Un 'mili' en las filas de la trata
Óscar Balderas| El Universal
México. Martes 10 de junio de 2014
metropoli@eluniversal.com.mx
Cuando los agentes del Ministerio Público llevaron aquel
cuerpo al Servicio Médico Forense (Semefo) de Toluca, Estado de México, el
médico que lo recibió hizo ese gesto que suele advertir que se trata de un caso
difícil. Una mueca que, si tuviera palabras, diría: “¿Cómo esperan que examine
unos restos en este estado?”.
Tenía frente a sí un rostro desfigurado con el cuerpo
amoratado, músculos mancillados y huesos rotos. El especialista examinó durante
varios minutos el cadáver hasta que se convenció de que era un homicidio por
las huellas de abuso físico y sexual que trataron de ser borradas con acetona
para destruir la carga genética de los fluidos corporales del asesino. Antes de
fotografiar por última vez el cuerpo y mandarlo a resguardo, el médico escribió
“mujer”, “aproximadamente 25 años”, y la fecha de ese día —9 de mayo de 2012—
en su reporte.
El cuerpo permaneció desde entonces y hasta el 22 del
mismo mes en espera de que alguien acudiera al Semefo, pidiera ver las
fotografías de restos femeninos de entre 20 y 30 años, hallaran a su familiar
extraviado y reclamaran el cadáver. No sucedió. Sin nadie que lo reclamara, a
los 13 días el cuerpo fue enviado a la fosa común.
Los restos aún estarían ahí, si no fuera por un par de
policías estatales que fueron asignados a la revisión del caso de una joven
desaparecida el 8 de mayo de 2012, en Los Héroes Tecámac. Sabiendo que los
médicos del Semefo suelen equivocarse al calcular la edad de cadáveres con
huellas de violencia, pidieron revisar todas las fotografías de mujeres de
cinco a 99 años ingresadas desde la fecha del extravío de Bianca hasta la tarde
de ese 12 abril de 2013, cuando reabrieron el caso.
Al revisar las fotografías tuvieron una corazonada: la joven
que investigaban se parecía a la del cuerpo enviado a la fosa común. Llamaron a
la mamá para que acudiera e hiciera el reconocimiento del cuerpo. Ella confirmó
que se trataba de su hija. Ahí supo que sólo un día después de su desaparición,
sus captores la habían asesinado y tirado su cuerpo en la carretera libre a
Tizayuca, a la altura de Los Reyes Acozac.
El gobierno mexiquense detuvo el conteo de 339 días de
desaparecida para Bianca Edith Barrón Cedillo y la colocó en la categoría de
localizada, pero muerta.
Luego de una batalla legal para hacer pruebas de ADN y
exhumar el cuerpo, el 26 de abril del año pasado los familiares pudieron
regresarla a casa y despedirla en un funeral, para pasar a otra etapa del
duelo: exigir castigo para los asesinos.
Un anhelo que acariciaron 10 meses después, cuando la
familia Barrón Cedillo amaneció con la noticia de que la Procuraduría
mexiquense había detenido a los presuntos responsables del crimen en un giro
inesperado: un militar que lidera un grupo delictivo habría asesinado a Bianca
Edith Barrón Cedillo, cuando tenía 14 años.
Las
detenciones
El 17 de febrero de este año, la Procuraduría General de
Justicia del Estado de México (PGJEM) informó sobre la captura de tres sujetos
que estarían relacionados con el homicidio de Bianca. Dos de ellos son menores
de 18 años, por lo que sus nombres no fueron dados a conocer públicamente. El
líder del grupo es mayor de edad, por lo que sus datos sí fueron revelados. Su
nombre es Erick Sanjuan Palafox.
Sobre el caso, la PGJEM sólo ofreció un detalle más
respecto al jefe de la banda: tiene 23 años. Omitió informar sobre las labores
de inteligencia que permitieron aprehender al presunto responsable y también
que el detenido fue formado en las aulas de la Secretaría de la Defensa
Nacional.
De acuerdo con un informe elaborado por la Fiscalía
Especializada de Trata de Personas y para la Investigación de Personas
Desaparecidas o Extraviadas —cuya copia fue entregada a este diario por una
fuente verificada—, al momento de su detención por trata en la modalidad de
explotación Sanjuan era policía militar activo en el Tercer Batallón, adscrito
a la puerta 8.
