DISCERE
Desarrollar la empatía para neutralizar el bullying
Petra Llamas
- petrallamasgarcia@hotmail.com
- Twitter: @petrallamas
“Las
tres cuartas partes de las miserias y malos entendidos en el mundo,
terminarían si las personas se pusieran en los zapatos de sus
adversarios y entendieran su punto de vista. ”
Mahatma Gandhi
Mahatma Gandhi
2014-06-04
Aguascalientes, Ags.- Los
casos de bullying van en aumento. De nada han servido los buzones de
denuncias anónimas, ni los dramáticos casos de los que cada día nos
informan los medios de comunicación, ni las grandilocuentes palabras de
autoridades educativas que lo denuncian, prometiendo ahora sí, acabar
con él, al tiempo que encargan a los expertos un proyecto de
intervención para erradicarlo de los centros educativos. Este fenómeno
va en aumento, igual que las víctimas mortales, pero nadie parece
haber encontrado la solución adecuada.
Es cierto que la solución no es fácil, ya que en el acoso
escolar existen muchos factores a los que hay que atender al mismo
tiempo: a la víctima, al victimario, a las familias de ambos; a los
testigos mudos y cobardes (maestros, autoridades y compañeros) y a sus
familias; a la sociedad que sólo se compadece en comentarios sociales,
mientras permanece ajena al asunto; pero sobre todo a los medios de
comunicación y su constante apología de la violencia en todas sus
manifestaciones. Cuando el prometido proyecto de intervención los
incluya a todos, podremos hablar de que el bullying está en vías de
desaparecer.
Por lo pronto, lo que sí se está trabajando en algunas
escuelas es el desarrollo de la empatía como una manera de neutralizar
la violencia escolar. Considero que es una buena medida porque en la
sociedad actual empieza a ser una constante el aislamiento, el
individualismo y el egoísmo. La empatía bien enfocada y guiada,
convierte a las personas en seres más bondadosos y altruistas.
La empatía, del griego “empatheia” que significa “estar dentro”, según la Real Academia Española (RAE) es “La identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo del otro”.
Esta definición tan simple y completa engloba una habilidad básica
para la comunicación interpersonal, ya que a través de ella entendemos
primero las emociones y sentimientos propios y después las necesidades y
sentimientos de los demás. Esa sintonización con el otro nos permite
ponernos en sus zapatos, comprenderlo y aceptarlo. Como diría José
Ortega y Gasset, “Lo menos que podemos hacer, en servicio de algo, es comprenderlo”.
Hay personas que nacen con esa habilidad y se les da de
una manera natural. Son capaces de adivinar lo que está sintiendo el
otro, sea bueno o malo, y actúan en consecuencia. Son generosas, de
buenos sentimientos y piensan en los demás antes que en sí mismas. No
obstante, aunque no todos nacen con empatía, se puede ir desarrollando y
el mejor lugar para ello es el hogar y después la escuela.
Es en la familia donde el niño aprende a ser bueno y
tratar con amabilidad y respeto a los demás, aunque desgraciadamente
también es en la familia donde aprende a ser acosador o acosado. Ambas
conductas, bullying o empatía, se aprenden en casa; así que si se
quiere erradicar el bullying hay que echarle una ojeada a la familia; y
si queremos que el niño se vuelva más sensible al dolor ajeno e incapaz
de hacerle daño a otros, también tenemos que acudir a la familia. La
escuela hará su parte, pero sin el apoyo de la casa, el trabajo no
tendrá los mismos resultados.
Desarrollar la empatía en la familia implica aprovechar
muchas oportunidades. Enseñarles a ser generosos con los que menos
tienen, fomentando la caridad y el servicio. Educarlos en el respeto a
los que son diferentes y evitar la burla hacia ellos. Enseñarles a no
ser crueles con los animales y a respetar el medio ambiente. Si los
padres no enseñan a sus hijos a ponerse en la piel del otro, no nos
extrañe luego que se vuelvan egocéntricos y tiranos y que exhiban
conductas violentas con los propios padres y con sus semejantes.
Desarrollar la empatía en la escuela requerirá
necesariamente que el maestro también la haya desarrollado. Hay
maestros a los que los alumnos acosados les piden ayuda y los ignoran
argumentando que es un juego y que tienen que aprender a defenderse;
hay otros que van más allá y no sólo no combaten el acoso, sino que lo
promueven haciendo bullying ellos mismos. En cambio, hay una clase de
maestros que siempre están pendientes de los alumnos e intervienen ante
la más mínima señal de abuso, sea en clase o en el recreo.
La diferencia entre ellos está, sin duda, en el compromiso y
la responsabilidad, pero sobre todo en ese sentimiento de empatía que
los obliga a actuar ante una injusticia, porque entienden a sus alumnos
y saben cómo manejarlo de una manera inteligente y sin agravar la
situación entre acosador y acosado. Estos maestros son un buen ejemplo
para los niños y un tesoro para la sociedad.
Tal vez no sea lo único con lo que hay que trabajar, pero la empatía
está íntimamente ligada a la compasión, favorece las conductas
afectivas y tolerantes y actúa como un inhibidor de la agresividad.
Ejercitar la empatía supone aprender a analizarse a sí mismos y en esa
introspección, conocerse a profundidad para después observar, escuchar y
entender a los demás. Como dice un antiguo proverbio: “Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación”.
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Fuente: http://www.desdelared.com.mx/guiadesde/notas/2014/02-notas/0604-petra-bulying-29475900044.html
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