aérea derribar cualquier avión que viole el espacio
venezolano.
Bolivia,
otro país de tránsito, acaba de autorizar el abatimiento de narcoavionetas y
Perú se lo está pensando.
Unos 36
aviones y avionetas cargados con droga fueron capturados o derribados en
Venezuela en el 2013. Este año van 25 interceptadas por cazas F-16 de la fuerza
aérea venezolana.
“Las
medidas que hemos tomado, sobre todo, con la ley de control del espacio aéreo,
han disminuido esa tendencia significativamente”, dijo el ministro López,
asegurando que el pago a los pilotos de las narcoavionetas que pasan por
Venezuela se ha triplicado en el último año por el riesgo que significa
ingresar al país.
Sin
embargo, en los llanos venezolanos ubicados a lo largo de los 2.219 kilómetros
de frontera con Colombia, los narcotraficantes siguen adquiriendo fincas
rústicas con la intención de construir pistas clandestinas para el aterrizaje y
despegue de avionetas repletas de droga.
“Lamentablemente,
el estado Apure ha sido utilizado como puente para el narcotráfico”, reconoció
recientemente el gobernador de esa entidad, el oficialista Ramón Carrizales.
EL CÁRTEL
DE LOS SOLES
La
calurosa mañana del 6 de septiembre del 2004, Mauro Marcano salió de su casa en
la ciudad oriental de Maturín rumbo a la radio donde trabajaba, dispuesto a
revelar los nombres de militares presuntamente involucrados en el narcotráfico.
Pero el
periodista de 55 años no llegó muy lejos. Dos hombres a bordo de una moto le
cortaron el paso en el estacionamiento de su residencia y lo acribillaron a
balazos.
Sus
familiares dicen que agentes policiales allanaron inmediatamente su casa,
llevándose documentos, grabaciones y una cámara de vídeo que contenían pruebas
sobre la existencia del “Cártel de los Soles”, una supuesta organización de
militares dedicada al narcotráfico y bautizada así por las insignias que los
oficiales venezolanos cargan sobre sus hombros.
Marcano,
según sus familiares, no sólo iba a revelar los nombres de militares activos
ligados al “Cártel de los Soles”. Tras meses de pesquisas, el periodista había
descubierto que oficiales de la Guardia Nacional declaraban apenas una parte de
las drogas incautadas y vendían el resto a narcotraficantes.
En
septiembre del 2008 la justicia cerró el expediente del asesinato de Marcano
sin encontrar responsables.
Pero
cuatro años más tarde, ante la presión de los medios, el caso fue reabierto y
un supuesto narcotraficante local fue sindicado como autor intelectual del
asesinato y condenado a 23 años. No se presentaron cargos por tráfico de
drogas.
Poco
tiempo después del asesinato de Marcano, la ex jefa de la agencia antidrogas,
Camero, asegura que fue despedida por investigar los vínculos entre los
militares y el narcotráfico.
“Yo
comencé a levantar informes del tráfico de drogas de los militares”, dijo la ex
funcionaria durante una entrevista en un café de Caracas. Y bajando la voz
hasta convertirla en apenas un susurro, añadió: “Eso no gustó al alto
Gobierno”.
Según
Camero, el entonces vicepresidente José Vicente Rangel le dijo que dejara a los
militares “tranquilos”. Reuters no pudo contactar a Rangel para corroborar las
denuncias.
Nueve
funcionarios venezolanos de alto rango figuran en la lista de personas y
empresas
sospechosas de vínculos financieros con el narcotráfico del
Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Cinco son militares, entre retirados
o activos, y otro es un ex agente del servicio de inteligencia, uno es diplomático
y también figuran dos políticos del gobernante Partido Socialista Unido de
Venezuela (PSUV).
Las
autoridades dicen que las acusaciones no tienen fundamento y varios de los
señalados incluso han escalado posiciones durante los años de gobierno socialista
ocupando altos cargos militares, gobernaciones y embajadas.
Uno de
ellos, el ex jefe de inteligencia militar Hugo Carvajal, fue arrestado a fines
de julio en Aruba por órdenes de fiscales estadounidenses que lo acusan de
trabajar para un narco colombiano y coordinar envíos de toneladas de cocaína.
Carvajal,
que se desempeñaba como cónsul venezolano en Aruba, fue puesto en libertad días
después por su inmunidad diplomática pero no fue absuelto.
“La
integridad moral del compañero Hugo Carvajal jamás estuvo en duda. Jamás”, dijo
Maduro al recibir con un abrazo al ex funcionario, asegurando que todo fue una
trampa, un montaje.
Reuters
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