Originalmente, las funciones de los integrantes de la
Policía Militar comprenden el resguardo de instalaciones militares y apoyo a
los órganos de justicia castrense, entre otras, pero a partir del sexenio de
Vicente Fox también hacen labores de combate al crimen organizado.
Sin embargo, Sanjuan “dobleteaba” para el enemigo. El
mismo informe alerta que el militar también es jefe de un grupo de
distribuidores de droga de entre 15 y 20 años que opera en las distintas
secciones de Los Héroes Tecámac. Su alias es El Mili y, además de distribuir
mariguana, cocaína y drogas sintéticas, su grupo es investigado por el
secuestro de al menos cinco menores de edad que pudieron estar o están ahora
mismo en las redes de trata de personas del país.
Al grupo comandado por Sanjuan se le liga, además del
secuestro y asesinato de Bianca Barrón, con el plagio y homicidio de Abril
Selena Caldiño Rodríguez (desaparecida a los 15 años y encontrada muerta dos
años después), y con la desaparición forzada de Lucía Joseline Robles Sánchez
(desaparecida a los 17 años), Yenifer Velázquez Navarro (desaparecida a los 16
años) y de Arisbeth Sánchez Izalde (desaparecida a los 15 años). Todos los
casos en Tecámac-Ecatepec.
En el caso de Arisbeth, ella fue raptada en la colonia
Santa María Chiconautla, Ecatepec, junto con su hermano de 10 años, pero él fue
liberado minutos después. En su declaración, el niño recordó al hombre que
secuestró a su hermana con un “corte de cabello tipo militar”.
“Lo que nos han comentado en la procuraduría (del Estado
de México) es que (Sanjuan) ya confesó haber matado a Bianca y que está
cooperando con el resto de los casos. Eso nos han dicho, y que cuando acabe de
decir todo lo que sabe se le dictará el auto de formal prisión”, cuenta la
madre de una joven desaparecida de esa zona, quien pidió omitir su nombre por
seguridad. Su testimonio fue confirmado por una fuente de la PGJEM.
En una navegación por la cuenta de Facebook de Sanjuan,
cuatro imágenes destacan: en una aparece tomándose una foto en un baño mientras
porta su uniforme militar con la identificación de su apellido bordada en el
pecho; en otra, alguien lo retrató presuntamente en el Campo Militar 1,
uniformado y recargado en un Porsche Boxster.
La tercera es una imagen que él subió a su perfil de un
fusil AK-47 —conocido como cuerno de chivo, un arma no usada por el Ejército—
desarmado, rodeado de balas, y en los comentarios escribió a una joven: “Si
padre ese es el cuernit delq te avia comentado” (sic). En la última aparece él
abrazado de una chica que podría ser menor de edad.
“¿Y a este tipo cuántos mandos del Ejército lo
apoyaban?”, pregunta la madre de una desaparecida. “Que nos diga de una vez el
gobierno, ¿cuántos militares están detrás de los ‘levantones’ de niñas en el
Estado de México?”.
Más
jóvenes desaparecidas
Elizabeth Martínez, activista contra las desapariciones
forzadas y madre de una chica que logró volver a casa tras escapar de las redes
de trata del Estado de México, dice que los cinco expedientes que las
autoridades relacionan al grupo de Sanjuan apenas son una cuarta parte de los
casos que ella conoce.
“Yo conozco, al menos, 20 casos de jovencitas desaparecidas
en el Estado de México con el mismo modus operandi, mismo tipo de chicas:
jovencitas, menores, delgadas, cabello largo, lacio, chaparritas, fáciles de
atrapar por un hombre.
“La sospecha es que por el físico similar, la edad, el
tipo de jovencitas, muchas de ellas sean explotadas sexualmente, tratadas como
esclavas. Nuestro temor es ese y cada vez encontramos más casos, porque hay
muchos en los que la familia no denuncia por miedo”, explicó Martínez.
De acuerdo con sus investigaciones, la niña más joven
raptada para trata de personas en esa zona tiene 12 años; la más grande, 22.
