Abuso infantil: secuelas físicas y psicológicas
Daniel Tejedor Pardo 19/11/2014
Consecuencias del abuso infantil. Imagen: Zuhar
Al-Traifi
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Una serie de recientes investigaciones revelan que
las alteraciones neurobiológicas como consecuencia de abusos infantiles, no
solo aumentan la posibilidad de padecer trastornos mentales en la adultez sino
que también aumentan las posibilidades de padecer trastornos orgánicos
futuros, así como alteraciones conductuales.
Los abusos y abandonos infantiles son posibles
acontecimientos traumáticos para cualquier niño, y son mucho más
frecuentes de lo que se piensa. Según el centro de Salud Mental Infantil
del Colegio Universitario de Londres1, cada año entre el 4 y el 16
por ciento de los niños de los países occidentales industrializados sufren
malos tratos corporales y 1 de cada 10 sufre abandono o sobrecargas psíquicas
extremas.
En lo que respecta a los abusos sexuales,
entre el 5 y el 10 por ciento de las niñas y el 5 por
ciento de los niños, lo han sufrido alguna vez a lo largo de su infancia.
Experiencias adversas durante la
infancia
He divido el siguiente estudio en distintas fases,
ya que a pesar de que el mismo empezase durante periodo 1995-1997, los análisis
de los datos se han prolongado durante varios años, obteniendo una
gran cantidad de resultados.
Fase 1 – Comienzo
El estudio se suele abreviar como ACE (por sus
siglas en inglés).
La investigación comenzó en 1995 en San Diego,
contando con la participación de 17.000 sujetos que fueron
sometidos a revisiones médicas de forma regular. Ellos debían,
asimismo, informar de manera detallada sobre qué tipo de experiencias
traumáticas han podido sufrir durante la infancia (violencia, abusos,
abandono) y en qué medida.
Fase 2 – Primeros resultados
En 1998, el investigador Vincent Felitti, quien
pertenecía al departamento de medicina preventiva del grupo médico Kaiser Permanente, llegó a las siguientes
conclusiones al analizar los datos obtenidos por el estudio ACE junto con su
equipo.
Según una encuesta utilizada durante el
estudio, los sujetos que respondían afirmativamente a más de tres preguntas
sobre el abuso y abandono en la infancia, tenían hasta 12 veces más
posibilidades de sufrir alcoholismo, drogodependencias o desarrollar
una depresión, en comparación con las personas que no habían sufrido estos
acontecimientos (y por tanto, respondían negativamente a la encuesta).
Otros resultados llamativos fueron el aumento
de: padecer tabaquismo y obesidad; practicar menos deporte
y mantener relaciones sexuales esporádicas.
Fase 3 – Análisis de Variables
Posteriores a los resultados anteriores, en el
año 2003 los investigadores decidieron comprobar los
resultados sobre el aumento de la aparición de enfermedades
cardiovasculares coronarias (como consecuencia de maltratos y
abandonos) de la siguiente forma.
Analizaron cómo este tipo de enfermedades
aumentaban de tres formas distintas:
- Tomando todas las variables, la posibilidad de padecer enfermedades cardiovasculares coronarias son 3,6 veces mayor que en la población que no ha traumas infantiles. Estas variables incluyen características individuales (sexo, edad, actividad física y hábitos alimenticios), problemas psicológicos (depresión y frustración) y, por supuesto, si han padecido algún trauma durante la infancia.
- Tomando los grupos de variables de problemas psicológicos y traumas infantiles, la posibilidad aumentaba 3,1 veces.
- Tomando solo las variables sobre los traumas infantiles, la posibilidad era 2,6 veces mayor.
Es decir, lo que más aumenta la posibilidad
de padecer problemas cardiovasculares coronarios no son ni el sexo, ni
si se padece depresión, ni los hábitos alimenticios, ni la actividad física, ni
ninguna de estas variables, sino los traumas en la infancia.
Fase 4 – Últimos resultados
Finalmente, en el 2004, otras valoraciones
posteriores de los mismos resultados revelaron que quienes habían sufrido
estos malos tratos durante la niñez y juventud presentaban con
mayor frecuencia cardiopatías coronarias, y más
concretamente: cuanto más graves eran los traumas infantiles,
mayores eran las posibilidades de padecer enfermedades
cardiovasculares, patologías pulmonares, cáncer, hepatopatías (enfermedades
relacionadas con la sangre) y trastornos autoinmunitarios.
Breve explicación biológica
Eje del estrés |
Los traumas infantiles alteran
los mecanismos biológicos del organismo.
Las hormonas del estrés y determinados neurotransmisores influyen
dejando huellas a largo plazo en el cerebro del niño.
Estas alteraciones son especialmente evidentes en
la comunicación entre el hipotálamo, la hipófisis y
la corteza suprarrenal.
- Durante una situación estresante, el hipotálamo segrega una hormona llamada corticotropina (CRH) que estimula la hipófisis.
- La hipófisis libera entonces al torrente sanguíneo otra hormona llamada adrenocorticotropa (ACTH).
- Finalmente, la corteza suprarrenal (situada encima de los riñones) recibe la ACTH, y esta reacciona liberando cortisol (hormona del estrés).
Abuso emocional, Abandono y
Esclerosis múltiple
Un estudio llevado a cabo en la Clínica
Universitaria Eppendorf de Hamburgo, encabezado por el investigador
Carsten Spitzer siguientes sorprendentes resultados.