Entre ese rango de edad hay estudiantes de secundaria, preparatoria y
universidad que el gobierno clasifica como “ilocalizables”.
“Lo que está pasando en el Estado de México es una
tragedia. Se están llevando a las niñas con una facilidad que da miedo, es
gente especializada. Algo muy turbio”, dijo.
Búsqueda
incansable
Hace nueve meses que María Eugenia duerme sin descanso y
come sin hambre. Su hija de 14 años, Diana Angélica Castañeda, desapareció el 7
de septiembre de 2013 en los límites de Los Héroes Tecámac y Ecatepec, donde
presuntamente operaban Sanjuan y su grupo delictivo.
Las niñas raptadas ahí tienen un aspecto parecido al de
Diana, reconoce su mamá: delgadas, cabello negro y lacio, tez blanca, menores
de edad cuyos numerosos contactos en redes sociales más el ambiente de
violencia en las calles representan un obstáculo para hallarlas a salvo.
“Lo que yo he investigado es el mismo perfil. Es
delincuencia organizada, es trata de personas. Mi hija, lo que yo percibo de
ella, es que fue vista varias veces en el mismo lugar y ese día al pasar la
subieron a un auto y se la llevaron. Un auto negro”, cuenta María Eugenia,
sujetando la foto de su hija. “Pero la autoridad dice que mientras esté
desaparecida, Diana es una desaparecida más, no trata”.
Los últimos movimientos de Diana quedaron registrados en
el chat de Facebook: tenía una cita esa tarde, a las 18:00 horas, con una amiga
en el Sector 21 de Los Héroes Tecámac para ir a una fiesta. Nunca llegó. Las
cámaras de vigilancia de la zona estaban descompuestas y ningún vecino ha
querido dar pistas.
“Les llenan la cabeza a las mamás de que a lo mejor su
hija está embarazada y se fue, pero empiezo a hacer investigaciones sobre cómo
se maneja la trata (...) Conforme pasa el tiempo me doy cuenta que no es la
única niña, hay muchas. De hecho, yo participo en el rescate de una niña (...)
Yo no bajé la guardia, empezamos a investigar y me di cuenta que mi hija
pertenecía al perfil de las niñas de Ecatepec.
“Muchas mamás de Ecatepec saben que (las bandas de trata
operan en) una franja que abarca Tlaxcala, Chalco, Texcoco, Tecamac, Ojo de
Agua, Coacalco, Atizapán”, dice la madre, ahora conferencista en universidades
para prevenir “enganches” de tratantes.
El último avance del caso ocurrió el 6 de febrero pasado,
cuando una llamada llevó a la mamá hasta el Semefo de Texcoco: hay un cuerpo
femenino en mal estado, con un golpe en la cabeza que podría ser la causa de
muerte, que corresponde con la descripción física de la estudiante de tercero
de secundaria.
María Eugenia revisó una a una las fotografías del
cuerpo. Un hueco se empezó a abrir en su estómago cuando creyó reconocer en el
cadáver la dentadura de su hija. El hoyo se agrandó cuando llegó a los dedos de
los pies —de lo poco reconocible de los restos— y pensó que sí son los de
Diana.
En los próximos días a la publicación de este texto, las
pruebas de ADN sobre ese cuerpo arrojarán dos variantes: la búsqueda por Diana
acabó o se seguirán vendiendo a 10 pesos cada pulsera de tela con la frase
#PorElRegresoDeDianaACasa.
Si ocurre la primera, María Eugenia pedirá que se indague
si El Mili está vinculado con el homicidio; si pasa la segunda, seguirá viva la
esperanza de festejar sus 15 años en el Ángel de la Independencia.
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La Procuraduría del Estado de México acusa a un policía militar de 23 años de dirigir una red de prostitución forzada de menores de edad, quien estaría involucrado en al menos dos homicidos, así como cinco secuestros |
La Procuraduría del Estado de México acusa a un policía militar de 23 años de dirigir una red de prostitución forzada de menores de edad, quien estaría involucrado en al menos dos homicidos, así como cinco secuestros |
La Procuraduría del Estado de México acusa a un policía militar de 23 años de dirigir una red de prostitución forzada de menores de edad, quien estaría involucrado en al menos dos homicidos, así como cinco secuestros |
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