Escogió a un total de 234 pacientes con esclerosis
múltiple y a 885 personas sanas. Todas ellas debieron
informar sobre sus experiencias experiencias durante la infancia. Lo que se
obtuvo fue que tanto el abuso emocional como el abandono eran el doble
de frecuentes entre los individuos con esclerosis múltiple, en comparación
con el grupo sano.
Un cuarteto moral, un Síndrome
Metabólico y Traumas infantiles
Este síndrome consta de cuatro factores:
- La grasa abdominal
- Alteraciones en el metabolismo de la glucosa
- Alteraciones de los lípidos sanguíneos
- Hipertensión arterial
Una de las claves de este síndrome, es que la
aparición de uno de estos factores, potencia la aparición de los otros.
Pues bien, diversos trabajos han confirmado que
estos 4 componentes pertenecientes al síndrome metabólico pueden
aparecer como resultado de experiencias traumáticas durante la edad infantil,
de los cuales, el más acusado es el de la adiposidad abdominal.
Esto último ha sido corroborado por un estudio
llamado NESDA (por sus siglas en inglés) y llevado a cabo en
el año 2012, en los Países Bajos sobre la depresión y la ansiedad. En él
encontraron una relación entre abusos sexuales durante la infancia y el
exceso de grasa en el abdomen.
Maltrato infantil y Psicosis en
la adultez
Antes de nada, definamos qué es el maltrato.
Según La Organización Mundial de la Salud:
“El maltrato infantil se define como los abusos y
la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los
tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia
y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la
salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en
el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La
exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas
de maltrato infantil.”
[Para más información procedente de La OMS
recomiendo este link]
Teniendo en cuenta la inmadurez neurológica
del cerebro durante los primeros años de vida es bien sabido que este
es más sensible a los acontecimientos y experiencias. Esta sensibilidad da
la ventaja de aprender con gran velocidad, pero también puede
conllevar grandes peligros:
Según un estudio de la Universidad de
Barcelona analizó la relación entre maltrato infantil y el desarrollo
de síntomas psicóticos. Lo primero que descubrieron era
que a pesar de que había personas que aun habiendo sufrido maltrato
infantil eran capaces de sobreponerse y llevar una vida mentalmente sana.
Posteriormente, los resultados apuntaron a que tales
diferencias individuales residen en el gen del factor neurotrófico (proteínas
que se encargan de la supervivencia de las neuronas) derivado del cerebro
conocido como BDNF. Por lo que parece, este gen promueve
el crecimiento, la diferenciación de las neuronas y la supervivencia de estas
durante periodos de estrés.
En este estudio publicado en la revista The
British Journal of Psychiatry, se explica cómo la exposición al abuso
infantil grave (sexual, físico y/o emocional), se asocian con una mayor
probabilidad de padecer síntomas psicóticos en la vida adulta. Además, y
aquí es donde entre en juego el gen BDNF, los sujetos que presentan unos
determinados alelos para este gen eran más vulnerables a este tipo de abuso, en
comparación con los que presentaban otra variable (los primeros poseían un
alelo llamado Met y los segundos Val). Si no entiendes muy bien esto último,
piensa que para la sangre hay 3 alelos: A, B y O, y de la combinación de estos
se obtienen los distintos grupos sanguíneos.
Factores genéticos
ADN. Imagen: ἀλέξ |
Existen una serie de genes que aumentan las
posibilidades de padecer problemas orgánicos a largo plazo si se han sufrido
vivencias traumáticas.
Según algunos estudios, uno de estos genes
parece ser el gen FKBP5. Este gen, codifica una proteína (junto con
otras) afecta a la sensibilidad de los tejidos y órganos que reaccionan
al cortisol (comúnmente conocida como la “hormona del estrés”).
Dados los resultados, se ha comprobado que determinadas
variantes del FKBP5 elevan el riesgo de depresión (multiplicándolo por
8 para una de estas variantes), y de trastornos postraumáticos, para
aquellos que sufrieron abusos en la infancia.
Además, estos mismos datos también apuntan a
que algunas de las variantes de este mismo gen, también guardan
relación con trastornos orgánicos. Pero esto queda pendiente de
confirmación.
Lo verdaderamente llamativo de este tipo de genes,
es la importancia que pueden llegar a tener para la aparición de diversos
trastornos, pero solo si ha habido un desencadenante ambiental, que
en este caso, son los abusos en la infancia. Dicho de otra forma, si una
persona no ha vivido acontecimientos traumáticos y estresantes durante su
infancia, la tenencia de estos genes no aumentarán las posibilidades de padecer
estos trastornos.
Esto se conoce como modificaciones
epigenéticas:
Estas modificaciones son unos apéndices que se
adhieren al ADN influyendo en la frecuencia con que un determinado gen es
leído. Es decir, aunque el código genético de la persona no cambia, su
funcionamiento sí.
Notas del Autor:
¹ Burden and consequences
of child maltreatment in high-income countries. R.
Gilbert et al. en The Lancet, vol. 373, págs. 68-71, 2009.
- Moderation of adult
depression by a polymorphism in the FKB5 gene and childhood physical abuse in
the general population”. K. Appel et al. en Neuropsychopharmacology, vol. 36,
págs. 1982-1991, 2011.
– Childhood abuse and BDNF-Val66Met polymorphism: Evidence for
gene-environment interaction of the development of adult psychosis-like
experiences. S. Alemany et al. en The British
Journal of Psychiatry, vol. 199, nº1, págs. 38-42, 2011
- Recomiendo este pequeño documental sobre el
relativamente novedoso campo de la epigenética. Aquí el enlace.
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Fuente: http://psicologiaymente.net/abuso-infantil-secuelas-fisicas-y-psicologicas/
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